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Pasajes del Toa más largo y más nutrido (2009)

Miguel Alfonso Sandelis
07 noviembre 2025 | 0 |

El puente de Vega del Toro.


Después de una espera, se inicia en Vega del Toro la navegación más larga y más nutrida del grupo. Hay guardias nocturnas con lluvia y susto. Los ponches, a la “orden del “día. El tremendo susto en el hueco. Cómo destrabar una balsa y cómo sujetar a alguien en un rápido. Una vez más en Totenemos, una crecida mañanera y el rápido de los tres nombres. Mal Nombre nuevamente en Mal Nombre y el final de la navegación.

Aunque la navegación de Mal Nombre por el Toa en el año 2009, no tenía previsto partir desde Bernardo de Yateras, sino de Vega del Toro, es decir, más adelante, su final sería varios kilómetros después de la confluencia del Toa con el Jaguaní, su principal afluente. En total serían unos 50 kilómetros de navegación.

La partida desde Vega del Toro se debía a que con anterioridad estaríamos buscando el pico El Gato, en territorio de Imías y era más lógico llegarle al Toa a través del aledaño municipio San Antonio del Sur que desde la ciudad de Guantánamo, para lo cual debíamos pasar por Puriales de Caujerí y más adelante tomar la Vía Mulata hasta el puente de Vega del Toro. Ya allí, esperaríamos por un cuarteto procedente de La Habana, que se nos sumaría. Con los llegados, alcanzaríamos una cifra récord para el grupo: 35 navegantes por el Toa.

Domingo, 2 de agosto del 2009

Guardia nocturna en Vega del Toro

A la espera del cuarteto de malnombristas, acampamos en Vega del Toro, pero como había moradores por la zona, decidimos montar una guardia nocturna al estilo malnombrista. Cada 30 minutos se hacía la rotación, comenzando por las mujeres en dos grupos. Para toda la guerrilla preparé dos rotaciones de guardia, para que no se repitieran los que tuvieran el turno en las horas más soñolientas de la madrugada.

Lunes, 3 de agosto del 2009

De madrugada llovió en el turno de guardia de Pedro, quien tuvo que meterse en un pequeño vara en tierra que había en el lugar. Wilfredo, Ana y yo, que dormíamos a la intemperie, tuvimos que mudarnos para una acerita protegida por un techito de la estación hidrológica de Vega del Toro.

Preparativos con ponches

Cuando ya parecía que no se iba a navegar en la jornada, se apareció el cuarteto esperado: Chocky, Marlene, Mary y María Emilia, tras larga caminata desde Puriales de Caujerí, con pequeña botella incluida. Aunque ya era tarde para empezar la navegación, preferí hacerlo para que el grupo tuviera un día de entrenamiento en vivo, sobre todo por la cantidad de novatos navegantes que había.

El Chocky cogiendo un ponche.

Comienzan entonces los preparativos, aunque con algunos tropiezos, porque el Chocky está cogiendo un ponche antes de empezar y Wilfredo también está ponchado, por lo que le di una balsa que llevé de repuesto. Entre las embarcaciones, resaltamos los que tenemos colchones inflables marca china: Ana, Magela, Jorge, Lucía, Tania, Pedro, Rayner, Dany, Alejandro y yo. Los colchones tienen escrita una alerta de no meterlos en el agua, pero eso será en China, porque en Cuba, se tienen que mojar. Los preparativos demoran, hasta que a las 2:40 de la tarde comienza la navegación.

Suchel del Toa

Martes, 4 de agosto del 2009

Amanecimos en la playa de la crecida del 2003. Ante el grupo de cocina se presentó una disyuntiva: botar los panes y galletas que se mojaron en el primer día de navegación, o aprovecharlos así mismo. Y ganó la segunda opción, pero con innovación. Sería una mezcla de aquella masa mojada con chocolate y azúcar. De su textura jabonosa o esponjosa, nació su nombre: “Suchel del Toa”. Y hubo doble y triple.

Suchel del Toa.

El hueco

Andaba yo por la delantera de la flotilla, presagiando la cercanía del Salto del Jíbaro, cuando hacia atrás ocurrió algo inaudito y espeluznante. Era un lugar del río donde la corriente se bifurcaba. El grueso de la masa líquida seguía recto hacia adelante, pero un brazo de la corriente tiraba fuerte hacia la derecha sin anunciarse.

La primera en irse fue Bethsy sin que papá Ichi lo pudiera evitar. Aunque braceó y braceó, la corriente pudo más que ella. La adolescente avanzó unos metros sobre su balsa y de pronto el río se le perdió hacia adelante. El pedazo de Toa ya no estaba en el horizonte de Bethsy, porque se sumergía de súbito en un hueco. Y hacia el hueco fueron Bethsy y su balsa. Los primeros instantes fueron de un susto tremendo. La balsa, al bajar, se trabó en la entrada del hueco, con Bethsy detrás, debajo del agua y un chorro empujándola. Por fin se fue la balsa por la estrechez del hueco, y Bethsy después de ella, hasta salir “airosa” del otro lado, para respirar una buena y asustada bocanada de aire, ya en la superficie.

Detrás le siguió Yanieyis. Ana, al verla que se iba, trató de agarrarla, pero ni pudo evitar que Yanieyis se fuera, ni que ella misma le fuera detrás. Yanieyis, por unos instantes, volvió a vivir el terror de Bethsy: balsa que baja, balsa que se traba, balsa que al fin pasa, y Yanieyis que pasa detrás.

Bajando un rápido.

Los instantes de Ana en el hueco, con la balsa trabada, fueron eternos, provocándole el aterrador pensamiento de que había llegado el fin. Pero igual que las dos muchachas anteriores, Ana también salió a flote, ya del otro lado.

Al enterarme de lo sucedido, regresé al lugar donde se bifurca la corriente y allí hice el papel de semáforo activo, empujando hacia la izquierda a todo el que llegaba al lugar. Alguien sentenció lo sucedido, haciendo un paralelo entre el hueco y una tasa de inodoro a la que le halan la cadena, quedando claro que se habían ido por la tasa Bethsy, Yanieyis y Ana.

Miércoles 5 de agosto del 2009

Amanecer de chucho e invento

Fue el Chocky quien hizo el cuento al amanecer. Se despertó de madrugada a aliviar su vejiga en la playa aledaña al Cocotal de los Wilson. Medio soñoliento, dio unos pasos para alejarse de su tienda de campaña. Por allá andaba el Wilfre de guardia con el machete, el reloj, la linterna y el listado de la rotación de la guardia para que todo el mundo tuviera claro a quién tenía que despertar. El brinco que metió Wilfredo al escuchar los pasos y ver a aquella sombra acercarse, y el nerviosismo que le duró un buen rato, los contó el Chocky con lujo de detalles. “¿Para qué tenía el machete?”, fue la pregunta que todos nos hicimos. Y el chucho alegró el amanecer.

Amanecer del tercer día.

El otro condimento que tuvo la mañana fue un nuevo invento culinario. A falta de chocolate, el pan y las galletas mojadas se mezclaron con dulce de guayaba, y así se inventó la “Mezcleta”.

Cómo destrabar una balsa

Nos acercamos al segundo mayor salto del Toa: Los Calderones. Ya vemos el chorro que baja por la izquierda entre paredones. Un tramo más por la derecha y se desboca la cascada de unos seis metros de altura, en una poceta. El escenario, visto desde arriba, es imponente. Hay que armar cadeneta con los hombres.

Cuando cada uno está en su posición, por el extremo derecho de la cascada comenzamos a bajar las balsas con las mochilas amarradas. A la par, ayudamos a bajar a algunas mujeres para que crucen la poceta a nado y dirijan las balsas hacia el canal de la derecha, que tiene una fuerte corriente.

Se va la balsa de Raine, quien monta en cólera porque tiene la cámara adentro y ahora solo puede filmar desde abajo. Un poco después se traba una balsa en el canal. Intento destrabarla tirándole piedras, pero no lo logro. Analizo cómo bajar con una cuerda por el farallón que bordea al canal. Le pido a Aníbal que busque una caña brava para empujar a la balsa desde arriba. Cuando Aníbal trae la vara, Ronny le está tirando piedras a Adognis, y este, tirando una de ellas, logra al fin destrabar a la porfiada balsa.

Terminadas las operaciones, nos reunimos todos en la playita de la derecha, que le pone fin al accidentado lugar. Ana y yo repartimos el maní del mediodía, mientras Yaser “monta en berro” porque Mary, su pareja, le perdió una soga azul muy buena que él había llevado. Me dedico entonces a calmar la ira del dolido Yaser.

Tarde-noche en Totenemos

Sigue la navegación suave, hasta que llegamos al presunto Totenemos. Veo el arroyo, la playita a la derecha y el rápido, pero no el camino que sube por la derecha hasta los secaderos de café. Me confundo; el panorama ha cambiado. Estoy a punto de seguir, pero veo a un hombre y le digo: “Salvadoreño”, pues ya lo conocía desde el Toa del 96.

El hombre se sorprende. Es bastante hablantín. El tipo abre un discreto camino hacia arriba, con un machete. Subo y veo todo destruido. Quedan los secaderos y una pequeña caseta para cocinar, con una barbacoa. Vuelvo a la orilla. Van llegando los demás. Pido crear una comisión para que suba a evaluar si acampar allí, o no. Suben Adognis, Idalmis y otros. Bajan y siguen las dudas, hasta que decidimos hacer la acampada arriba.

Va subiendo la gente, pero falta por llegar la retaguardia con algunos retrasados. Viro entonces a pie, con una balsa inflada bajo un brazo. Hallo a Ronny cerca y luego a Tania, Pedro, Dany y Yamil. Ellos son los últimos. Le doy a Yamil la balsa que cargaba y vuelvo a Totenemos a nado.

El grupo Uno de cocina hace espaguetis. Mientras, aclaro con un machete el camino hasta abajo. Luego Jackmel, Adognis y yo tumbamos peras cubanas (albaricoques) de una mata que había al borde de uno de los secaderos. El Salvadoreño nos dona una cesta con bellos plátanos maduros. Algunos de los retrasados se quedan un buen rato junto al río.

La ladera trasera de los secaderos está quemada y en ella hay un hombre cortando troncos a machete, mientras canta a viva voz no sé qué tonadas campesinas. Aquello parece surrealismo.

Previo al tiroteo oficial, se reparte medio plátano maduro por persona, porque el hambre está insoportable. Antes del oscurecer se forma al fin el tiroteo de los espaguetis, la carne en salsa, el refresco y dos plátanos maduros por persona. Junto al grupo, les servimos también al Salvadoreño y al leñador-cantante. El Salvadoreño coge del doble.

En Totenemos no puede faltar la guardia nocturna, porque allí ya nos han robado dos veces. Las tiendas de campaña se arman sobre el secadero, mientras Aníbal y Lucía montan una especie de vara en tierra sobre la hierba. Yamil, Denis, Wilfredo y Tania se trepan en una barbacoa que hay en el lugar. Al piso directo vamos Yaser, Mary, Ale, Ana y yo, todos tirados sobre nuestras balsas infladas. Hay cucarachas por el suelo. Ya acostados, a Ana la muerde un ratón en un dedo del pie y grita. Mary también grita por creer que es otro ratón, pero es Yaser. Mary se justifica diciéndole a Yaser: “Hiciste igual que un ratón”. Esa frase de Mary se la restregamos por el resto de la guerrilla.

Jueves 6 de agosto del 2009

Cómo sujetar a alguien en un rápido

Llegamos a la primera gran secuencia de las Cuchillas del Toa. La corriente corre por la izquierda y nosotros caminamos sobre los farallones de la derecha. Armo entonces una cadeneta de hombres y le digo a las mujeres que avancen dejando atrás las balsas. Los hombres, atrás, comienzan a soltar las balsas. Las mujeres, adelante, se tiran en la poceta que al final de la “Ele” formada por los farallones. Lucía es la primera y se tiene que “fajar” aguantando las balsas que van llegando. Las demás mujeres, al tirarse, ayudan también. Hay tanta espuma en la esquina de la Ele, que parece el merengue de un cake. Desde arriba, Raine filma las operaciones.

Después de tirarse todas las balsas, me voy delante para planificar la próxima cadeneta. En esos momentos, en aquel lugar imponente rodeado de farallones, comienza a llover. Yanieyis, Ichi y otros más cruzan las balsas hacia la orilla izquierda; allí se va concentrando el resto. Yaser y yo nos adelantamos. Las balsas y la gente no caben en el pequeño espacio donde están, y entonces les oriento que vayan a una brevísima playita de la orilla izquierda para que se junten allí con las balsas. Sigue lloviendo.

Me adelanto para ver el rápido del final de esta secuencia de las Cuchillas. Los malnombristas se me van acercando expectantes y les anuncio que sí se pueden tirar. Me trepo entonces sobre mi balsa y me lanzo por el rápido. Bajo bien el primer tramo, pero en una esquina de la derecha se me va la balsa y me orillo, tras pujar contra la corriente.  

Ana va atrás, se cae de la balsa y la agarro para que no baje sola. Viene Magela, se cae también de la balsa y Ana la aguanta, pero se le va a ir, y entonces Ana coge a su hermana por el moño, sí, por el mismísimo moño, mientras yo aguanto a Ana. En ese ínterin de los tres en cadena, pasa Lucía, la prima de las dos, y logra llegar, “más o menos”, abajo. Preocupado porque Ana sigue agarrando a Magela por el moño, me tiro con las dos hermanas por el rápido y salimos sin problemas, y sin balsas. Detrás se tiran los demás y se forma el “circo” de las caídas.

Una crecida junto al Gran Salto

Viernes 7 de agosto del 2009

Amanecemos junto al Gran Salto del Toa. La tarde anterior tuvimos que armar el campamento en el mismo pedacito de playa del 91, porque no daba tiempo a pasar el Salto antes del anochecer. En la noche no cayó el aguacero feroz de antaño, solo una lluvia ligera… al menos allí.

De las tiendas de campaña se asoman rostros soñolientos. Salen los del grupo de cocina a preparar el desayuno; otros a estirarse.

Lorenzo va a la orilla a cepillarse los dientes. Mientras mueve el cepillo, mira al agua distraídamente. Pero algo le llama la atención: el agua varía o, mejor dicho, el nivel; al menos eso parece. Se enturbia la corriente, se apura. Lorenzo ya cae en cuenta. ¡El río está creciendo! Nos avisa a todos.

No es una crecida súbita como aquella del 2003, pero en pocos minutos el nivel ha subido unos 15 centímetros. Al parecer, llovió fuerte de madrugada en las cabezadas del río. Entierro un palito a media agua en la orilla para ver cómo se mueve el nivel, pero después Wifredo lo quita porque no sabía su función.

Jackmel, Monty y yo nos asomamos a los farallones de la orilla de la izquierda, porque hay que salir de aquel atolladero, aun con crecida. Finalmente, decidimos cruzar el río sobre las balsas, pero unas decenas de metros alejados del salto. Pasamos con tensiones, pero sin problemas. Ya del otro lado, desinflamos las balsas y tomamos el viejo trillo que bordea paralelo al descenso del salto. Bajamos con cuidado por unas rocas para volver al río, salvo Monty, que patina y baja como una piedra, pero sin consecuencias.

Ya abajo, mirando hacia atrás, vemos al Gran Salto imponente después de la crecida. Si el chorro normalmente se divide para formar una especie de “Ye” al caer, con la crecida caía un solo chorro de varios metros de ancho. Pero hay que navegar, a pesar del río crecido y sucio, porque el tiempo nos apremia.

El Gran Salto del Toa con el río crecido.

El rápido del Chardo y Yara, ahora de Pedro

La crecida apura el ritmo de navegación, siendo mayor que en los días anteriores. Hay olas en los rápidos, que se bajan de prisa. Se disfruta más la navegación, por la velocidad de la corriente y porque las olas levantan las balsas sobre las piedras. Pero el riesgo es mayor.

Llegamos ante el rápido del Chardo (1989) y de Yara (2003). De inicio, a Pedro se le va la balsa y desciende a capella por el chorrero, a merced de las piedras, ganando el rápido un tercer nombre, el de Pedro.  Los que bajamos detrás, nos asentamos sobre una playa pedregosa de la orilla izquierda para cogerles “platea” a los siguientes. Dany se paraliza del miedo al borde del rápido, y Lucía y Ana van a ayudarlo (por eso Pedro después se defiende diciendo que el lugar debería llamarse “rápido de Dany”).

Denis, al tirarse, pierde la balsa y se queda al final a la espera. Lucía no se tira y va por los farallones de la derecha con Aníbal, que la va ayudando. Marlene tampoco se tira y coge por los farallones, pero sube, se adentra en el monte y el Chocky tiene que ir a rescatarla. Jackmel, al bajar, se hunde y protesta al decir: “¿Por qué no dejaron a nadie para avisar?”. Pero ya está Adognis sobre unas piedras orientando a la gente. Lorenzo baja bien el rápido (en general, el Loro se ha caído muy poco), teniendo la presión de lo poco que sabe nadar. Hacemos un alto en la playa del final y formamos un tiroteo con los energéticos que lleva la gente.

Mal Nombre nuevamente en Mal Nombre

Sábado 8 de agosto del 2009

Al llegar al arroyo que se nombra igual que nuestro grupo, nos tiramos en sus aguas a relajar un rato y, en medio del relax, improviso la siguiente décima:

Partió el grupo sin jarana

echando un sabroso nado

y con el ponche aguantado

avanzó de buena gana.

Al terminar la mañana

llegó a un lugar de renombre,

y que nadie se me asombre

cuando escuche el tiroteo,

pero es cierto lo que veo:

Mal Nombre llegó a Mal Nombre.

Fin de la navegación

Domingo 9 de agosto del 2009

El último día de navegación, con el río en su nivel normal y bastante claro, nos llevó en la mañana hasta el “lugar más lindo del mundo”: Boca del Jaguaní, donde se encuentran las aguas del Toa y su mayor afluente. En el gran arenazo que allí se asienta, se cogieron varios ponches a las balsas. En la tarde navegamos hasta una playa a la derecha, un poco antes del Naranjo. Allí terminaron los 7 días y alrededor de 50 kilómetros de navegación.

Termina así la sexta navegación de Mal Nombre por el Toa. Los días siguientes estarían marcados por una de las más singulares aventuras del grupo: la búsqueda de Salto Fino abajo. Pero esa será historia para otra crónica.

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