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El tsunami cultural: “Planetas invisibles” y la ciencia ficción china

M.J. Chávez
23 octubre 2025 | 0 |

Hoy es cuarto viernes y toca reseñar algo reciente, y qué mejor que una antología que recoge distintos premios Hugo, Nébula, y otros. Si hace un par de años alguien me hubiera dicho que estaría cantando las maravillas de la ciencia ficción china, no lo habría creído. Y sin embargo, aquí estamos. Todo comenzó con la saga de Los Tres Cuerpos. Varios de mis amigos llevaban años hablando del tema, pero solo cuando se anunció que saldía la serie de Neflix decidí leerme los libros. Decir que aquello me voló la cabeza es decir poco.

He leído otros libros de Liu CiXin (probablemente les hable de eso más adelante) y no me han gustado mucho, pero debo decir que la saga me gustó. De golpe, entendí porqué todos mis amigos hablan de anime y mis amigas andan viendo series coreanas. El tsunami cultural asiático ya está cambiando el panorama cultural y moviendo el eje del canon hacia Oriente, y más nos vale adaptarnos. Y para adaptarnos, tenemos que ver desde el máximo respeto qué están haciendo… y cómo podemos copiarles la fórmula. Así di con Planetas invisibles, una antología de ciencia ficción china contemporánea editada por Ken Liu en 2016.

Planetas invisibles contiene 13 cuentos maravillosos, traducidos por el propio Ken Liu, ganador de varios premios dentro del género, quien se ha dado la tarear de traducir y dar a conocer la CF del gigante asiático en el mundo anglosajón. De hecho, la traducción de El problema de los tres cuerpos que ganó el Hugo y se hizo popular en Occidente es suya.

Incluso sin conocer todo el amplio universo del género en un país tan grande que es un mundo, nos queda clarísimo que los que están en este libro, si no son los mejores, andan cerca. Varios son relatos premiados internacionalmente, todos distintos y exóticos para el lector occidental. Por ejemplo, contiene Entre los pliegues de Beijing, de Hao Jingfang, noveleta ganadora del premio Hugo 2016, y relatos del propio Liu Cixin. De esos hablaremos en breve.

En la introducción, Ken Liu nos advierte contra dos males: uno, pensar la CF china, y a la propia cultura del país, como un bloque homogéneo, e intentar definirla desde fuera. Dos, intentar encontrar en el discurso de los autores chinos aquel discurso político que queremos ver, el que esperamos teniendo en cuenta las noticias sesgadas que nos llegan de un país en medio de grandes cambios y nuestra propia visión occidental. Lo califica de “cuanto menos, arrogante; y peor: peligroso”. Yo estoy de acuerdo. Si ambas cosas pasan con la CF cubana, y Cuba es minúscula en todos los aspectos al compararla con China, qué no pasará con ellos.

La variedad en Planetas Invisibles es tan bella como fascinante. Vamos por partes.

Los cuentos

El libro abre por todo lo alto con “El año de la rata”, de Chen Qiufan. Una China distópica donde billones de ratas modificadas genéticamente se han salido de control y están haciendo un lío de proporciones épicas, sirve de escenario para reflexionar sobre cosas muy puntuales. Las políticas sociales en tiempos de crisis, los jóvenes hipercalificados que no logran encontrar trabajo en un competitivo y saturado mercado laboral, el poder limitado de las corporaciones, incluso en un país donde el Estado tiene el control. También es un profundo análisis de lo que nos hace humanos, del momento en que nuestro “enemigo” se nos parece demasiado como para odiarlo, quién mueve verdaderamente los hilos en las guerras, y otros temas universales.

“El pez de Lijiang”, del mismo autor, nos habla nuevamente de un mercado laboral pensado para masticar y escupir a la gente. Nos presenta, en forma de teoría conspirativa, la mejor metáfora sobre el uso y abuso del tiempo ajeno que he visto en la vida. El tercer cuento de Chen Qiufan, “La flor de Sazui”, es todavía más cruel y desgarrador en el tratamiento de estos temas. Puedo decir que este autor en específico me gustó mucho y pienso leer más de él.

Luego fue el turno de Xia Jia, una autora mucho más lírica, cuyas historias emanan belleza, no importa lo oscuro del tema. De ella es uno de mis cuentos favoritos de todo el libro: “El verano de TongTong”, que se acerca de una forma emotiva y preciosa a un tema que me toca muy de cerca: la vejez y el cuidado. Desde la ingenua visión de una niña, nos habla de la relación con su abuelo, y de cómo una tecnología que irrumpe en sus vidas casi accidentalmente se acaba convirtiendo en la respuesta para millones de ancianos.

Noté, a lo largo del libro y otros volúmenes que he podido leer, un problema social como tema recurrente: la vejez solitaria, que por razones culturales resuena más en los asiáticos y en los latinos que en otros pueblos. Y quizá otros lectores me dirán que no es el mejor cuento pero, ¿acaso esa conexión personal no es una de las razones por las que el arte nos cambia la vida? De Xia Jia es también “El paseo nocturno del dragón equino”, algo que solo la hija de una cultura milenaria podría escribir, y nos recuerda la poesía de la CF.

De Ma Boyong solo hay un cuento, pero vaya cuento. Un claro homenaje a 1984 en tiempos de internet, desde un nuevo punto de vista. Una distopía que reivindica el valor de la palabra, y me hizo sentir las cosas que sentíamos con las distopías clásicas.

Liu CiXin no decepciona: “Cuidando de Dios” es una maravilla. Otra visión de la vejez, pero mucho menos optimista. Basado en una tería conspirativa que hemos escuchado y leído mil veces, Liu CiXin se diferencia del resto en que se va por una arista nueva, y nos hace reflexonar sobre nuestra vejez como individuos y como civilización, así como las deudas que tenemos con quienes nos dieron todo en su momento y a los que luego socialmente vemos y tratamos como estorbos.

Está Hao Jingfang, una autora que también pienso seguir porque la idea detrás de “Entre los pliegues de Beijing” es una pedrada directa a la cabeza. También distópico, también muy vigente no importa de dónde sea uno, también escrito de forma magistral. Otro de mis favoritos de todo el libro. No por gusto se ganó un Hugo.

Intentaré no hacer spoilers porque de verdad tienen que leerse esto. Trata de una megalópolis tan pero tan superpoblada, que ya no es una sola ciudad. Para optimizar espacio y recursos, se tuvo que recurrir a una medida muy extrema: dividirla en tres espacios separados que se pliegan sobre sí mismos en distintos momentos del día y repartir a la población por clases. Tiene mucho más que eso, y les prometo que en otro momento reseñaré la noveleta como tal, porque merece mucho más que una mención en un artículo general como este.

Así pues, a leerse esta antología. Esta buenísima: cinco estrellas, máxima evaluación. Tiene una segunda parte con nuevos cuentos, autores que se repiten y otros nuevos, llamada Estrellas rotas que, en cuanto la termine de leer, reseñaré para ustedes. Y ustedes, ¿han leído alguna vez ciencia ficción china? ¿Qué les ha parecido? Déjenmelo en los comentarios.

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