Alergias: cuando un extraño llama
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La palabra alergia deviene del griego allos (otro, diferente) y ergía (actuación). Con ella se pretende decir “reacción alterada”, ya que esa ha sido su esencia al pasar de los siglos y de las variaciones etimológicas.
Sin más disonancias hablamos de oposición, resistencia, antagonismo biológico. Una respuesta exagerada frente a sustancias extrañas al organismo, sustancias que tratan de irrumpir por vía digestiva (alimentos, medicamentos), respiratoria (inhalantes) o a través de la piel (contacto, picadas, inyecciones). Las personas no alérgicas las combaten mediante mecanismos de tolerancia inmunitaria, que en los alérgicos se vuelven contra el propio cuerpo y causan una diversidad de sintomatologías.
En las últimas décadas la creciente variedad de exámenes y diagnósticos hicieron que aumentara el espectro de posibilidades, así como la severidad de este padecimiento. Cifras internacionales señalan que el 22 por ciento de la población mundial actual es alérgica. Cerca de 300 millones padecen asma y América Latina ocupa el tercer lugar de las regiones con mayor prevalencia de rinitis, asma y eccema.
Cuba no es excepción. Se estima que cerca del 50 por ciento de la población adolescente y adulta joven del país sufre de alguna enfermedad alérgica. De mantenerse esa tendencia continuará considerándose “una de las pandemias del siglo XXI”.
Se desconoce del todo por qué en algunos las alergias pueden ser visibles y agresivas, mientras que en otros rozan lo imperceptible. Los científicos aluden a una combinación entre factores hereditarios y ambientales, que “explotan” en un momento específico de la vida de esa persona. Si alguien, por su carga genética, posee predisposición, pero evita y controla alérgenos en su ambiente puede no desarrollarla. La alergia necesita elementos ambientales para desencadenarse.
“La ocurrencia de precipitaciones fuertes y la creciente contaminación del aire urbano indican que los factores de riesgo ambientales tendrán un mayor efecto en las próximas décadas”, señala la Dra. Mirta Álvarez Castelló, presidenta de la Sociedad Cubana de Alergia, Asma e Inmunología Clínica (SCAAIC).
Entre las teorías que tratan de explicar el ascenso de casos en los últimos años se encuentran las relacionadas con la incidencia directa del ser humano en el aumento de la temperatura y la contaminación global. Según Álvarez Castelló, el cambio climático extiende la temporada de polen, amplificando la durabilidad y el número de alérgenos en el aire. Estudios nacionales demuestran una prevalencia entre el 79 y 81 por ciento de sensibilización al polen de Parthenium hysterophorus L y a Cynodon dactylon L Pers, dos especies dispersas por toda nuestra geografía.
“El paciente alérgico se sensibiliza por la exposición a sustancias llamadas aeroalérgenos. Frecuentes en nuestro país son los ácaros como Blomia Tropicalis, Dermatophagoides Pteronyssinus, Dermatophagoides farinae, los pólenes, hongos, plumas y pelos de animales. Además, poseemos significativa incidencia tanto en zonas rurales como urbanas de alérgenos ingestantes (alimentos, medicinas, preservos, aditivos) y otros como el humo de cigarros, líquidos químicos irritantes y la contaminación ambiental”, expuso la Dra. Mcs. Lidia Valdés, especialista en primer grado en alergología.
En Cuba, las alergias también se recrudecen debido a las propias características de este archipiélago tropical, de clima cálido y húmedo. Como mismo ocurre en otras naciones de la región, las concentraciones de mohos y las enfermedades infecciosas se incrementan. Los ácaros del polvo doméstico son uno de los mayores causantes de alergias respiratorias. Sus reacciones clínicas se manifiestan mediante estornudos frecuentes, tos seca, congestión, hidrorrea (salida de líquido por la nariz), picor nasal y ocular.
Las alergias alimentarias, a medicamentos como la penicilina, al veneno de las picaduras de insectos, faneras de animales y humanos (pelo, caspa y desechos de perros, gatos, aves, caballos, cucarachas), fragancias (perfumes, detergentes, velas aromáticas o cosméticos), humo de tabaco, pólenes y hongos son cada vez más frecuentes en las consultas y en los cuerpos de guardia.
“A diferencia de otros países los cubanos no tenemos costumbre de portar algún tipo de señalización sobre las alergias. Se percibe como poco práctico, y hasta cierto punto lo es porque la mayoría de los cuadros alérgicos, incluso los más graves, cursan sin afectación de la conciencia por lo que el enfermo puede decir su padecimiento. A mis pacientes que sufren alergia medicamentosa a varios fármacos, muchos de ellos tan comunes como la dipirona, la penicilina y la aspirina, les aconsejo que porten junto a su carnet de identidad un cartón plasticado con la lista de sustancias intolerantes. Así evita cualquier equivocación en caso de llegar solo e inconsciente como consecuencia de otra enfermedad o accidente”, puntualiza la Dra. Mcs. Kenia Castellón, profesora asistente y especialista en primer grado en medicina interna.
La ciencia hecha en Cuba
El sistema de Salud Pública cubano presta marcada atención a las enfermedades alérgicas debido a su incremento gradual en los últimos años. Más allá de ocuparse del gasto económico que representan las diversas consultas y tratamientos, el Ministerio de Salud Pública, en alianza con otros centros e instituciones, aboga para que sus profesionales desarrollen investigaciones científicas, cuyos resultados tengan una repercusión directa y positiva sobre la calidad de vida de los pacientes.
De acuerdo con el Anuario Estadístico de Salud 2019, en Cuba existen 356 médicos dedicados a la alergología, de ellos 315 son especialistas. Precisamente, muchos de ellos son los encargados de liderar, monitorear y llevar a feliz término varios de los estudios realizados en el país.
Publicada en la Revista Cubana de Higiene y Epidemiología (vol. 52, núm. 3) del 2014, una investigación realizada por un grupo de expertos del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (INHEM) y del Servicio de Alergología del Hospital Docente Pediátrico Juan M. Márquez estimó la prevalencia de los factores de riesgo de rinitis alérgica en adolescentes de 13 y 14 años.
Para ello encuestaron a cinco mil 799 escolares de áreas urbanas (Pinar del Río, La Habana y Holguín) y rurales (Sancti Spíritus, Guantánamo). Durante esos doce meses se constató una prevalencia de rinitis en un 38 por ciento y rinoconjuntivitis en un 29 por ciento. Las alergias predominaron en el sexo femenino y se hicieron más notables cuando los adolescentes tenían antecedentes familiares, convivían con fumadores y sus viviendas poseían escasa ventilación.
El estudio aglutinó preguntas sociodemográficas y sanitarias como edad, sexo, color de la piel, municipio, síntomas de rinitis alguna vez o en los últimos doce meses, frecuencia y severidad, diagnóstico previo de la enfermedad, hacinamiento, ubicación de la residencia y de la escuela en avenidas principales, tenencia de perro o gato, consumo de medicamentos y la forma de resolución de problemas familiares.
Las alergias pueden aparecer en cualquier momento de la vida pero son más frecuentes en niños y adolescentes. Foto: tomada de www.magnesol.pe
En los resultados no se observaron grandes diferencias entre territorios urbanos y rurales. El 46 por ciento (dos mil 717) declaró síntomas de rinitis alguna vez en la vida, y el 38 por ciento (dos mil 279) refirió indicios de la alergia en el último año. Estornudos, secreción nasal blanca, picazón en la nariz, tupición sin catarro, lagrimeo o picazón en los ojos, fueron referidos por tres de cada diez adolescentes (mil 790) y por casi ocho de cada diez estudiantes que enunciaron manifestaciones del padecimiento en esos 12 meses.
Dicho estudio, catalogado como el más amplio sobre prevalencia de rinitis, principales características y factores de riesgo en adolescentes, calificó como “alto” los síntomas de rinitis en ese periodo de tiempo, lo que pudiera ser tendencia en los años y décadas siguientes debido, entre múltiples factores, a condiciones más favorables para el crecimiento de ácaros.
Sobre el estudio de pólenes se han efectuado análisis en varias localidades y provincias del país. En 2006 un equipo médico en Camagüey realizó un ensayo clínico con extracto alergénico de polen de Cynodon dactylon en pacientes entre 18 y 60 años. Se demostró que, de las personas seleccionadas, los del rango 15 a 34 años poseían mayor sensibilidad a este aeroalérgeno. Por lo cual se validó la prueba cutánea de prick para diagnosticar las alergias ocasionadas por el Cynodon dactylon.
Más reciente, en 2019, la Academia de Ciencias de Cuba premió el estudio Caracterización integral y sistemática de la aeromicobiota de La Habana (2010- 2017), que detectó una gran diversidad aerobiológica en el aire de capital cubana.
Las investigaciones poseen una utilidad directa en beneficio de la población y el sistema de salud, pues al conocer los tipos de especies alergógenas se podrán realizar diagnósticos más precisos, mejorando la vida de miles de pacientes afectados durante los periodos de alta incidencia de alergias y otras enfermedades respiratorias.
En los muestreos se identificaron varias decenas de géneros fúngicos de patrón diurno, esporas del orden Uredinales y de la familia Xylariaceae. Además, se ratificaron estudios anteriores que constataban abundancia de Aspergillus y Penicillium, géneros esparcidores de esporas, cuyo impacto se relacionó con el asma bronquial y la rinitis en escolares de La Habana. El volumen de información recopilada por los investigadores facilitará la producción de extractos alergénicos y vacunas con el empleo de los cultivos puros de los hongos.
En cuanto a las alergias alimentarias, un tema muy común en menores de cinco años debido a la inmadurez del sistema inmunológico y digestivo, en 2018 la Revista Alergia México publicó un estudio donde convergieron varias instituciones médicas cubanas.
Bajo el título de Prevalencia, incidencia y factores asociados con reacción adversa a alimentos en infantes cubanos. Estudio de cohorte de base poblacional, se analizaron los datos suministrados por los padres de mil 543 niños de la capital durante los primeros tres años de vida.
La investigación señaló a la leche de vaca como el producto más involucrado en la reacción adversa a alimentos (RAA), siguiéndole el huevo, pescado, ahumados y cítricos. Se comprobó que era suficiente la ingestión de un solo alimento para provocar la RAA en un 70,8 por ciento. También recalcó que la nutrición de la madre durante el embarazo, la alergia a picaduras de insectos, el uso de antibióticos, la humedad en la vivienda o en las habitaciones y la presencia de roedores son otros factores asociados a la sensibilización y manifestación clínica a este tipo de alérgenos.
Estos conocimientos contribuirán a la formulación de futuras estrategias que no solo permitirán la disminución de las alergias alimentarias, sino también el desarrollo de otras enfermedades alérgicas, entre ellas el asma.
Consultas y protocolos
El principal objetivo de las consultas de alergología radica en mejorar la calidad de vida, así como reducir la morbimortalidad de los pacientes. Para ello la cobertura a la población comienza desde la atención primaria hasta instituciones más grandes y con mayor disponibilidad de recursos. Estas consultas se centran en aspectos preventivos como el tratamiento intercrisis, la consejería genética, el embarazo, la lactancia materna y la niñez, entre otros.
“Sabemos que la alergia es una respuesta exagerada del organismo al ponerse en contacto con factores externos. No se heredan, pero sí se adquiere la predisposición atópica de inmunoglobulinas del tipo IgE. Existe una serie de manifestaciones clínicas que siguen un camino bien definido. Por eso, es muy necesario determinar los factores desencadenantes y predisponentes, un examen físico completo y pruebas de laboratorio cutáneas (con extractos estandarizados de ácaros, hongos y alimentos) para demostrar el grado o nivel de sensibilización del paciente”, explica la alergóloga Lidia Valdés.
Muchas veces el diagnóstico resulta complejo debido a la variabilidad de síntomas y de alergias. Identificarlas con celeridad y exactitud requiere de un interrogatorio estricto sobre la salud del paciente. La variedad de preguntas fluctúa desde los animales y plantas existentes en casa hasta un listado de los últimos alimentos ingeridos. Es muy común que se eliminen comestibles o se alejen las mascotas por un tiempo determinado para distinguir si los síntomas desaparecen.
os pacientes alérgicos se someten a las llamadas “pruebas de provocación” donde se suministran dosis bajas, sospechosas de desencadenar la enfermedad. El test cutáneo trata de reproducir en las capas más superficiales de la piel la reacción presentada en otra parte del organismo. En el caso del asma bronquial se efectúa una prueba funcional respiratoria y para la alergia alimentaria y medicamentosa; en ocasiones se procede a una prueba de provocación, bajo supervisión médica, con el propósito de observar la reacción de la ingesta.
Pruebas cutáneas para hipersensibilidad donde se muestran diversas respuesas a alergenos de animales y vegetaales. (Foto: tomada de clinicaasturias.com)
“En los infantes comienza la marcha alérgica con una dermatitis atópica, una alergia alimentaria y, finalmente, presenta una alergia respiratoria que se manifiesta primero como una rinitis y a continuación como asma alérgica. Para determinar el padecimiento es importante el cuadro clínico, donde se destacan reacciones como tos, falta de aire, opresión torácica, síntomas oculares, nasales y lesiones en piel. También, se realiza el diagnóstico de certeza mediante pruebas y análisis de laboratorio para cuantificar la inmunoglobulina E total y la específica frente a determinados alérgenos inhalados, alimentarios, medicamentosos, parasitarios u ocupacionales, exámenes deprimidos en nuestro medio; así como el estudio hemoquímico de los pacientes”, expone la Dra. Mirelys Rodríguez Mendoza, especialista en primer grado en alergología y máster en atención al niño.
Sintomatología
Resulta común asociar las alergias con estornudos, coriza e irritaciones en la piel durante un limitado periodo de tiempo, sin embargo, la realidad es más compleja y diversa. Para algunas personas los síntomas suelen ser constantes y en otras intermitentes (comienzan una crisis, se recuperan y luego recaen). En ambos episodios, varía la intensidad.
Para los especialistas, los síntomas que aparecen en épocas concretas del año son más fáciles de identificar. Los pólenes, de manera general, se esparcen más en primavera, aunque según la planta y la incidencia del clima este proceso puede perdurar varias estaciones o todo el año. La mayoría de estos alérgenos causan estornudos, moqueo nasal, picor en ojos y nariz y dolor de garganta.
Los animales domésticos y los ácaros de casa, presentes todo el año, provocan problemas respiratorios como resuello, sibilancias (ruido inspiratorio o espiratorio agudo) y sensación de ahogo (asma). También incluye congestión, estornudos, picazón y lagrimeo de ojos y enrojecimiento.
Las alergias en la piel suelen mostrarse mediante inflamación, dermatitis atópica o dermatitis de contacto y urticaria. Los del tipo alimentario también presentan urticarias (principalmente una erupción de granos de color rojo), dolor abdominal, gases, vómitos y diarreas de leves a intensas.
De acuerdo con la alergóloga Mirelys Rodríguez Mendoza, la sintomatología de las reacciones alérgicas a los medicamentos son impredecibles y suelen reproducirse con pequeñas cantidades del fármaco involucrado: “Dentro de los causantes más frecuentes están los antibióticos betalactámicos como las penicilinas y las cefalosporinas; los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como la aspirina, dipirona, ibuprofeno, piroxicam, indometacina, diclofenaco, espasmoforte; los anestésicos locales y generales, las drogas antiepilépticas y las quimioterápicas. Los síntomas pueden variar desde el shock anafiláctico, broncoespasmo, prurito, urticaria hasta angioedemas”.
Vale destacar que los síntomas alérgicos pueden mezclarse en lo que se conoce como anafilaxia. En ella puede aparecer irritación de la piel, mareos, problemas respiratorios, una disminución de la presión arterial y el llamado “shock anafiláctico”, que llega a provocar la muerte. Una gran variedad de antígenos desencadena esta reacción alérgica grave, rápida y potencialmente mortal en personas susceptibles, entre ellos, el veneno de abeja y avispa, picaduras de hormigas, alimentos como mariscos, frutos secos y fármacos como la penicilina, insulina y antitoxinas.
Tratamientos
Los alergólogos se centran en tres perspectivas fundamentales para el tratamiento de las alergias: preventiva (control ambiental), sintomática (alivio de los síntomas) o etiológico (que va desde la evasión de alérgenos hasta inmunoterapia y vacunas).
No todas son factibles, por ello los especialistas las adaptan a las características de cada paciente. En algunos casos las alergias desaparecen al desarrollar tolerancia al alérgeno; en otros, suelen permanecer, aunque mejoran con las indicaciones recomendadas en las consultas. Si, pese a la medicación, los síntomas no se alivian, es posible que se recurra a las inyecciones. Las vacunas hacen que el sistema inmunitario sea menos sensible a los desencadenantes de esta enfermedad.
La Dra. Lidia Valdés manifiesta que una terapéutica completa y eficiente se basa en la multiplicidad de tratamientos: “existen medidas de control ambiental, hábitos alimenticios, antihistamínicos (Ketotifeno, Loratadina, Meclizina, Cetirizina), estabilizadores de membrana (Intal, Nedocromilo Sódico), antileucotrienos (Montelukast Sódico) e inmunoterapia (vacunas con extracto de Blomia Tropicalis, Dermatophagoides Pteronyssinus, Dermatophagoides Siboney)”.
“En Cuba se utilizan varios tipos de vacunas”, agrega la alergóloga Mirelys Rodríguez Mendoza. “Las de extractos de ácaros VALERGEN, del Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN), son de las más usadas porque combaten causantes frecuentes de enfermedades alérgicas como el asma bronquial y rinitis alérgica, entre otras. También existe inmunoterapia con extractos bacterianos (gérmenes respiratorios, intestinales, cutáneos). Hay que tener en cuenta que la inmunoterapia es el único tratamiento que puede modificar el curso natural de la enfermedad. Por esa razón es tan aplicada por los alergólogos y con respuesta eficaz en los pacientes alérgicos”.
Ácaros del polvo (Foto: tomada de mividasana.es
En 2012, investigadores del Hospital Universitario General Calixto García y del Departamento de Alérgenos del BIOCEN comprobaron que las vacunas sublinguales VALERGEN (contra los ácaros domésticos) son seguras y bien toleradas en los pacientes alérgicos. Estas consisten en la administración de dosis progresivamente crecientes del alérgeno al cual el individuo está sensibilizado, con el objetivo de alcanzar tolerancia al mismo y disminuir la sintomatología clínica.
Los resultados de dicho estudio descriptivo sentaron las bases para la vigilancia activa del medicamento. Los eventos adversos se reportaron en cuatro personas, dos por cada sexo, con una media de edad de 24,4 años que correspondieron al 3,08 por ciento del total de pacientes con inmunoterapia sublingual (ITSL) asistentes a las consultas en el Hospital Universitario. La diferencia entre ambos grupos no fue estadísticamente significativa para la edad y el sexo.
Al finalizar la investigación se concluyó que las vacunas alergénicas VALERGEN, para uso sublingual, provocan esporádicos eventos adversos de tipo local leves, por lo cual se considera un procedimiento seguro en los pacientes.
El tratamiento de los alérgicos lleva grandes dosis de educación y conocimiento, tanto de ellos como de sus familiares. El control del ambiente hogareño, el factor dietético y la medicación exacta pueden suavizar la severidad de esta enfermedad y mejorar la calidad de vida a una inmensidad de afectados: en Cuba, casi la mitad de los adolescentes y adultos jóvenes; y en el planeta, un tercio de su población
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