Hace más de ochenta años (marzo de 1942, para ser exactos) aparecía en el ejemplar mensual de la revista Astounding Science Fiction el cuento “Círculo Vicioso”, firmado por el escritor ruso Isaac Asimov. Fue la primera vez que el autor hizo referencia a las tres leyes de la robótica:
1. Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes se oponen a la primera Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la primera o segunda Leyes.
La Enciclopedia Británica reconoce que la palabra robot se deriva del vocablo checo robota (trabajo forzado), empleado primeramente por Karel Čapek en la obra de teatro R.U.R (ROBOTS Universales Rossum), estrenada en 1921 en Hradec Králové, entonces Checoslovaquia.
Antes de la ciencia ficción, la historia
Aunque los autores han explorado la idea de cómo estas máquinas pueden cambiar la vida humana y asistir en ciertas tareas, no fue la primera vez que el homo sapiens tuvo ideas similares. Y claro, la aproximación inicial a un autómata la tuvieron los antiguos griegos. Más en concreto, Arquitas de Tarento, considerado padre de la ingeniería mecánica.
Se cree que construyó un pájaro mecánico, conocido como “La Paloma”, que podía volar gracias a un mecanismo impulsado por vapor. Los diseños y especificaciones originales no se conservan, pero por medio de referencias en otros textos se han podido hacer reconstrucciones modernas.
Entre la octava y la decimotercera centurias, periodo conocido como la Edad de Oro Islámica, el erudito Al-Jazari creó un reloj accionado por agua que presentaba figuras animadas y partes móviles. El objeto pasó a la posterioridad con el nombre de “Reloj Elefante”.
Si hablamos de inventos, no podemos obviar al Renacimiento ni a su gran exponente, Leonardo da Vinci. Él y sus contemporáneos construyeron varias máquinas automáticas, incluido un caballero mecánico que podía mover los brazos y las piernas. Estos pioneros contribuyeron a dar forma al futuro de la automatización.
Durante el Sacro Imperio Románico Germánico, aparece en Nuremberg (1512), un humanoide capaz de tocar instrumentos musicales. Desde Japón surgen los Karakuri Ningyo, títeres mecánicos para tareas sencillas como servir té o escribir. Doscientos años después (1725), un teatro mecánico con 119 figuras representa una obra acompañado de un órgano accionado por agua en Salzburgo.
En 1888, el ingeniero Nikola Tesla crea el primer motor de inducción de corriente alterna y los primeros vehículos de control remoto, y el matemático Alan Turing introduce el concepto de una computadora teórica. Tras las disímiles aproximaciones literarias y prácticas, y avances tecnológicos, la humanidad estaba lista para la creación de los primeros robots.
De los libros a la realidad
La Feria Mundial de Nueva York del año 1939 fue el escenario elegido por la compañía Westinghouse Electric Corporation para presentar a Elektro, considerado el primer robot humanoide. El líder del equipo de ingenieros que lo diseñó y construyó fue Joseph Barnett.

Medía 2,1 metros de alto y pesaba aproximadamente 120 kilogramos. Fabricado con aluminio, acero y engranajes; podía caminar, hablar con un vocabulario de 700 palabras, fumar cigarros, inflar globos e, incluso, reconocer y responder comandos de voz, gracias a un sistema de células fotoeléctricas y tubos de vacío que le permitían procesar el sonido.
En la Feria del año siguiente, Elektro volvió a aparecer. Pero esta vez lo acompañaba Sparko, un robot con forma de perro Terrier que podía ladrar, posarse sobre sus patas traseras y seguir sencillas instrucciones. Ambos alcanzaron tal fama que recorrieron todo Estados Unidos, aun territorios más allá de las fronteras.
No fue el robot de Westinghouse la única novedad en la materia durante el pasado siglo. Con los años, fueron llegando a ocupar algunas tareas productivas. En ese sentido destaca Unimate, creado por el empresario George Devol y el ingeniero Joseph Engelberger. Se empleó en una fábrica de General Motors debido a su capacidad para hacer tareas repetitivas manipulando materiales a altas temperaturas o dañinos.
En “Una breve historia de la robótica industrial en el siglo XX”, publicado en la revista Avances en Estudios Históricos (Advances in Historical Studies), los profesores Alessandro Gasparetto y Lorenzo Scalera, de la Universidad de Udine, Italia, definen tres generaciones para la robótica durante la pasada centuria: de 1950 a 1967, una intermedia entre 1968 y 1977, y cierra desde ese año hasta 1999.
Añaden que los robots de la primera etapa “eran básicamente máquinas programables que no tenían la capacidad de controlar realmente la modalidad de ejecución de tareas; además, no tenían comunicación con el entorno externo. Con respecto al hardware, los robots de primera generación estaban provistos de equipos de baja tecnología y no existían servocontroladores”.
Para los años de 1968 a 1977, “eran máquinas programables básicas con posibilidades limitadas de comportamiento autoadaptativo y capacidades elementales para reconocer el entorno externo. Estos robots utilizaban servocontroladores, lo que les permitía realizar tanto movimientos punto a punto como trayectorias continuas. Su sistema de control consistía en microprocesadores o Controladores Lógicos Programables (PLC), y también podían ser programados por un operador mediante una caja de aprendizaje”.
“Los robots industriales de tercera generación se caracterizaban por una mayor interacción, tanto con el operador como con el entorno, a través de algún tipo de interfaces complejas (como la visión o la voz)”. Además, tenían algunas capacidades de autoprogramación y podían reprogramarse. Podían programarse en línea (el operador podía utilizar una caja de aprendizaje con un teclado) o fuera de línea, estando conectados a un PLC o un PC.
Con el cambio de siglo, la integración de la robótica y la automatización dieron paso a una nueva ola. Los robots pasaron de ser simples máquinas para pasar a confirmarse como sistemas controlados por software. El iRobot PackBot fue usado para búsqueda en las Torres Gemelas luego del atentado del 11 de septiembre de 2001.
La exploración espacial se benefició grandemente de los avances en el diseño y construcción de robots. El Space Station Remote Manipulator System (SSRMS) ayudó a ensamblar la Estación Espacial Internacional y rovers de la NASA para analizar el ambiente de Marte, que todavía se encuentran operativos en la superficie del planeta rojo.
Entre los últimos avances tecnológicos que han contribuido a moldear la industria de la robótica se encuentran la inteligencia artificial y la computación en el borde. La primera ha permitido que los modelos más recientes tengan una mayor percepción, toma de decisiones, control, adaptación a entornos cambiantes y aprendizaje de la información.
Por otra parte, la edge computing beneficia en el sentido de que las órdenes dadas a través de los comandos se procesen más cerca de la fuente de origen, permitiendo respuestas más rápidas y eliminando la dependencia de la computación en la nube, que tiene una latencia mayor.
Los avances en tecnologías de sensores incluyen el desarrollo de las capacidades de percepción a través de cámaras y otros dispositivos. Así, pueden entender mejor el ambiente en el que se desarrollan, detectar y reconocer objetos e interactuar con el mundo de una forma más eficiente.
El futuro, ¿o el presente?
Ha llovido unas cuantas veces desde que echó a volar el pájaro mecánico de Arquitas. Cada vez que la humanidad tiene entre manos una tecnología nueva, aunque ya hemos visto que los robots no lo son tanto, no evitamos pensar en cómo nos puede ayudar. Y si el beneficio es mayor que el costo.
Un artículo de Expansión, publicado en marzo de 2024 con el título “Así son los robots humanoides con los que trabajaremos en el futuro”, refiere “que podrán trabajar a nuestro lado en diversas industrias y, en un futuro, convertirse en asistentes en el hogar. «Desde hace décadas, anhelamos este tipo de robots, pero no había tecnología suficientemente avanzada, no eran viables económicamente y no había una utilidad clara, resume Pablo Medrano», CEO de Casual Robots, una empresa española de alquiler y consultoría robótica”.
Las grandes compañías tecnológicas ya han puesto la mira en la industria. En 2024, Microsoft, OpenAI, Nvidia y Amazon entraron en la empresa Figure AI, para agilizar la idea de crear robots humanoides. Figure 01, diseñado por la compañía, se encuentra trabajando en una planta productiva del fabricante de autos BMW.
Diseñado con una fisionomía similar a la humana para la cual ya está adaptado el ambiente, se mueve por diferentes habitaciones, sube y baja escaleras, y levanta cajas. Gracias a una red neuronal que asigna pixeles a cada acción y ofrece precisión en cada movimiento, manipula piezas de la fábrica y puede corregir sus propios errores sin control remoto alguno.
Aunque un primer prototipo fue revelado en 2022, el robot de Elon Musk ganó relevancia luego del evento We, Robot, celebrado en octubre de 2024. Caminó e interactuó con el público asistente, sirvió bebidas y bailó. El robot respondió que no a varias preguntas sobre si era totalmente autónomo, lo que desató las dudas de los presentes. “Otro invitado inventó averiguar cuánta IA tenía una unidad que caminaba entre la gente. «No puedo revelar cuánto, eso es algo que tendrás que averiguar más tarde»”, refleja Xataka.

Sanctuary, una empresa canadiense, desplegó durante una semana a su robot humanoide en una tienda minorista de Mark´s. Pasó la prueba con éxito, tras la realización correcta de 110 tareas de comercio, como limpiar, seleccionar y empaquetar mercancía, y etiquetarlas.
Carlos Balaguer, profesor de Robótica de la Universidad Carlos III, de Madrid, dice a Evolución que “esta gran actividad es posible porque en los últimos años se han logrado avances significativos en ámbitos como la interacción con los humanos, la locomoción, la visión artificial, el control de movimientos, la manipulación de objetos y la inteligencia artificial”.
El profesor agrega que “las empresas de robótica prevén su uso en centros logísticos, donde podrán realizar tareas como descargar camiones, mover cajas y preparar pedidos. Aunque puedan parecer tareas sencillas, lograr que un humanoide abra y cierre una caja con destreza es un desafío complejo”.
Dentro de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés) surgió en 2021 el edificio 937, dedicado al diseño y fabricación de robots, así como la puesta a punto de componentes que serán utilizados en aceleradores o detectores del centro.
La más reciente propuesta de sus ingenieros es Robodog, un robot de cuatro patas con el tamaño parecido un perro mediano. Puede utilizarse para tomar medidas de radiación en zonas de la instalación sin que las personas corran riesgo de contaminación. Puede entrar en lugares de difícil acceso y está capacitado para transportar cargas pesadas.
China espera fabricar robots en masa durante 2025, reveló el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información del país en un comunicado oficial. Bloomberg informó que el documento era “escaso en detalles pero muy ambicioso”. Algunas empresas chinas parecen estar ayudando a abordar las ambiciones robóticas del país con seriedad, reporta Business Insider.
La compañía de la nación asiática, Fourier Inteligence, dijo que comenzaría a producir en masa su robot humanoide GR-1 a fines de 2023. La empresa declaró al South China Morning Post que aspiraba a entregar miles de robots en 2024 que podrían moverse a 5 kilómetros por hora y transportar 50 kilogramos.

En la Conferencia Mundial de Robots 2024, celebrada en Beijing, China, 169 empresas exhibieron de manera centralizada más de 600 productos innovadores, incluyendo 27 robots humanoides completos, estableciendo un nuevo récord en la historia del evento. Los androides fueron vistos jugando tenis de mesa, escribiendo caligrafía china, cocinando platos tradicionales asiáticos y otras labores tradicionalmente humanas.
¿Se convertirán los robots en un verdadero aliado para la humanidad o nos terminarán desplazando a segundo plano?
La balanza de pros y contras
Como beneficio, podemos pensar que los robots no van a necesitar descanso de sus labores. No imaginamos que uno pueda ir a Recursos Humanos (o robóticos) a solicitar un certificado o vacaciones. Pueden ser designados para operar en un ciclo repetitivo y, con el mantenimiento adecuado, lo seguirá haciendo hasta que se le asigne otra función.
La automatización asegura que las producciones estarán siempre en los estándares de calidad requeridos, eliminando los riesgos potenciales. Un robot no sufriría cansancio ni pérdida de concentración al realizar una tarea repetitiva, algo que sí puede ocurrirnos a los humanos.
Además, trabajadores de algunas industrias se ven obligados a realizar tareas en entornos peligrosos para su salud. El uso de robots en instalaciones con altas temperaturas previene daños hacia seres humanos.
La Organización de Naciones Unidas estima que la población mundial alcanzará los diez billones para 2050, lo que causará un aumento del 30 por ciento en la demanda de productos agrícolas. Un empleo de robots en este sector podría maximizar la eficiencia y optimizar el uso de la tierra, sin desplazar la sabiduría del agricultor.
El monitoreo de salud de las estructuras es un componente esencial de la ingeniería civil para la seguridad e integridad de edificios, puentes y túneles, entre otras. La automatización y tecnologías robóticas pueden facilitar su construcción, así como ser empleados como inspectores de la fiabilidad de esas estructuras.
La transportación automática, en la que los robots se verían ayudados de radiotransmisores, cámaras, mapas digitales, sistemas de navegación y sensores, puede suponer un aumento de la seguridad, confianza y eficiencia. Pueden identificar situaciones críticas y responder de manera acorde, incluso, compartiendo la solución con otras personas o vehículos.
En el campo de la medicina y la sanidad, el uso de robots y sistemas automáticos, junto a la inteligencia artificial, puede ayudar a dar mejores cuidados mediante el manejo de tecnología punta e interpretación de datos.
Un mayor empleo de los autómatas puede llevar a que el homo sapiens se vea desplazado de su trabajo. Por ejemplo, implementar líneas de montaje con robots puede ser más eficiente y ya no se necesitaría depender de la mano de obra humana.
El costo de adquirir e implementar sistemas robotizados puede requerir una significativa inversión en tecnología e infraestructura, así como mantenimiento regular, que requeriría mecánicos hábiles para ello.

La adopción de robots puede llevar a ampliar brechas económicas y digitales entre países con diferencias en la fortaleza de su economía. Naciones con una industria robótica avanzada experimentarán un crecimiento económico, mientras otros quedarán rezagados en la carrera.
Descansar en los robots puede resultar un riesgo. Si hay un malfuncionamiento de un vehículo autónomo, ¿qué consecuencias tendría si transporta seres humanos? Además, carecen de intuición humana, lo que les hace menos adecuados para tareas que requieren innovación y solución de problemas.
¿Qué impacto en el medio ambiente puede tener una masiva producción de la industria robótica? El uso de recursos no renovables y componentes electrónicos puede contribuir a su desperdicio, causando posibles daños al medio ambiente. Si un robot queda obsoleto, podrían reciclarse sus componentes, pero si no, podría crecer la huella ecológica.
No quiere jugar con nadie más. Hay por aquí docenas de niños y niñas con quienes podría trabar amistad, pero no quiere. No quiere ni acercarse a ellos, a menos que yo la obligue. Es imposible que se críe así. Querrás que sea una niña normal, ¿verdad? Querrás que sea capaz de ocupar su sitio en la sociedad…, supongo.
Así habló Grace Weston a su esposo George en el cuento “Robbie”, que aparece en Yo, Robot, de Isaac Asimov. La mujer estaba preocupada porque su hija Gloria solo interactuaba con el androide Robbie.
Una proliferación de robots capaces de establecer comunicación con los humanos podría derivar en una disminución de las interacciones entre personas, que podrían afectar nuestras habilidades sociales y relaciones.
Una mayor conexión de los robots entre ellos y otros dispositivos a través de la Internet de las Cosas puede volverlos vulnerables a los ataques cibernéticos. Hackear sus sistemas puede llevar a violaciones de seguridad, accesos no autorizados y manipulación de sus funciones.
La firma Goldman Sachs, cree que “para el año 2030 se venderán 250.000 humanoides, principalmente para uso industrial, cifra que superaría el millón de unidades en poco más de una década”.
Asimov en 1981 avisoró que los robots “de tener forma humana, podrían hacer uso de toda la gama de herramientas tecnológicas concebidas para los seres humanos, y si fueran suficientemente inteligentes podrían ser tanto amigos como sirvientes”. Cada día estamos más cerca de esa realidad. Veremos si en el futuro Nueva York limita la presencia de estos en las calles, como escribió el autor ruso en Yo, Robot.






