Ante los ojos de Arthur Morgan solo hay blanco. La nieve lo cubre todo. No viaja solo, los otros forajidos lo acompañan. Siguen el farol guía en silencio, quizás procesando los hechos de los últimos días. El golpe de Blackwater no salió nada bien y la banda tuvo que buscar refugio en las montañas, durante el invierno más cruel.
El año es 1899, en los últimos años de lo que conocemos como el oeste de Estados Unidos. Hace un tiempo, los pueblos de la zona se ven aterrorizados por varias bandas como en la que nos enfocamos, la de Dutch Van der Linde. Los grupos han disminuido y los que quedan son perseguidos por cazarrecompensas o agentes federales.
Es el comienzo y el contexto de Red Dead Redemption 2, un videojuego lanzado por Rockstar en el año 2018. Dentro de la comunidad gamer, es defendido como uno de las mejores experiencias que puede vivir un jugador. Tanto revuelo en las comunidades me hizo probarlo antes que otros nombres que tenía más arriba en la lista.
A veces seguir las tendencias ha sido una decepción. Me ha pasado con películas y series. Por eso tenía mis recelos con RDR 2. Aunque al inicio me costó involucrarme con la jugabilidad y la narrativa, con cada hora dedicada la experiencia se hacía más inmersiva. Es un videojuego lleno de vida como pocos he visto.
No es un shooter genérico. Dentro de ese género, Red Dead Redemption 2 incluye diálogos impactantes, una visualidad que recuerda a una película y un mundo abierto que es paradigma. Siempre puede ocurrir algo diferente. Aunque el tamaño del mapa puede resultar abrumador, en la práctica no lo es. Consejo: ve a caballo a todas partes. Prescinde del viaje rápido. No te saltes los diálogos. Y cuando llegue este momento, suelta el control y únete a la banda.
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Puedes encontrarte un personaje no jugable que te pide ayuda, una banda de cazarrecompensas a punto de emboscarte, caballos salvajes que puedes domar, animales para cazar y una serie de desafíos que, a pesar de llevar unas cuantas horas, no termino de descubrir completamente.
Aunque todos esos detalles convierten a Red Dead Redemption 2 en un muy buen juego, lo que lo eleva a lo más alto de la preferencia de los gamers es Arthur Morgan. El pistolero aparece mencionado varias veces en debates en línea sobre cuáles son los mejores personajes de videojuegos. Será que nos recuerda a nosotros mismos.
Arthur es un arquetipo del hombre rudo del Oeste. Hábil jinete y con las armas, leal, lo acompaña un sombrero, dos pistolas, y acento característico de cowboy. Debajo de esa coraza, hay una serie de contradicciones que humanizan a Arthur, trasciende los límites del videojuego y se siente como tenerlo al lado.
Es un hijo para Dutch. Un hermano para John, aunque abandonó la banda por un año. Un padre para el hijo de este, Jack. Es un hombre marcado completamente por su entorno. La vida de forajido es la única que conoce desde que Dutch lo “adoptó” tras la muerte de sus padres. La visión de Arthur está limitada por esa realidad.
Todos tenemos en nuestra vida uno o varios puntos de inflexión. Para nuestro protagonista, su perspectiva comenzó a cambiar cuando cayó del caballo. Llevaba meses con una tos constante. Un transeúnte lo acompañó hasta la clínica del doctor más cercano. El diagnóstico fue contundente. Tuberculosis.
En este punto, Arthur comienza un periodo de reflexión que termina impactando al jugador. Echa la vista atrás y todo lo que creía correcto (en realidad, lo único que conocía) le ha llevado a este punto. Contrajo la enfermedad en un encargo del prestamista de la banda, dejando a esa familia sin sustento económico. Nada cambió para él.
La idea de dejar esa vida empieza a acechar a Arthur. Su lealtad a la banda se lo impide. Paradójicamente, cuando la tuberculosis se agudizó y comenzó a opacar el color de su piel y sus ojos, su mente se volvió más clara. Nada bueno podría salir de esa rutina. En ese entonces, su única preocupación era el bienestar de los suyos: John, Jack, Abigail, Sadie…
Hacia su final, y el de Red Dead Redemption, tiene que lidiar con lo más amargo: la traición. Micah lleva meses siendo un soplón de los Pinkerton, una agencia de detectives privada considerada como predecesora del FBI y llevando a su padre adoptivo, Dutch, hacia trampas continúas. Varios de sus amigos murieron producto de ello.
Ambos terminan en una pelea sin armas. La tuberculosis ha dejado a Arthur muy debilitado, y no aguanta el ritmo. Cae en la cima de una colina, mirando el nuevo amanecer del mundo que deja atrás. Un mundo que intentó fuera mejor, pero era demasiado tarde. No habrá arreglado el suyo, pero el de los gamers es mejor gracias a Arthur Morgan.