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Cuba y el Convenio de Minamata por la reducción del mercurio

Yanel Blanco Miranda
01 octubre 2025 | 0 |
mercurio

El Convenio de Minamata surgió para tratar uno de los mayores peligros para la salud humana y el medio ambiente: la dispersión del mercurio, un elemento químico neurotóxico e indestructible.

Este acuerdo ambiental debe su nombre a lo ocurrido en la ciudad japonesa del mismo nombre, cuando una gran contaminación debido a la liberación industrial de metilmercurio a las aguas de la bahía afectó a más de dos mil personas y el fallecimiento de 45.

Adoptado en 2013 y puesto en vigor desde agosto de 2017, el Convenio de Minamata sobre el mercurio tiene el objetivo de proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones antropógenas de este elemento químico y sus compuestos.

De igual forma, compromete a los Gobiernos Parte a aplicar diversas medidas, como poner fin a las emanaciones a la atmósfera y reducir gradualmente los productos que lo contengan.

El acuerdo también busca controlar el comercio del mercurio imponiendo una serie de limitaciones a determinadas fuentes, como la extracción primaria del mineral.

A la par, se regulan los productos que lo contengan y los procesos de fabricación en los que se utiliza este metal o sus compuestos. También fiscaliza la extracción de oro artesanal y en pequeña escala, principal fuente de emisión.  

Aunque el convenio persigue reducir los niveles de mercurio, lo hace de manera flexible y teniendo en cuenta los planes de desarrollo de cada país. Asimismo proporciona apoyo financiero y técnico a las naciones en desarrollo y con economías en transición.

Según António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, este acuerdo representa “una oportunidad no solo para mejorar la salud de las personas en todo el mundo, sino también para acelerar la transición a una economía más verde, más justa”.

¿Qué es el mercurio?

El mercurio es un elemento químico (Hg) de preocupación mundial debido a su transporte a larga distancia en la atmósfera, su persistencia en el medio ambiente tras su introducción antropógena, su capacidad de bioacumulación en los ecosistemas y sus importantes efectos adversos para la salud de las personas y el entorno.

Pese a estar presente de forma natural en la corteza terrestre y ser liberado al ambiente a través de la actividad volcánica y la erosión de las rocas, la mayor causante de su emisión es la actividad humana. Se estima que cada año se expiden alrededor de nueve mil toneladas de mercurio a la atmósfera, el agua y la tierra.

Además de la extracción de oro artesanal y en pequeña escala, la combustión del carbón, la producción de metales no ferrosos y de cemento, constituyen fuentes de emisión.

También se puede encontrar en productos como baterías, lámparas fluorescentes, cosméticos, plaguicidas, termómetros y amalgamas dentales.

El mercurio no puede destruirse, pero sí reciclarse y destinarse a otros usos sin tener que seguir extrayéndolo de las minas, algo por lo que apuesta el Convenio de Minamata.

Daños que ocasiona

La Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) alertan sobre los problemas a la salud que ocasiona la exposición al mercurio, incluso a pequeñas cantidades.

“Este puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, la piel, los pulmones, riñones y los ojos. Igualmente es peligroso para el desarrollo intrauterino y en las primeras etapas de vida”.  

La OPS/OMS refiere que la exposición al metilmercurio, compuesto orgánico, se produce fundamentalmente al consumir pescado o marisco contaminado por este elemento. También al aspirar vapores de mercurio elementales durante los procesos industriales.  

La ingestión de distintos compuestos, inhalación o la exposición cutánea puede provocar trastornos neurológicos y del comportamiento. Causa síntomas como temblores, insomnio, pérdida de memoria, efectos neuromusculares, cefalea y disfunciones cognitivas y motoras. En cuanto a los problemas renales, estos van desde la proteinuria a la insuficiencia renal.

Cuba, el mercurio y la ciencia

Si bien la Isla ratifica el Convenio de Minamata en enero de 2018, no es hasta abril que este entra en vigor en el país. Desde ese momento, se han llevado a cabo diferentes iniciativas para implementar los acuerdos adoptados internacionalmente.

Una de ellas fue el proyecto GEF-PNUMA (Fondo Mundial para el Medio Ambiente-Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) denominado “Desarrollo de una evaluación inicial de Minamata en Cuba (MIA)”.

Este fue ejecutado por la Oficina de Regulación Ambiental y de Seguridad Nuclear (ORSA) y se financió a través del Centro Regional de los Convenios de Basilea y Estocolmo (BCCC-SCRC), con sede en Montevideo, Uruguay.

Su objetivo era crear las capacidades iniciales para implementar en Cuba el Convenio de Minamata sobre mercurio, y estuvieron presentes todos los sectores productivos y de servicios. 

MIA permitió identificar dónde estaban las emisiones de mercurio, punto de partida para poder trazar un plan de acción y trabajar en su reducción progresiva.

Aunque fue aprobado en 2021, el proyecto MERGE se dio a conocer oficialmente este 30 de septiembre. En la imagen, especialistas de las instituciones que participan y autoridades ambientales cubanas./Foto: Yanel Blanco

Al decir del M. Sc. Yoelvis Bolaño Álvarez, investigador agregado de Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos (CEAC), “este fue el primer paso que dio la Cuba para cumplir lo pactado en el convenio, mediante el uso de conocimientos y herramientas científicas y técnicas.

“Con el proyecto internacional Fortalecimiento del marco nacional de gestión para la implementación del Convenio de Minamata (MERGE), presentado oficialmente este 30 de septiembre, vamos a tratar de llenar parte de los vacíos identificados por MIA.

Este programa tiene el propósito de fortalecer las capacidades para gestionar aquellos productos que contienen mercurio y sus desechos, y evaluar la exposición humana a este elemento y su concentración en el medio ambiente cubano”.

MERGE fue aprobado en 2021 en plena pandemia, y aunque ha transitado por una serie de etapas en función de cumplir los objetivos, su líder aseguró que esto “ha resultado complejo”.

El M. Sc. Yoelvis Bolaños también comentó que persiguen crear una unidad de coordinación analítica entre las instituciones involucradas, que permita abordar este fenómeno.

“Eso nos permite contar con un grupo de expertos que elaboren los reportes, para que Cuba los ponga en función de la propia secretaría del Convenio de Minamata y así cumplir con las obligaciones.

“Un segundo objetivo está encaminado al fortalecimiento de las capacidades nacionales, fundamentalmente las analíticas, porque no hay un resultado valedero si no está certificado por la ciencia”.

El especialista refirió que la comunicación resulta otro de los elementos imprescindibles de este proyecto. “Es preciso que las personas conozcan en qué medio ambiente viven y su calidad, aspecto que también repercute en su salud”.

Sin embargo, subrayó que en Cuba, “el mercurio no está calificado como un gran problema y los resultados de MIA lo revelan. Aun así, hay ciertos puntos que deben ser estudiados.

“En el marco del proyecto hemos fijado un caso de estudio (zona del norte de Villa Clara) porque tenemos un tamaño limitado, pero este será el punto de partida para que próximos programas abarquen el territorio nacional”.  

Por su parte, Rudy Montero Mata, viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) dijo que “este proyecto de fortalecimiento del marco nacional de gestión, para la implementación del Convenio de Minamata en Cuba es de gran importancia.

“En primer lugar porque busca integrar experiencias nacionales e internacionales, para establecer un programa de monitoreo ambiental del mercurio. Por supuesto, esto incluye las mediciones del aire, la biota, el suelo”.

El viceministro del CITMA aseguró que “la apertura de este proyecto internacional brinda la posibilidad de fortalecer nuestras capacidades analíticas, para estudios de monitoreos ambientales del mercurio en el marco del Convenio de Minamata, que presenta sin lugar a dudas un hito estratégico y multidimensional en la lucha contra la contaminación”.

Asimismo, impulsa la mejora de los laboratorios, la metodología y herramientas, y de “un personal que estará capacitado, entrenado para entender mejor el manejo y uso del mercurio. También servirá para establecer el intercambio entre expertos cubanos y extranjeros, que para nosotros es clave.

“Minamata es un tratado global que busca proteger la salud humana y del medio ambiente frente a las emisiones del mercurio y sus compuestos.

La ejecución de este proyecto no es solo una acción técnica y quiero resaltar esto, es también una declaración de nuestra voluntad política y una apuesta por la ciencia aplicada, además una herramienta de transformación social porque el centro es el ser humano”.

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