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Desmontando mitos de la industria petrolera: “antes de la Revolución, las empresas extranjeras descubrieron petróleo, pero sellaron los pozos”

Dr. Rafael Tenreyro Perez
23 septiembre 2025 | 0 |

La norteamericana Cuban Venezuelan Oil Voting Trust acaparaba casi el cincuenta por ciento de las áreas perspectivas de Cuba. Nunca perforó, por sí misma, ni un solo pozo exploratorio en la búsqueda de petróleo.


Antes de 1959, esta leyenda estaba muy extendida en Cuba. La misma se repetía de boca en boca y en algunos artículos periodísticos: “las petroleras habían descubierto grandes yacimientos en Cuba, pero los habían sellado como reserva estratégica para el caso de una nueva guerra mundial”. Este falso mito tenía, como extravagante añadido, la sospecha de que todo el país o, por lo menos, el gran público estaba siendo engañado. Por su relevante impacto político, social y económico, se puede considerar que esta fábula alcanzó la categoría de “teoría conspirativa”.

Este “cuento de camino”, a menudo, es contado a nombre de un amigo o familiar que fue testigo de excepción, “estuvo allí” trabajando en un pozo petrolero por “Oriente o vueltabajo”. La persona testimoniante pudo observar cómo, al final de la perforación, se bajaron varios tapones de cemento y se selló para siempre el pozo, en medio del mayor hermetismo por parte de los extranjeros.

Estas historias tienen varias versiones, con más o menos petróleo en la superficie, pero todos coinciden en que al final: “misteriosamente se selló el pozo”. Esto último, es real, porque es práctica de la industria no dejar ninguna obra abierta. Por lo tanto, la anécdota significa muy poco o casi nada. Sin embargo, esta es la base enigmática de la intriga, a lo cual se suma una sospecha en relación con unos extranjeros que “están actuando bajo las indicaciones de alguien de afuera”.

Pozo Waldo 1, en Motembo (ca. 1940).

El mito tenía tanta fuerza en el país, que cuando se creó en noviembre 1959 el Instituto Cubano del Petróleo (ICP), la primera empresa petrolera estatal nacional, una de las tareas que se le trazó fue responder si era verdad que alguna compañía extranjera había descubierto grandes yacimientos de petróleo.  Con toda precaución, antes de la creación del ICP, en octubre del propio año 1959, el Gobierno Revolucionario emitió la Ley 600 que obligaba a todos los actores de la industria en Cuba a entregar una copia de sus archivos técnicos.

El día que se firmó la Ley un funcionario de la Comisión Nacional de Fomento y un oficial de la policía se presentaron en las oficinas de cada empresa petrolera o minera, procediendo a sellar los archivos. Todos los documentos fueron cuidadosamente fotocopiados y, hasta hoy, se conservan en los archivos estatales cubanos. Se reprodujeron todos reportes confidenciales internos, la correspondencia y la información de los estudios geológicos y geofísicos de superficie, así como las voluminosas carpetas de cientos de pozos. Son muy pocos, de los casi 450 pozos exploratorios perforados antes de 1959, de los que no se tengan abundantes datos originales, publicaciones y referencias cruzadas.

Cuando los geólogos del ICP comienzan a leer los informes internos de las empresas extranjeras, descubren, con cierto asombro, que estos eran prácticamente unánimes en una evaluación negativa del potencial petrolero de las distintas regiones de Cuba. Esta valoración tan mermada, no era de extrañar, luego de importantes trabajos geofísicos y geológicos y la perforación de centenares de pozos, todos secos.

En las conclusiones de los reportes de los diferentes grupos técnicos, se destacaban diferentes aspectos de la exploración. Pero coincidían todos en que, en Cuba, solo se podrían encontrar yacimientos muy pequeños y de corto provecho, cuya producción nunca llegaría a ser importante. Después de los años de muy intensa, pero infructuosa actividad, que siguieron al descubrimiento de petróleo en el yacimiento Jatibonico, a principios de 1954, el desánimo era generalizado. En 1958, los grupos de tarea de las empresas, estaban empacando y recogiendo todo para irse a trabajar en proyectos en otros países que, a consideración de la empresa, eran mucho más promisorios.

Es preciso apuntar que las petroleras extranjeras trajeron a Cuba sus mentes más brillantes: geólogos y geofísicos que se contaban entre los mejores del mundo. Se utilizó en Cuba lo mejor tecnología, no se escatimó en gastos, que fueron ciertamente millonarios, pero no se descubrió ningún yacimiento de petróleo: ¡cero jits, cero carreras!

¿Por qué las empresas extranjeras no descubrieron petróleo en Cuba?

Desde finales de la Primera Guerra Mundial, cuando el petróleo despuntó como la mercancía estratégica más importante del mundo, varias empresas petroleras comenzaron a interesarse seriamente en Cuba. La isla, a primera vista, tenía todas las condiciones para ser uno de los grandes productores mundiales. La sección estratigráfica de sus cuencas, especialmente la cuenca septentrional, guardaba grandes semejanzas con las prolíficas zonas del sur de los Estados Unidos y el Este de México. Además, en toda la geografía cubana bastaba solo mover una roca para que el petróleo goteara de ella. Parecía que todo el país estaba impregnado de hidrocarburos. Sin embargo, la tectónica era tremendamente compleja, lo que no permitía orientar con exactitud los pozos exploratorios.

Participaron en la epopeya exploratoria cubana casi todas las grandes petroleras del mundo, decenas de independientes y centenares de pequeñas empresas. A ellos se unieron decenas de consultores y las mejores empresas de servicios petroleros. Se hicieron todas las investigaciones de rigor y se perforaron pozos prácticamente sin descanso. Algunos pudieran comentar que: “no tuvieron suerte” o que “no entendieron la compleja geología de la isla”. La razón pudiera ser menos dada al albur o al pobre juicio. En realidad, las empresas no tenían la voluntad de comunicarse entre sí, ni compartían sus resultados o ideas. Cada una, por separado, había avanzado ciertamente en la comprensión de la geología petrolera, pero les faltaba una visión holística. Esta visión se pudo alcanzar luego de la nacionalización, cuando se unificaron todos los archivos y se compararon los juicios. Poco tiempo después, vinieron los descubrimientos.

 Pozo Barrera 1, el primero perforado por el Instituto Cubano de Petróleo en 1961.
Pozo Barrera 1, el primero perforado por el Instituto Cubano de Petróleo en 1961.

Los descubrimientos antes de 1959, siete en total, fueron, casi en su totalidad, producto de la aventura de humildes emprendedores cubanos. Todos los yacimientos fueron pequeños, poco productivos y de corta vida. La producción total el 31 de diciembre de 1958 apenas llegaba a los 600 barriles diarios. Pero, aun desde esa minúscula altura, los emprendedores de las modestas petroleras cubanas que se llamaban a sí mismo “los brujos”, se burlaban de los grandes: “nosotros sin tanta ciencia sacamos petróleo y ustedes no”.

¿Cuándo se puede afirmar que ya se descubrió un nuevo yacimiento?

Técnicamente hablando, un descubrimiento de petróleo es algo relativamente sencillo: basta constatar, durante la perforación del pozo, dos de las tres ocurrencias siguientes: 1. Indicios de presencia en la roca (detritos, núcleo o muestra lateral) y/o altos valores detector de gas y/o erupción de petróleo; 2. Recuperación de hidrocarburo libre en entradas controladas, llamadas pruebas de formación (convencional o a cable); y 3. Demostración de saturación de petróleo y permeabilidad, a partir de la interpretación de registros geofísicos de pozo.

Pero, una cosa es el descubrimiento y otra es demostrar que el mismo puede llegar a ser un yacimiento comercialmente viable. Para esto último, se necesitan pruebas de producción a largo plazo, típicamente más de seis meses y, además, que estos resultados sean estables en, por lo menos, tres o cuatro pozos adicionales alrededor del punto donde se hizo el descubrimiento.

El proceso de viabilidad comercial incluye un cálculo probabilístico o determinístico de los volúmenes de petróleo en el subsuelo (recursos extraíbles). También una estimación tanto de la producción a largo plazo como del capital que es necesario invertir. Es una tarea que toma tiempo y grandes recursos. Luego de esto, se procede a desarrollar el campo. Algo que pudiera implicar la perforación de decenas de pozos y la construcción de costosas instalaciones de superficie.

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