Quienes quieran un Editorial a la usanza, disfrutarán de la próxima frase. Por seis décadas de sostenido ejercicio periodístico, Juventud Técnica ha sido testigo y evidencia de los hitos científicos cubanos desde 1965 y hasta la fecha.
Tales lectores (ortodoxos, ¿quizás?) también verán satisfechas sus necesidades de encontrar en estas líneas el merecido realce al acompañamiento realizado por la revista a procesos investigativos diversos en complejidad, duración o alcance. Para ellos se hará mención a exhaustivos reportajes sobre la eficacia de la vacuna nacional contra la meningitis B, las aplicaciones del Heberprot-P para contrarrestar úlceras del pie diabético, los resultados del CIMAvax en tumores de pulmón o, más recientemente, el diseño, ensayo clínico e impacto de los productos profilácticos autóctonos contra la COVID-19.
Este mismo texto servirá para señalarles — recordarles tal vez — que cuando Arnaldo Tamayo llegó al cosmos, Juventud Técnica narró la hazaña y dedicó varias entrevistas al primer latinoamericano en alcanzar las estrellas.
Asimismo, estos párrafos mencionarán que el equipo periodístico de JT vivió la transformación e integración de organismos que dio origen al Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente. Aunque no pudo contarla por la desaparición de sus ediciones impresas en aquellos 90 especiales, que hoy retorna como en un bucle.
Acotarán también las numerosísimas innovaciones realizadas por diferentes generaciones de integrantes de las Brigadas Técnicas Juveniles que se convirtieron en titulares. Y, a su vez, tendrán la obligación de aludir a las invenciones y proyectos de “Hágalo así” que convirtieron a la revista en una útil fuente de soluciones.
Servirán, igualmente, para mostrar cómo la ciencia no es eso “noble” o curioso, sino un campo de debates crudos. Recordemos si no la época de siega a las “Malas Hierbas” de la pseudociencia, cómo esta publicación es sinónimo de interconexión entre arte y tecnología, con el diseño de la primera portada de la prensa cubana generada enteramente por inteligencia artificial o cómo ha estado atenta a las necesidades del público al crear el primer servicio de verificación de noticias falsas sobre ciencia y salud en la Isla.
Tras ahondar en todos estos puntos, los lectores podrían congeniar con quien escribe que, al igual que las piedras de Stonehenge simbolizan el decurso universal de la humanidad, Juventud Técnica testimonia con sus páginas la evolución de la ciencia cubana más de medio siglo.
Pero, ¿acaso bastarán esos argumentos? ¿Serán tomados como contundentes evidencias y darán por fidedigna la afirmación grandilocuente?
Para los más escépticos, quizás sea pertinente incluir en este amasijo de letras y signos de puntuación una aplicación práctica, resultado de 60 años de incansable trabajo. Sea dicho que es sabido que al método científico no le será suficiente con un caso para dar por buena ninguna conclusión. Sin embargo, en esta ocasión, los lectores de este Editorial permitirán a sus redactores saltarse esa premisa a favor de un toque de emoción, que mucho de eso habita también en la ciencia.
Como ejemplo práctico de que Juventud Técnica ha sido una especie de hilo invisible que ha unido a muchos cubanos alrededor de la ciencia tenemos esta historia:
Un abuelo que compró números a lo largo de los años 70 y 80 del siglo pasado para que su hijo aprendiera soluciones electrónicas y diera sus primeros pasos en la ingeniería arreglando circuitos.
Un padre que se convirtió en ingeniero y desarrolló innovaciones para mantener el funcionamiento y eficacia de diferentes equipos médicos mientras seguía engordando la colección.
Una nieta que, tras heredar todos esos fascículos, escogió ser periodista de ciencia, tecnología y medio ambiente y ahora se dedica a crear nuevos reportajes para LA revista.
Un hogar en que la publicación tiene nombre propio y habita, como un miembro más, en un estante privilegiado.
Desde allí, como las piedras de Stonehenge, esos pliegos amarillos son el testimonio de seis décadas de aventura y fidelidad. Son un legado para continuar inspirando a las nuevas generaciones a explorar y comprender el mundo que nos rodea. Son el tiempo de la ciencia cubana.