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Informe sobre seguridad alimentaria y nutrición alerta sobre inflación en precios de alimentos

Carla Gutiérrez Mouriz
28 julio 2025 | 0 |

El informe Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2025, publicado hoy a partir de datos de varias agencias, fondos y programas de Naciones Unidas como la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), El Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de Salud (OMS/OPS), documenta cómo la alta inflación de los precios de los alimentos se asocia con el aumento de la inseguridad alimentaria y la desnutrición infantil.

Los grupos vulnerables, incluidos los hogares de bajos ingresos, las mujeres y las comunidades rurales, pueden verse particularmente afectados por los precios de los alimentos, con lo que ello representa en materia de retroceso en la lucha contra el hambre y la malnutrición. Tras la publicación del texto, Máximo Torero, Economista Jefe de la FAO, analizó las razones por las que algunas regiones están avanzando en la lucha contra el hambre mientras que otras continúan luchando.

Máximo Torero, Economista Jefe de la FAO./Foto tomada de la FAO.

“Por segundo año consecutivo, el hambre mundial ha disminuido. Alrededor de 673 millones de personas, el 8,2 por ciento de la población mundial, se enfrentaron al hambre en 2024, frente al 8,5 por ciento en 2023 y el 8,7 por ciento en 2022. Este progreso ha sido impulsado por notables mejoras en Asia meridional y sudoriental, así como en América del Sur” expresó.

Con respecto a la situación de la región de América Latina, dijo que si bien hemos visto mejoras significativas en América del Sur, otras subregiones como América Central y el Caribe no han experimentado el mismo nivel de éxito.

En América del Sur, dos factores principales sustentan este resultado. “En primer lugar, se ha prestado especial atención al apoyo a las poblaciones más vulnerables. Países como Brasil y México han implementado programas sociales impactantes, que incluyen transferencias monetarias condicionadas e iniciativas de alimentación escolar. Estos programas han demostrado ser altamente efectivos para evitar que las personas vulnerables caigan más profundamente en la pobreza a través de una mejor distribución del ingreso.

“En segundo lugar, las naciones sudamericanas han realizado inversiones sustanciales para aumentar la producción y la eficiencia agrícolas. Brasil, Uruguay y Paraguay son los principales exportadores mundiales de cereales, lo que aumenta significativamente la disponibilidad de alimentos tanto a nivel local como internacional. Además, países como Chile, Perú, Ecuador y Colombia se han destacado en la producción de productos básicos de alto valor, estableciéndose como los principales exportadores de diversos alimentos que se disfrutan en todo el mundo. Esta combinación de sólidas medidas de protección social y mejora de la productividad agrícola ha desempeñado un papel crucial en su éxito”, continuó.

“Sin embargo, el escenario es diferente para Centroamérica y el Caribe, que se vieron afectados de manera desproporcionada por la pandemia de COVID-19 y siguen siendo altamente vulnerables a los eventos relacionados con el clima”.

Como recoge el informe las tendencias a escala regional presentan variaciones notables: la inseguridad alimentaria ha ido en aumento en África, ha caído en América Latina y el Caribe y ha disminuido gradualmente en Asia durante varios años consecutivos, mientras que, según las estimaciones, en Oceanía, en América septentrional y Europa se registró un leve descenso de 2023 a 2024 tras varios años de aumento.

La prevalencia de la subalimentación en Asia disminuyó del 7,9 por ciento en 2022 al 6,7 (323 millones de personas) en 2024. También se registraron progresos en América Latina y el Caribe, donde según las últimas estimaciones la prevalencia de la subalimentación disminuyó a un 5,1 por cineto en 2024 tras alcanzar un máximo del 6,1 en 2020.

En respuesta a estos desafíos y para evitar futuros shocks de precios, el informe examina las medidas de política adoptadas por los países y describe lo que es necesario para el futuro.

Destaca la importancia de la implementación coherente de políticas fiscales y monetarias para estabilizar los mercados, promover un comercio abierto y resiliente y proteger a las poblaciones vulnerables.

¿Cómo podemos cambiar estos indicadores?

“El acceso al sistema financiero mundial es limitado y, cuando está disponible, a menudo tiene un costo elevado, lo que los deja sin recursos suficientes para cubrir las importaciones de alimentos. El fortalecimiento de la estabilidad macroeconómica y el fomento del crecimiento económico son pasos cruciales” concluyó Torero.

Es vital crear resiliencia a las crisis climáticas. Esto implica prepararse para los desafíos futuros, como el desarrollo de sistemas de alerta temprana y herramientas de seguros que puedan ayudar a mitigar el impacto de eventos imprevistos.

En resumen, hay que actuar en múltiples frentes:

  • – Invertir en productividad agrícola sostenible, particularmente en alimentos nutritivos que aún son inasequibles para muchos, como frutas, verduras y legumbres.
  • – Aumentar la resiliencia climática, con sistemas de alerta temprana, herramientas de seguros y tecnologías climáticamente inteligentes.
  • – Fortalecer la resiliencia económica, especialmente entre los más vulnerables. Esto incluye abordar la carga de la deuda y mejorar el acceso a financiamiento asequible.
  • – Integrar las políticas humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz en las zonas afectadas por conflictos.

Además, el reporte pide mejores sistemas de datos e inversiones sostenidas en sistemas agroalimentarios resilientes para construir la seguridad alimentaria y la nutrición a largo plazo. Estas acciones coordinadas son vitales para reavivar el progreso hacia la erradicación del hambre y la malnutrición para 2030.

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