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Los grandes primates de la mitología y la ciencia

Giraldo Alayón García
16 abril 2025 | 0 |

El Yeti y Pies Grandes son figuras emblemáticas del folclore y la criptozoología, pero sus historias y características tienen diferencias interesantes.

Yeti

Surge de las tradiciones y mitología tibetana y nepalí. Se le conoce también como “el abominable hombre de las nieves”. Se dice que habita las regiones montañosas del Himalaya, donde a menudo se le considera como un ser espiritual o protector. Generalmente se le describe como un ser grande, cubierto de pelo blanco o gris, adaptado al clima frío. Aparecen de vez en vez noticias de supuestas huellas y relatos de avistamientos, pero la evidencia científica directa no ha confirmado su existencia.

Pies Grandes (Bigfoot)

Proviene del folclore y supuestos avistamientos en América del Norte, especialmente en Estados Unidos y Canadá. Se cree que habita en los densos bosques, particularmente en el noroeste del Pacífico.

Sería similar al Yeti, pero con pelo oscuro o marrón, también de gran altura y con pies extremadamente grandes. Existen numerosas fotografías borrosas, grabaciones (como la famosa película Patterson-Gimlin) y testimonios, aunque también carecen de confirmación científica concluyente.

Pies Grandes es una figura popular en la cultura pop, objeto de numerosas películas, libros y programas de televisión.

Misterio y evidencia

Ambos son seres misteriosos, descritos como grandes primates, con comportamientos esquivos y sin pruebas definitivas de existencia. Representan el deseo humano de explorar lo desconocido. Mientras el Yeti se asocia a regiones frías y montañosas, Pies Grandes se ubica en bosques templados. Culturalmente, el Yeti tiene connotaciones más espirituales y tradicionales, mientras que Pies Grandes se ha comercializado ampliamente.

Estas figuras nos invitan a reflexionar sobre los límites entre mitos y realidades y sobre nuestra conexión con los misterios de la naturaleza.

Algunos han pensado asociar estos grandes primates mitológicos con uno real que solo se conoce de fósiles, el Gigantopitecus. Es una teoría fascinante que algunos investigadores han considerado.

El Gigantopitecus fue un primate gigante que vivió en Asia hace aproximadamente 1 millón de años y su tamaño y características lo hacen candidato interesante como el posible origen del mito del Yeti o incluso de Pies Grandes.

Este especímen era un primate masivo, de hasta tres metros de altura, con un cuerpo robusto, lo cual coincide con descripciones tanto del Yeti como de Pies Grandes. El Gigantopitecus vivió en zonas cercanas al Himalaya, por lo que geográficamente hay cierta conexión con el Yeti. Es posible que los relatos de criaturas gigantes sean ecos de encuentros de los humanos primitivos con especies como el Gigantopitecus.

Según los registros fósiles, el Gigantopitecus se extinguió hace cientos de miles de años, lo que hace improbable que existan seres vivos que se correspondan con sus características hoy en día.

Aunque los mitos se ubican en regiones similares, la adaptación ecológica del Gigantopitecus es diferente de lo que esperaríamos de criaturas como el Yeti o Pies Grandes en la actualidad.

No hay evidencia científica directa que vincule al Gigantopitecus con estos seres legendarios, pero la conexión especulativa aporta otra capa de misterio a la exploración de estos mitos

La paleontología y la criptozoología son campos apasionantes que se cruzan en puntos curiosos como este. Hablemos entonces un poco más sobre el Gigantopitecus y cómo podría alimentar estas historias legendarias, así como los estudios que intentan conectar fósiles con mitos modernos.

Gigantopitecus blacki

El Gigantopitecus blacki es conocido principalmente por fragmentos fósiles como mandíbulas y dientes encontrados en Asia, especialmente en China y el sudeste asiático. Los estudios sugieren que era un primate herbívoro, tal vez similar a los gorilas actuales en dieta, pero más grande. A pesar de su extinción, la posibilidad de que nuestros ancestros humanos hayan cohabitado brevemente con este coloso podría haber dejado un impacto en las narraciones orales de los primeros humanos, que luego evolucionaron hacia los mitos del Yeti o Pies Grandes.

En el caso de la criptozoología, aunque no es un campo de investigación científica reconocido oficialmente, resulta fascinante por su capacidad para capturar la imaginación y empujar las fronteras de lo que consideramos plausible. También fomenta la exploración de áreas remotas que podrían guardar sorpresas en términos de biodiversidad.

El Gigantopitecus blacki fue descubierto de una manera bastante curiosa en 1935. El antropólogo Ralph von Koenigswald* encontró los primeros restos fósiles, que eran dos molares, en una farmacia tradicional en Hong Kong. Estos dientes estaban siendo vendidos como “piedras medicinales” para la medicina china.

Posteriormente se identificaron más fósiles, incluyendo mandíbulas y cerca de mil dientes, en excavaciones en China y Vietnam. Sin embargo, los restos del esqueleto son extremadamente escasos, ya que se cree que fueron consumidos por animales como puercoespines antes de fosilizarse. Este descubrimiento marcó el inicio de investigaciones sobre este primate gigante, que vivió en Asia durante el Pleistoceno y se considera el simio más grande conocido.

Se estima que el Gigantopitecus podía pesar entre 300 y 500 kg, mucho más grande que cualquier primate actual. Era principalmente herbívoro: se alimentaba de hojas, frutas y tallos. Sus grandes molares estaban adaptados para triturar plantas fibrosas. Vivió en bosques densos de China y el sudeste asiático durante el Pleistoceno. Probablemente tenía un estilo de vida similar al de los gorilas modernos, aunque no hay evidencia directa de sus patrones de comportamiento.

Se considera que el Gigantopitecus se extinguió hace aproximadamente 300 mil años. Durante el Pleistoceno, el clima se volvió más frío y seco, lo que redujo la vegetación densa de la cual dependía para alimentarse.

La competencia con otros primates más pequeños y adaptables, incluyendo nuestros ancestros humanos, podría haber desempeñado un papel en ello.  Un tamaño corporal tan grande podría haber dificultado su capacidad de adaptación a los cambios ambientales y de dieta.

La historia del Gigantopitecus nos recuerda cuán frágil puede ser la supervivencia de una especie frente a las fuerzas de la naturaleza.


*Gustav Heinrich Ralph von Koenigswald (1902-1982) fue un destacado paleontólogo y geólogo alemán-holandés, conocido principalmente por sus investigaciones en paleoantropología. Nació en Berlín y comenzó su interés por los fósiles a los 15 años, cuando adquirió un molar de rinoceronte durante una excursión. Estudió geología y paleontología en universidades como Berlín, Tubinga, Colonia y Múnich.

Von Koenigswald realizó sus descubrimientos más importantes en Java, donde trabajó para el Servicio Geológico de las Indias Orientales Neerlandesas. Entre 1931 y 1941 encontró fósiles significativos de homínidos, incluyendo el Homo erectus. Su trabajo ayudó a desafiar ideas previas sobre la evolución humana.

También identificó fósiles importantes en Sangiran, como mandíbulas y fragmentos de cráneo, que ayudaron a entender la evolución humana en el sudeste asiático.

Además, su trabajo en Java permitió clasificar fósiles en tres niveles del Pleistoceno, lo que proporcionó un marco temporal más claro para los restos de homínidos.

Ralph von Koenigswald tuvo un impacto significativo en la ciencia y una vida personal fascinante. En el ámbito científico, sus descubrimientos en Java, como el cráneo juvenil de Mojokerto y los fósiles de Sangiran, ayudaron a establecer un marco temporal para la evolución humana en el sudeste asiático. También identificó fósiles en farmacias chinas, como los “dientes de dragón”, que llevaron al descubrimiento de especies como Gigantopithecus blacki.

En cuanto a su vida personal, nació en Berlín en 1902 y mostró interés por los fósiles desde joven. Estudió en universidades prestigiosas y trabajó en Indonesia, Alemania y los Países Bajos. Fue miembro de academias científicas internacionales y recibió la Medalla de Oro en 1954. Su pasión por Asia y su cultura marcó su carrera y vida personal.

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