Ching-Shih Chen, nacido en Taiwán y emigrado a los EE.UU., se graduó de Química Médica y Farmacología en la Universidad de Michigan, obtuvo su PhD en la Universidad de Wisconsin, y fue contratado en 2001 como Director de la Sección de Investigación del Cáncer y profesor de medicina química de la Universidad Estatal de Ohio. Con anterioridad había trabajado en las universidades de Kentucky y en la de Rhode Island.
En 2010 recibió el galardón de Innovador del Año en la Universidad de Ohio. En el transcurso de su carrera recibió subsidios para investigación del U.S. National Institutes of Health por unos 8 millones de dólares, y publicó alrededor de 200 artículos en revistas científicas. Poseía varias patentes, la última otorgada en marzo de 2017, y era miembro de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (American Association for the Advancement of Science). Sus artículos se referían al efecto de los medicamentos para tratar diversos tipos de cáncer, como el de mama y de hígado.
Una denuncia anónima
Un email anónimo enviado a la dirección de la Universidad de Ohio a principios de 2016, al parecer muy bien informado, describía sospechas sobre seis de los proyectos de investigación de Chen. La investigación a la que dio lugar la denuncia involucró tanto a funcionarios de la Universidad como de la Oficina de Integridad de la Investigación (Office of Research Integrity), ya mencionada en otra oportunidad. La comisión integrada al efecto estaba integrada por tres profesores: el presidente del Colegio de Farmacia, un Profesor Asociado de esa misma especialidad y un Profesor Eminente de química y bioquímica de la Universidad de Ohio. Las pesquisas comenzaron en marzo de 2017 y la decisión se entregó en septiembre, tras llevarse a cabo 10 reuniones.

Al inicio de la encuesta Ching-Shih Chen trató de culpar de los problemas al personal de laboratorio y a sus asistentes post-doctorales, pero durante el transcurso de la investigación aparecieron problemas adicionales de los que no se pudo librar. Entre otras cosas, se encontró que no existían notas de laboratorio, pues solo se llevaban a cabo reportes semanales del progreso de la investigación ‒ sin un registro diario de los experimentos realizados ‒, lo que va en contra de políticas federales.
Su computadora fue confiscada, y en el disco duro aparecieron imágenes alteradas. En algunos casos lo que parecía ser la misma imagen, archivada con nombres similares en fechas diferentes, eran en realidad imágenes manipuladas con pequeñas diferencias.
Además, el disco duro aún guardaba los archivos originales, una clara evidencia de que había sido Chen quien alterara las figuras, porque no había forma de falsificar las imágenes de manera convincente sin haber estado en posesión de los originales.

Por ejemplo, en una ocasión Chen cortó y pegó líneas en un reporte negativo que expresaba cambios en una proteína, “para que no mostrara cambios”. Esto favorecía la credibilidad de un medicamento, porque mostraba resultados positivos ocultando los colaterales. En general, las manipulaciones incluían recortes de imágenes, reutilizar párrafos y pegar líneas adicionales en imágenes como datos de apoyo.
Opinión de la comisión
Al terminar la encuesta, la comisión concluyó que Chen ‘se desvió de las prácticas aceptables de tratamiento de imágenes y generación de gráficos, y de manera intencional falsificó datos’. Se encontraron falsificaciones en 14 ocasiones, que incluían no menos de 8 artículos. En un caso particular, Chen admitió alterar las cifras al ajustar falsamente las condiciones experimentales porque “estaba frustrado a causa de que un estudiante no había hecho su trabajo con mayor rapidez”. Al respecto, el comité expresó que ese acto de “falsificar datos de manera intencionada en compuestos para uso específico de pacientes es altamente significativo e increíblemente peligroso”.
Chen no reconoció tener una vinculación directa con algún laboratorio de fármacos; tampoco se encontró alguna otra causa específica para su comportamiento. No obstante, muchas veces existe una combinación de factores que tienden a estimular este tipo de conducta fraudulenta. Los principales son la presión por publicar y obtener financiamiento para la investigación, el deseo de prestigio que conduciría a promociones, y los beneficios económicos indirectos vinculados a patentes, colaboraciones con la industria, o bonificaciones institucionales. Cualquiera que haya sido su motivación, el tiro le salió por la culata.
En septiembre de 2017 la comisión investigadora recomendó cancelar su contrato, pero al conocerse los resultados ‒ y antes de ser despedido ‒ Chen renunció a su posición en la universidad. Como se pudo comprobar después, las prácticas deshonestas de Chen comenzaron en 2001 y las mantuvo todo el tiempo de estancia en la Universidad de Ohio; se estima que en toda su carrera el gasto de financiar sus investigaciones ascendió a un total de unos 6 millones de dólares. Para 2020 las publicaciones retractadas llegaban a 10, y dos habían recibido notas de preocupación. El galardón de Innovador del Año en la Universidad de Ohio, asociado a una de las investigaciones fraudulentas, le fue retirado.
Más sanciones
Por su parte la Academia Sínica, institución rectora de la ciencia en Taiwán, y de la que Chen era miembro distinguido, realizó su propia investigación.

Tras 20 meses de pesquisas, tanto el Comité de Ética Divisional como el Comité de Ética de la Academia Sínica concluyeron que Ching-Shih Chen había violado la ética de la investigación, de conformidad con el artículo 5 del Código de Ética para becarios y especialistas de investigación de la Academia, y que 4 de los 22 artículos de investigación publicados durante su participación en la Academia estaban vinculados a la fabricación o falsificación de datos.
Como sanción por estas acciones, en enero de 2020 la Academia le prohibió colaborar en cualquier actividad académica o proyecto de investigación durante 10 años, así como utilizar sus recursos académicos y administrativos, o participar en empleos simultáneos en la Academia y otro lugar en el mismo período. Además, la Academia reclamó todos los fondos de subvenciones y premios recibidos y lo conminó a retirar un artículo publicado y a corregir otros tres.

¿Cómo evitar los fraudes?
Los artículos científicos que reportan resultados falsos, sean producto de errores no intencionados o de engaños deliberados, constituyen en la actualidad un grave problema en la ciencia. Las estimaciones de artículos que debieran retractarse llegan a decenas de miles cada año (de los tres millones de artículos anuales que aproximadamente se publican). En el caso de los artículos médicos, algunos son de la opinión que seguir las directrices que emanan de estos artículos puede haber causado ‒ sólo en el Reino Unido ‒ unas 10 000 muertes en un año.
A principios de junio de 2025 el Centro para la Integridad Científica (Centre for Scientific Integrity, CSI), organización sin ánimo de lucro que gestiona el sitio Retraction Watch, encargado de reseñar retractaciones de artículos publicados en revistas científicas y hacer un seguimiento de sus autores, ha puesto en marcha un proyecto destinado a identificar artículos médicos defectuosos, con el fin de neutralizar la influencia de estas publicaciones en las directrices sanitarias de todo el mundo. El proyecto, titulado ‘Proyecto de Evidencia Médica’ cuenta con una subvención de 900 000 USD, aportado por la fundación Open Philanthropy de San Francisco, California. En una primera etapa tendrá una duración de dos años con la participación de tres a cinco integrantes. En este momento ya es posible enviar denuncias sobre artículos dudosos ‒ firmadas o anónimas ‒ al sitio WEB https://medicalevidenceproject.org/ o por email a tips@medicalevidenceproject.org. El objetivo principal del proyecto es neutralizar artículos médicos inadecuados por cualquier razón, ya que ellos pueden causar impacto notable en las políticas sanitarias a causa de las distorsiones que ocasionan en los metaanálisis.
Un metaanálisis es una revisión que compara resultados de múltiples estudios sobre un mismo tema, con el fin de llegar a conclusiones más sólidas desde el punto de vista estadístico. Hoy día es usual que sus resultados se tomen como base para emitir normas sobre medicamentos, procedimientos, o cualquier otra actividad médica.
Según los promotores, este proyecto detectará los artículos médicos perversos ‘y se lo informará a todo el mundo’. Hasta el momento el proyecto ha recibido elogios, aunque también algunas preocupaciones; hay opiniones de que experiencias como esta ‘podrían enseñar a los tramposos a engañar mejor’.
Bibliografía
Ohio State researcher forced to resign after falsifying data in cancer research projects paid for in part by Pelotonia and Stefanie Spielman cancer fund, https://www.thelantern.com/2018/03/ohio-state-researcher-forced-to-resign-after-falsifying-data-in-cancer-research-projects-paid-for-in-part-by-pelotonia-and-stefanie-spielman-cancer-fund/
Why The Ohio State University decided to go public about misconduct, https://www.science.org/content/article/why-ohio-state-university-decided-go-public-about-misconduct
Professor resigns after research misconduct investigation, https://news.osu.edu/news/2018/03/30/misconduct-investigation/
OSU Professor Falsified Data on Eight Papers, Resigns, https://www.the-scientist.com/?articles.view/articleNo/52212/title/OSU-Professor-Falsified-Data-on-Eight-Papers–Resigns/
Ohio State just released a 75-page report finding misconduct by a cancer researcher. What can we learn? – Retraction Watch, https://retractionwatch.com/2018/03/30/ohio-state-just-released-a-75-page-report-finding-misconduct-by-a-cancer-researcher-what-can-we-learn/
Science-integrity project will root out bad medical papers ‘and tell everyone’, https://www.nature.com/articles/d41586-025-01739-z