Por Carla Gutiérrez Mouriz y Yanel Blanco Miranda
Blanca Sorribes conoció de la revista cuando niña, pues su hermano, 12 años mayor que ella, era fiel seguidor de la publicación. “Por lo tanto, la tenía a mano. Me parecía interesante, instructiva y práctica”, cuenta.
“JT de alguna manera me ayudó a interesarme más por el mundo de los adelantos científico-técnicos, sobre curiosidades de la ciencia; me acercó más a personalidades de esas ramas en Cuba y el mundo, y a leer ciencia ficción”.
Miembro del Consejo Científico-Técnico Asesor en el área de la Botánica, Blanca Sorribes asegura que para ella esta distinción, además de un honor, representó un reto.
“Sobre todo en los años iniciales, porque no me considero merecedora de estar junto a figuras o personalidades de la talla de muchos de los otros integrantes. Y, por supuesto, agradezco muchísimo por lo que me aportó en la vida profesional, y por permitirme contribuir mi granito de arena, desde el amor por la ciencia, la naturaleza y particularmente por las plantas”.
Al preguntarle, cómo era a su entrada el trabajo con el Consejo y qué podría mejorar, dijo que “con determinada periodicidad, teníamos un encuentro con la dirección y equipo de redacción de la revista y fluía mucho el trabajo, los artículos tenían más revisión y comentarios, que aportaban ideas y temas”.
En opinión de Blanca Sorribes retomar esos encuentros es fundamental y propone que, “en estos tiempos donde la movilidad y el traslado se ven muy afectados por cuestiones obvias de transporte, quizás la existencia de un grupo virtual sería buena idea para establecer una mayor relación entre el Consejo y la revista”.