Imagen del Sol en la banda ultravioleta. Cortesía de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA)
Cuando pensamos sobre la observación del firmamento, nos viene a la mente la imagen de miles de puntos brillantes adornando el cielo nocturno. ¿Pero, para qué esperar a la noche si queremos observar las estrellas lejanas si tenemos una muy cerca? El Sol, esa esfera incandescente que da vida a nuestro planeta, parece inmutable a simple vista. Pero si lo observamos con atención (Y CON LA PROTECCIÓN ADECUADA), descubrimos que su superficie es un “hervidero” de actividad. Uno de los fenómenos más fascinantes y visibles son las manchas solares, regiones oscuras que parecen bailar sobre el disco solar. Estas manchas no son meras curiosidades; son la clave para entender el pulso magnético de nuestra estrella más cercana y su influencia sobre la Tierra.
¿Qué son esas “pequeñas” sombras?
En la escuela estudiamos que existen unas líneas invisibles, como las que se asocian a un imán, que salen y entran por una región cercana a los polos geográficos de nuestro planeta, rodeándolo y formando una especie de “escudo”. A estas se les denomina: líneas de fuerza del campo magnético. Pues bien, en el Sol estas líneas salen y entran por regiones que no siempre están en los polos magnéticos de este. Imagina una zona en la superficie visible del Sol (la fotósfera) donde el campo magnético se vuelve excepcionalmente intenso.
Este campo magnético inhibe el transporte de calor desde el interior, haciendo que esa región se enfríe ligeramente (unos 1500-2000°C menos que el entorno, el cual se encuentra a unos 5800°C). Aunque sigue siendo increíblemente caliente, este contraste de temperatura la hace parecer oscura frente al resplandor circundante: esto es lo que se conoce como una mancha solar.

Una mancha típica tiene dos partes:
- 1. La umbra: El núcleo central, más oscuro y frío, donde el campo magnético es más fuerte y vertical.
- 2. La Penumbra: La región periférica más clara, con un aspecto filamentoso, donde el campo magnético es más inclinado.

¡Su tamaño puede variar enormemente, desde puntos apenas visibles hasta grupos que superan varias veces el diámetro de la Tierra!
Contando las manchas: El legado de Rudolf Wolf
El estudio sistemático de las manchas solares comenzó en serio en el siglo XIX, y un nombre destaca sobre los demás: Rudolf Wolf. A mediados de ese siglo, este astrónomo suizo, trabajando primero en Berna y luego en Zúrich, se propuso estandarizar la forma de cuantificar la actividad solar visible.
Wolf comprendió que no bastaba con contar las manchas individuales. Un gran grupo complejo con muchas manchas pequeñas era claramente un signo de mayor actividad que una sola mancha aislada. Así nació el número relativo de manchas solares de Wolf, también conocido como número de Zúrich o simplemente índice de manchas solares (R). La fórmula que estableció es ingeniosamente simple; espero que usted, amable lector, no se me enfade si la coloco a continuación:
R=k(10*g+s)
Donde:
- – g: Es el número de grupos de manchas visibles en el disco solar.
- – s: Es el número total de manchas individuales (contando las manchas de todos los grupos).
- – k: Es un factor de corrección específico de cada observador e instrumento, diseñado para normalizar los datos y hacerlos comparables con los históricos de Wolf. Para los telescopios pequeños k = 1 , lo que simplifica la expresión considerablemente
Wolf no se limitó a contar sus propias observaciones. Fue un “arqueólogo solar”, rastreando y recopilando registros de manchas solares del pasado (incluso de Galileo y otros pioneros) y reclutando una red global de observadores para obtener datos continuos, independientemente del clima local. Este legado de observación continua es invaluable.
El ritmo del Sol: el ciclo de 11 años
Gracias al índice de Wolf y las observaciones acumuladas durante siglos, se descubrió el patrón más evidente de la actividad solar: el ciclo solar de aproximadamente 11 años. Este ciclo se manifiesta claramente en la gráfica del número de manchas solares:
- 1. Mínimo solar: Poco o ningún grupo de manchas durante meses. El Sol parece tranquilo.
- 2. Ascenso: La actividad aumenta gradualmente. Aparecen más grupos, primero a latitudes altas (lejos del ecuador).
- 3. Máximo Solar: El pico de actividad. Numerosos grupos, a menudo complejos y grandes, aparecen a latitudes medias. Es la época de las tormentas solares más intensas.
- 4. Descenso: La actividad disminuye. Los grupos son menos numerosos y tienden a formarse más cerca del ecuador solar.
- 5. Retorno al Mínimo: Y el ciclo comienza de nuevo.
Este baile rítmico de las manchas es la manifestación visible de un proceso mucho más profundo: la inversión del campo magnético global del Sol, que ocurre cada 11 años, haciendo que el ciclo magnético completo dure unos 22 años. En la actualidad estamos (aproximadamente) en el máximo del ciclo 25 desde que se comenzó a obtener estos registros, por lo que es un buen momento para que usted pueda realizar sus observaciones.

¿Quieres ver el “baile”? Observación solar segura
La observación solar es fascinante, pero ¡EXTREMADAMENTE PELIGROSA SI NO SE HACE CORRECTAMENTE! Mirar directamente al Sol, incluso brevemente, con telescopios, prismáticos o a simple vista sin protección adecuada, puede causar ceguera instantánea e irreversible. Algo que lo hace aún más peligroso es que este efecto causado por la intensa luz en la retina es completamente indoloro, por lo que muchos de los que afirman no haber recibido daños al observar directamente al Sol, ya los tienen.
Métodos Seguros:
- 1. Proyección: El método más seguro y sencillo para principiantes. Se utiliza un pequeño telescopio o unos prismáticos (cubriendo completamente uno de los objetivos) para proyectar la imagen del Sol sobre una pantalla blanca. Nunca mires a través del ocular hacia el Sol.
- 2. Filtros de apertura total (Frente al instrumento): Filtros especiales diseñados para cubrir completamente la apertura frontal (el objetivo) de telescopios o prismáticos. Deben estar certificados para observación solar (ISO 12312-2) y ser de materiales como mylar recubierto de aluminio o vidrio óptico recubierto. ¡Inspecciónalos siempre antes de usar por rayaduras o agujeros!
- 3. Filtro Herschel wedge (Solo para Telescopios Refractores): Un prisma especial que desvía la mayor parte del calor y la luz, permitiendo una observación visual segura y de alta calidad, pero requiere un filtro suplementario y solo es seguro para telescopios refractores específicos. Requiere conocimiento experto.

En nuestro país, al no existir una tienda especializada en donde se pueda adquirir estos filtros, el método de proyección se convierte en la única opción para los aficionados. No uses cristales para soldar. Estos, aunque también son filtros, no están certificados para la observación solar.

¿Qué se puede ver en la superficie del Sol?
- – Manchas Solares: Sus umbras, penumbras y cómo cambian de forma y posición día a día.
- – Faculae: Regiones brillantes, a menudo precursoras de grupos de manchas o visibles cerca del limbo solar.
- – Granulación: La textura “granulada” de la superficie solar, causada por la convección del plasma.
Organizaciones como la Asociación Americana de Observadores de Estrellas Variables (AAVSO) o la Asociación Británica de Astronomía (BAA) tienen programas específicos de observación solar, estandarizando métodos y recopilando datos de astrónomos aficionados de todo el mundo para contribuir a la ciencia.
En el pasado, astrónomos amateurs cubanos han hecho grandes aportaciones en lo que respecta a las observaciones solares continuas. Ejemplo de ello es la encomiable labor hecha por el ya fallecido astrónomo camagüeyano Angel Alberto González Coroas. Durante décadas observó cada día al Sol, escribió varios artículos científicos para la revista española Tribuna de Astronomía sobre la actividad solar y su influencia sobre nuestro planeta. Usted puede contribuir a estos grupos foráneos con sus observaciones, como lo está haciendo actualmente el autor de este pequeño artículo.
Más que puntos oscuros
Las manchas solares son mucho más que simples sombras en el Sol. Son los marcadores visibles de la intensa actividad magnética que gobierna el clima espacial. Desde los meticulosos conteos de Rudolf Wolf hasta las observaciones diarias de miles de astrónomos aficionados hoy, el seguimiento de estas manchas nos permite entender el ritmo interno de nuestra estrella. Un ritmo que, en sus momentos de mayor intensidad (el máximo solar), puede afectar nuestras redes eléctricas, satélites y comunicaciones, recordándonos la profunda conexión que tenemos con esa “bola de fuego” que baila en el centro de nuestro sistema solar.