Foto: Toni Pradas
Sin ánimos de adulterar el espíritu del astronauta Neil Armstrong, muchas veces pudiera cumplirse lo dicho por él: aquello sobre un pequeño paso –como el suyo, que, pionero, dio en la Luna– que puede interpretarse como un gran salto. Y así pasó en días recientes con matriz en La Habana, cuando la nación cubana y sus residentes en el exterior se sentaron frente a sus respectivas pantallas para celebrar el I Foro Empresarial Cubanos TIC.
Pensar que fue más efectiva la convocatoria por vías electrónicas, antes que las tradiciones protocolares (que también las hubo), parece una idea extravagante. En otros tiempos, decenios, desde que el núcleo y la diáspora de la nacionalidad comenzaron a separarse y hasta rebotarse como moléculas de un mismo átomo, los intentos de reencuentros apenas cristalizaban gracias a la gentileza de las partes en conflicto, un tanto formal, y los avances se obtenían más bien de manera lenta, viscosa.
Y ya ven: sin cartas para programar ni citas confirmadas mediante extintos telegramas, 172 cubanos residentes en más de 30 países, formados en el ámbito de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), pudieron conversar con sus connacionales del mismo gremio avecindados en La Habana, en su mayoría representantes de empresas y del ministerio del sector, paradójicamente el 9 de octubre, el Día Mundial del Correo.
Es que no podía haber sido de otra manera, tratándose de cibernéticos, telecomunicadores, programadores… ¿O han cambiado los tiempos? Aun bajo la inestable lluvia impuesta por el huracán Milton, el diálogo se abrió paso de punto a punto, bit a bit, pixel a pixel, a través de la plataforma informática TrueConf, sin urticaria en las dos horas ante la webcam.
Bastante, y aun así insuficiente, se ha hablado en los medios sobre esa reunión que da continuidad a la IV Conferencia La Nación y la Emigración, de 2023, y que resultó ser la primera de otros encuentros sectoriales que se esperan entre las dos partes.
Por tanto, la invitación fue de la mano del Ministerio de Relaciones Exteriores, y en voz de la titular de su Dirección de Asuntos Consulares y Atención a Cubanos Residentes en el Exterior, Ana Teresita González Fraga, se recordó al iniciar la videoconferencia los intercambios realizados en aquella fecha, sobre las posibilidades de participar los de afuera en el desarrollo económico del país, con inversiones y oportunidades de negocios.
De eso, se sabe ya, versó el encuentro, el cual todos avaluaron de exitoso al concluir. Quizás porque su principal ambición era “conectar” a las partes interesadas, según resumiera con un trisílabo el viceministro primero del Ministerio de Comunicaciones, Wilfredo González Vidal, anfitrión del foro, desde un salón de reuniones de esa sede institucional.
La apertura política, en esencia, propone la participación y colaboración de los especialistas cubanos de ambas orillas en el desarrollo y despliegue de soluciones, no solo con la vista puesta en las necesidades del país, sino pudiendo contemplar acciones que apunten a la región de Latinoamérica y el Caribe e, incluso, incursionar en otros modelos de negocios a otros países con mercados atractivos.
Adelantó González Vidal que algunas de las motivaciones y oportunidades para el desarrollo de modelos de negocios conjuntos, bajo esquema de alianzas y sinergias, están en el desarrollo de aplicaciones y componentes bajo contrato; así como la promoción de proyectos asociados a la exportación de servicios, incluido el postal; las oportunidades de la inversión extranjera; y el soporte técnico, mantenimiento de aplicaciones, atención al cliente y call center.
Las embajadas cubanas, desde ya, así como el Ministerio de Comunicaciones, servirán como plataformas para las coordinaciones necesarias. Los pormenores son apenas puntos para sus agendas. Otros compromisos fueron expresados, que apuntan a mostrar mayor transparencia e información ante dudas relacionadas con la potencialidad y operatividad de los posibles proyectos, cuyo fin debe ser –y no otro– la relación de ganar-ganar.
¿Invertir o no?
Temprano aún para vaticinar resultados, este paso inicial puede convertirse en un salto inusual en las relaciones de la nación con sus hijos residentes en todo el planeta. El hecho de propiciar el diálogo en igualdad, el intercambio académico y hasta la cooperación en negocios conjuntos, debe marcar un hito en materia política, justo en momentos en que algunas adversidades intentan alejar y hasta confrontar a las partes. Más que en calidad de inversionistas o socios, los cubanos residentes en el exterior estarían reconectándose con su país para contribuir con un anhelo de unidad al que, a pesar de las distancias, se han resistido a renunciar.
El escenario, hoy, se muestra alentador ahora para ellos, luego de que Cuba haya estado actualizando las políticas y estrategias que se acometen en materia de Transformación Digital e Inteligencia Artificial, así como el más reciente ordenamiento y amplitud del ecosistema empresarial nacional. Sustenta esa afirmación la convivencia de alrededor de 30 entidades estatales y dos parques científicos tecnológicos, uno en La Habana y otro en Matanzas, capaces de incubar empresas relacionadas con las TIC, aupadas por una moderna Ley del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación aún en construcción.
Al mismo tiempo, 307 micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) focalizan sus esfuerzos en la industria del software y trabajan en todos los sectores de la economía del país. A tenor con la propiedad de su capital, 37 son estatales y 271, privadas. Sus diferentes grados de prosperidad y protagonismo en gran medida se han visto resaltados más por la creatividad de sus especialistas, que por su inversión. Ejemplos sobran, al menos en la admiración popular. En algunos casos, sus resultados han sido decisivos para resolver urgencias sobrevenidas en otros sectores, como el de la salud, que no es poco.
Existen varios ejemplos de mipymes exitosas apalancadas por inversionistas extranjeros, las cuales, dentro del país, contratan la fuerza laboral entre los numerosos especialistas que obtienen una alta calificación en centro educacionales cubanos. Lo saben muchos residentes cubanos en el exterior, potenciales empresarios dentro del país tras la reciente invitación, pues no pocos fueron diplomados en las mencionadas aulas.
Según estadísticas expuestas en el foro, cuatro mil técnicos de nivel medio se han graduado en los últimos cinco años, mientras más de tres mil alumnos se forman en 27 centros de la enseñanza técnico-profesional. Muchos de estos educandos, así como profesores y especialistas, son una presumible fuerza de trabajo con la que pueden contar los residentes en el exterior, interesados en realizar proyectos en su patria. También los más de 48 mil graduados de carreras afines a la Informática, procedentes de universidades de todas las provincias.
Por esto: No huelga decir que los diplomados de estas especialidades cuentan con una organización gremial, la Unión de Informáticos de Cuba (UIC), con personalidad jurídica propia. A diferencia de otras asociaciones del país, la UIC, desde su surgimiento, acepta en su membresía a profesionales del sector público y privado. También admite en su seno a graduados de universidades nacionales y foráneas, así como a quienes residen en toda la República y allende los mares.
Cantero para la semilla
Este ofrecimiento de cooperación ocurre en momentos en que el grado de penetración de la telefonía móvil es colosal en el archipiélago (casi ocho millones de cubanos, de una población de poco menos de once millones, están suscritos a este servicio), que tienen a su servicio dos líneas de fibra óptica que conectan internacionalmente los servidores domésticos.
Mas, el proceso de incremento de disponibilidades (incluidas las pruebas iniciadas con la generación de telefonía móvil 5G) está más que nunca condicionado, como muchos otros sectores, por los avatares financieros y los efectos sufridos por el bloqueo a la economía cubana que realiza el gobierno de los Estados Unidos.
Aun así, los servicios de telecomunicaciones, a diferencia de otros que se brindan en el país, han logrado mantener sus costos inalterables durante años a pesar de la inflación. Si en algún momento avergonzaba que la telefonía móvil cubana se alistaba entre las más caras del mundo, hoy probablemente sea de las más baratas y flexibles, permitiendo que la información y la comunicación, amén de cumplir con ese derecho humano, se hayan convertido en parte de la cultura, cotidianidad e identidad de gran parte de la población. Vale subrayar que de un gigabyte que como promedio consumía un cliente, hoy la cifra es ocho veces superior.
Pero persisten algunos contratiempos para hacer que el consumo pueda realmente hechizar a los potenciales inversionistas, sean cubanos o de otras nacionalidades. A pesar del boom registrado en los últimos tiempos con el pago electrónico mediante plataformas como Transfermóvil y Enzona, las pasarelas de pago para el escaso comercio electrónico y, en general la economía digital, son poquísimas o muy rudimentarias. Afortunadamente, el estudio a marcha apurada sobre las potencialidades del blockchain y otras tecnologías, así como el interés expresado en las llamadas monedas digitales de banco central, permiten intuir que importantes desarrollos pudieran sorprendernos en algún momento, así como los beneficios que estos conllevarían.
A primera vista, por axiomático, se puede decir que el comercio electrónico y la economía digital pueden revelarse como atractivos para invertir. Pero no es secreto que los sectores más seductores son el turismo, el electroenergético, las comunicaciones y el financiero. Y aunque los expertos no suelen incluirlo, el sector de la salud puede resultar un filón al menos a largo plazo, si se tiene en cuenta el apoyo que contra viento y marea se le da en el país y por la experticia avalada con diversos equipos electrónicos desarrollados durante décadas para la medicina.

De momento, si algo despertó particular atención a algunos participantes foráneos durante el foro, fue conocer las facilidades que ofrecen los parques científicos y tecnológicos. Casi un lustro después de instalarse el primero de estos en los predios de la Universidad de Ciencias Tecnológicas (UCI) de la capital, a pesar de la excelencia conseguida y de la que se enorgullecen sus directivos, muy poco se ha socializado sobre esa infraestructura dentro y fuera del país, aun cuando algunos productos informáticos, desarrollados en esta gran incubadora de empresas y proyectos de innovación, tienen bastante popularidad.
Otros factores que de mejorarse y aprovecharse pueden coadyuvar al desarrollo de una industria informática más fuerte, con participación de capital cubano procedente del exterior, son la elevación de la cultura informática desde niveles educacionales muy tempranos, así como el fomento de la industria de la información y el conocimiento, que son, como si el dato fuera un metal precioso, el rubro que en definitiva da sentido al entramado de ceros y unos, comandos y programas, aplicaciones y sistemas.
Tampoco debería subestimarse el aporte que la comunicación social podría añadir a productos y servicios, sobre todo si se pretenden desarrollar estrategias que realmente proyecten el valor de los capitales intelectuales del país en las TIC. La aún fresca y disruptiva ley de Comunicación Social, cocida un tanto para favorecer novedosas ambiciones de desarrollo, ofrece espacios jurídicos antes inexplorados en los cuales desempeñar esas actividades comunicacionales, cada vez más necesarias.
¿Qué se debe esperar entonces como fruto de la reunión reciente? ¡Todo! Pero apenas fue la semilla, y le falta germinar. Esa es la verdadera foto de este minuto. Modestamente, por ahora, digamos que fue un breve paso, casi un telegrama en el enorme espectro de la infoesfera, una audaz pisada que merece convertirse en un gran salto lunar.