Tras su experiencia en la biblioteca de la Universidad de Sorbona, cuando regresó a Cuba en 1938, por su dedicación al desarrollo de las bibliotecas y de la cultura en general, se convirtió en una de las más fervientes luchadoras porque este espacio fuera masivo y que los sectores más humildes de la sociedad tuvieran acceso a las bibliotecas.
Fundadora de la Asociación Bibliotecaria de Cuba.
Asumió el cargo de Directora de la Biblioteca Nacional José Martí, donde trabajó hasta febrero de 1967.