Foto: Iramis Alonso Porro
Por Iramis Alonso Porro
Bajo el sol que despinta cotidianamente ese cinturón de fachadas de piedra y cemento que junto al Malecón bordea buena parte de La Habana, ha germinado un proyecto que intenta reinventar la capacidad de resistencia de la metrópoli cubana.
Su nombre resumido es AdaptHabana, y no es solo otro plan técnico, sino una red tejida por vecinos, científicos, mujeres, jóvenes y servidores públicos, que han decidido que el futuro de la costa capitalina no se deje al azar del clima. Seis municipios (Playa, Plaza, Centro Habana, Habana Vieja, Regla y Habana del Este), desde del Bajo de Santana hasta el Rincón de Guanabo, cientos de voces y una premisa clara: adaptarse no es rendirse al cambio, sino reinventar la ciudad con pies en la tierra… y ojos en el mar.
A la trigésima Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre cambio climático también llegó este Plan de Adaptación de la Zona Costera de La Habana, de la mano de su coordinadora, Yadira González, para presentarlo como un ejemplo concreto de la política de adaptación al cambio climático, recogida en la Contribución Nacionalmente Determinada de la República de Cuba.
“AdaptHabana, como lo dice su nombre, tiene como objetivo formular un plan de adaptación de la zona costera metropolitana, que considere los riesgos climáticos de mediano y largo plazo y las vulnerabilidades específicas y los integre a los procesos de desarrollo de cada uno de los territorios costeros y a nivel provincial, con la participación de los principales actores claves de la capital”.

La iniciativa está dirigida a beneficiar en primer lugar a los habitantes de la zona costera habanera, principalmente las mujeres y personas vulnerables, pero también grupos de trabajo a nivel municipal de sectores priorizados por el Plan de Estado al enfrentamiento al cambio climático (Tarea Vida) y la Contribución Nacionalmente Determinada: Recursos Hidráulicos, Ordenamiento territorial urbano, biodiversidad marino costero, Ministerio de la Agricultura, salud y turismo.
El proyecto fue financiado por el Fondo Verde del Clima, implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ejecutado por el Instituto de Geofísica y Astronomía. Para alcanzar sus propósitos, AdaptHabana ha trabajado en tres resultados específicos, el primero de ellos, la actualización de servicios técnicos.
“En el proyecto tenemos previsto actualizar diez servicios científicos técnicos, que nos permitan diseñar medios de adaptación mucho más específicos con estudios a escala de detalles, para que en un futuro las medidas que se adopten no generen nuevas vulnerabilidades.
“De ellos, ya tenemos concluidos los diagnósticos ambientales de ordenamiento territorial urbano, los estudios sobre el estado y salud de los arrecifes de coral y de manglares, que permiten disipar la energía del oleaje.
“Igualmente están ya listos los análisis de acidificación del agua, los modelos digitales de terreno que permitan modelar el comportamiento de las inundaciones costeras ante eventos hidrometeorológicos extremos y también el estudio de evaluación del carso, que es esencial porque por el aumento del nivel del mar se resiente y agrega una nueva vulnerabilidad, que influye en los derrumbes en esa zona del litoral”.
Un elemento de gran valor científico y práctico expuesto en la COP 30 es que dentro de todos los estudios realizados se culminó uno de variabilidad climática y bioclimática, sin el cual es imposible modelar cuáles serían las medidas de adaptación necesarias en cada momento, justo porque “estamos frente a un futuro incierto en cuanto al clima”.
Aunque la componente investigativa es un elemento contundente de AdaptHabana, el proyecto entendió desde su concepción que los planes no se sostienen solo con resultados técnicos, sino con personas. Por eso, una de sus apuestas es la formación de capacidades desde abajo: vecinos, líderes comunitarios, funcionarios municipales y jóvenes se han convertido en gestores climáticos o formadores en formación, entrenados para traducir el conocimiento en decisiones reales en sus barrios.
“Usando metodologías de educación popular y un enfoque participativo, -relató Yadira González- el proyecto ha capacitado a 82 actores claves en estudios de evaluación de riesgos de desastre. De esta manera pueden diagnosticar sus municipios y asesorar a sus tomadores de decisión, a los gobiernos, en sobre cuáles son las medidas de adaptación mejor diseñadas, para que puedan integrarse entonces en los planes de desarrollo local de cada una de estas comunidades”.
A la par se han creado aulas para las capacitaciones, que han sido amuebladas y a las que se les han facilitados todos los componentes técnicos necesarios.
Yadira González está convencida que, gracias a todo este sostén científico y formador, AdaptaHabana ha podido hacer con sus actores y beneficiarios un levantamiento de cuáles serían sus mejores medidas de adaptación y celebra la posibilidad de intercambiar sobre experiencias similares con expertos de otras provincias y países.
“Hemos podido hacer incluso un taller de sinergia de medidas de adaptación, donde se observaron lecciones aprendidas con otros proyectos que ya culminaron, como Basal o Resiliencia Costera, y hemos captado de ellos lecciones que nosotros podemos replicar dentro AdaptHabana”.
Como colofón, de todo este trabajo duro y sistemático, según anunció Yadira González en el pabellón cubano en la COP 30, a partir del 2026 estará listo “el primer borrador del plan de adaptación de la zona costera de La Habana, para que pueda ser entonces socializado con los municipios, el gobierno de La Habana y con los representantes de cada uno de estos sectores.
“Ese plan es un hito clave, estratégico, porque no solo define un conjunto integral de medidas de adaptación —combinando soluciones basadas en la naturaleza, infraestructura gris y enfoques blandos adaptados a la alta urbanización de la costa habanera—, sino que también establece un mecanismo institucionalizado de seguimiento y gobernanza a través de la recién creada Red Costera de La Habana”.
Para la coordinadora de AdaptHabana, la red, articulada con nodos municipales y organizada desde la delegación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente provincial, garantiza la continuidad más allá de la vida útil del proyecto.
“Hay una hoja de ruta clara, una cartera de proyectos viables y una estrategia de financiación orientada a movilizar recursos climáticos, todo ello reforzado por una potente estrategia infocomunicacional que busca sensibilizar, educar y comprometer a la ciudadanía en la construcción colectiva de una ciudad más resiliente frente al cambio climático”.
