Por Carla Gutiérrez Mouriz y Yanel Blanco Mirada
Miembro histórico del Consejo Científico Asesor, al frente de lo relacionado con la ciencia ficción, Bruno Enríquez sonríe mientras asegura que todavía era estudiante cuando comenzó a escribir obras narrativas para la publicación y textos sobre astronomía.
“El poder de la mano”, ilustrado por Alfonso Salazar (Alí), fue de los títulos que lo convirtieron en uno de los precursores de una sección que se mantiene hasta nuestros días: Ciencia Ficción.
Para Bruno Enríquez, pertenecer a esa familia de JT, con la que le tocó convivir de cerca, significaba “participar en debates sobre censura y discusiones editoriales hasta entrada la noche, donde los choferes, fotógrafos y secretarias también participaban con ideas sobre los trabajos que luego se imprimían.

“Otra característica del equipo de JT era la confluencia de periodistas con ingenieros o científicos que fungían como redactores de los textos, lo cual suscitaba polémica en la selección de las investigaciones en temas como la antimateria”, relata.
“Algo interesante es que la publicación en los años 60 y 70 era, además, un lugar donde personas especializadas en cuestiones científicas o no, se reunían en la biblioteca para consultar la colección de National Geographic, las revistas Electrónica, Science, Imagination, Scientific American o la Research francesa”.
No obstante, sorteando los momentos retadores y apasionantes de la historia de Juventud Técnica, Bruno Henríquez se siente orgulloso de que en sus páginas, en sus trabajos, persista el deseo de mostrar la ciencia como algo didáctico y atractivo para todos los públicos.