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El Ártico: de sumidero a emisor de carbono

Yanel Blanco Miranda
24 septiembre 2025 | 0 |
cría de pingüino

El más reciente informe sobre el Ártico advierte, que este continúa calentándose más rápido que el resto del planeta. Y que en 2024 (etapa estudiada), por undécimo año consecutivo las anomalías de temperatura superaron el promedio mundial.

El documento, elaborado anualmente desde 2006, destaca observaciones que muestran cambios drásticos como la disminución de las manadas de caribúes continentales y el aumento de las precipitaciones invernales.

También ofrece una actualización sobre ocho signos vitales, entre ellos: temperatura del aire en la superficie, cobertura de nieve terrestre, capa de hielo en Groenlandia, temperatura del mar y hielo marino.

Otro aspecto reflejado es la diferencia entre las distintas regiones, lo que hace que las experiencias locales en cuanto a cambio ambiental sean muy variables para las personas, las plantas y los animales.

Con una información clara, confiable y concisa, los registros publicados sugieren que el Ártico se encuentra en un “nuevo régimen, con observaciones recientes que no siempre establecen récords anuales, pero que se mantienen consistentemente dentro de un rango más extremo en comparación con lo descubierto en otras ocasiones”.

Un ejemplo de ello está relacionado con la extensión mínima del hielo marino (área en la que los sensores satelitales muestran presencia de hielo, en al menos un 15 por ciento). Aunque para 2024 fue solo la sexta más baja registrada (a partir de 1979), las últimas extensiones de septiembre resultaron ser las más bajas en esos 45 años.

Al mismo tiempo, la extensión del hielo más grueso y antiguo, hábitat importante para muchas especies, se ha mantenido muy baja desde 2007. Y las temperaturas de la superficie del mar en el Ártico no alcanzaron niveles récord en 2024.

No obstante, es “clara la tendencia al calentamiento a largo plazo, y la mayoría de los mares marginales (localizados en los márgenes de los continentes) del océano Ártico fueron entre 2 y 4 °C (3,6 y 7,2 °F) más cálidos en agosto de 2024, que en el periodo de referencia establecido (1991-2020)”.

Los científicos continúan preocupados

Uno de los cambios ocurridos es la transformación de la tundra ártica, de sumidero a fuente de carbono. Este “indicador sobre el ciclo del carbono señala que las tendencias de calentamiento del permafrost continúan”, refiere el informe. En ese sentido, Alaska muestra las segundas temperaturas más cálidas registradas.

Una de las preocupaciones de los científicos es que, las marcadas diferencias regionales “pudieran dificultar la planificación para ciertas condiciones climáticas, así como crear experiencias fuertemente contrastantes del cambio ártico”.

Incluso, expone el informe, pese a la acumulación de nieve superior a la media para el invierno de 2023-24 y una temporada también más larga en las regiones árticas euroasiáticas, partes del Ártico central y oriental de Canadá tuvieron el periodo de nieve más corto referido en el registro de 26 años.

Sin embargo, aunque el Ártico experimentó el segundo verano más cálido registrado en general, los patrones climáticos trajeron condiciones más frías al oeste de Groenlandia y su capa de hielo experimentó solo una pérdida modesta.

El verdor de la tundra es otro ejemplo de los cambios ocurridos. “Si bien el valor promedio de verdor circumpolar de 2024 fue el segundo más alto en los últimos 25 años, zonas más pequeñas de la llanura siberiana presentaron un color marrón anómalo”.

Las poblaciones de focas de hielo, incluida las anilladas, barbudas, moteadas y listadas, a lo largo de los mares de Bering hasta Chukchi se mantienen saludables a pesar del drástico calentamiento a largo plazo y la pérdida de hielo marino en su hábitat. Esto es indicativo de que no se deben extrapolar las conexiones aparentes de un año, para predecir los cambios a largo plazo en el todo el sistema.

El cambio drástico del Ártico pudiera ser devastador para algunas plantas y animales. En este aspecto, el caribú de tundra migratorio de América del Norte es uno de los afectados, pues su número ha disminuido en un 65 por ciento desde un pico en la década de 1990 y principios de la del 2000.

“Si bien las manadas costeras del Ártico occidental, por lo general más pequeñas, han experimentado cierta recuperación durante alrededor de la última década, mientras las del interior, anteriormente grandes, continúan un declive a largo plazo o se mantienen en las poblaciones más bajas observadas por los ancianos indígenas”, advierte el documento.

Y subraya que, los residentes del Ártico están respondiendo por el momento a los cambios en curso, y la profunda capacidad de observación de los cazadores indígenas de la región de Kangiqtugaapik está ayudando a sus comunidades a comprender, prepararse y actuar.


* Fuente consultada: https://arctic-noaa-gov

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