El pasado 29 de julio, un terremoto de magnitud 8.8 sacudió la península de Kamchatka, en Rusia. ¿Qué lo causó? ¿Podría repetirse? Para entenderlo, conversamos con el Dr.C. Enrique Diego Arango Arias, jefe del Servicio Sismológico Nacional de Cuba (CENAIS), sobre datos clave de este evento y sus implicaciones globales.
“El terremoto fue la consecuencia de la liberación de la energía acumulada en una zona de falla que constituye límite entre las placas del Pacífico y de Okhtost, las cuales “chocan” con una velocidad de 87,4 mm-año; por tanto, se puede considerar a esta zona como una de las más activas del llamado Cinturón de fuego de Pacífico. La longitud de ruptura estimada fue de unos 475 kilómetros”.
—¿Cómo se pudiera comparar este evento con otros ocurridos? Por ejemplo, el de Alaska en 1964.
—Aunque el epicentro del terremoto de Kamchatka estuvo cerca de la zona de falla donde ocurrió el terremoto de Alaska de 1964, no tuvieron la misma zona de origen, aunque sí similar mecanismo de ruptura (falla inversa). En cuanto a la energía liberada, a pesar de que el terremoto de Kamchatka fue muy fuerte, comparado con el de Alaska fue mucho menor. Hay que tener en cuenta que la energía de los terremotos se mide en una escala logarítmica.
—¿Qué tan común es que ocurran terremotos de esta magnitud en la región de Kamchatka?
—Según los datos recopilados por las diferentes agencias sismológicas que compilan todo el comportamiento de la sismicidad a nivel mundial, desde 1900 hay alrededor de 279 terremotos en promedio por año en el área cercana al epicentro de este terremoto (a menos de 100 km).
“La zona donde ocurrió este sismo tiene un nivel muy alto de actividad sísmica. Ha tenido al menos dos terremotos mayores a 8.0 de magnitud desde 1900, con un periodo de recurrencia de 60 a 65 años. Este es el terremoto más fuerte registrado en esta zona en los últimos 73 años en esta zona. En 1952 se registró muy cerca uno de magnitud 9.0 a 39 km de distancia”.
—¿Existen riesgos de réplicas importantes en los días o semanas posteriores?
—Sí, un terremoto como este puede generar réplicas muy fuertes que causen daños a construcciones previamente afectadas por el terremoto principal. Hasta el momento se han registrado entre las réplicas siete terremotos de magnitud entre 6.0 y 6.9 y uno de 7.2. No obstante, estas irán disminuyendo con el tiempo en cuanto a magnitud y cantidad. Con seguridad se registraran réplicas durante más de un año.
—¿Qué significa que haya ocurrido a cierta “profundidad intermedia” o “gran profundidad”?
—Los terremotos que ocurren en la zona de subducción pueden tener su origen a diferentes profundidades, ya que se trata de una porción de la litosfera que se hunde por debajo de otra, abarcando un espesor que va desde la superficie hasta cientos de kilómetros. En la medida que el terremoto es más superficial los daños serán mucho mayores que un terremoto de profundidad intermedia o a gran profundidad.
—¿Qué causó la diferencia en la magnitud inicial y final del terremoto?
—La diferencia estuvo dada porque en la medida que transcurrió el tiempo los cálculos de los parámetros del terremoto se fueron ajustando con la llegada de más señales del registro de estaciones sismológicas de todo el mundo. Aunque todos los registros se adquieren de manera automática, los de las estaciones lejanas demoran en lo referido al largo de la señal porque atraviesan las capas de planeta.
—¿Cómo afectará este terremoto al riesgo sísmico en la región del Pacífico?
—Más bien favorecerá, en muchos casos, a la mejora de los mapas de peligro realizados con anterioridad e implicará la revisión de los sistemas constructivos que de alguna manera se afectaron.
“No obstante, considero que los pocos daños reportados (en comparación con la magnitud del evento) en cuanto a pérdidas humanas y materiales se debieron a un bajo riesgo sísmico de las localidades cercanas al epicentro. Dicho de otra manera, aunque el peligro es alto, la vulnerabilidad es muy baja. Hay que recordar que el Riesgo Sísmico es, de la manera más simple, el resultado de la vulnerabilidad por el peligro. Por eso insistimos en que la clave del éxito está en reducir la vulnerabilidad para disminuir el riesgo, pues el peligro no lo podemos modificar“.
—¿Se puede predecir un terremoto como el de Kamchatka?
—Es muy difícil predecir un terremoto (no imposible). En muy contados casos se han podido predecir terremotos fuertes como por ejemplo en Haicheng, China 1975 y L’Aquila, Italia 2009, ante varios “avisos” del comportamiento de la sismicidad como de diferentes parámetros geofísicos y en el caso específico del terremoto de Haicheng a partir del comportamiento de los animales.
“Lo difícil del pronóstico de terremotos es extrapolar recetas de un contexto sismotectónico a otro, incluso en contexto similares no funcionan de la misma manera. Por esta razón, el mejor pronóstico es estimar el peligro de un territorio por los métodos establecidos a nivel internacional (determinísticos o probabilísticos). En este sentido, entonces la clave está en construir sobre la base del peligro (aceleración del terreno esperada) e implementar estrategias de reducción de la vulnerabilidad existente. Esto último, aunque parece un dinero más gastado, es una inversión que se recupera en menos daños materiales y humanos ante el impacto de un terremoto fuerte.
—¿Qué nos enseña este evento sobre la sismicidad del Pacífico Norte?
—Nos enseña en primer lugar que es una zona de alto peligro sísmico, como ya hemos mencionado anteriormente. Pero, de manera general, nos enseña que hay que tener en cuenta el peligro sísmico de cualquier territorio, que los terremotos siempre ocurren donde ya se habían registrado anteriormente, porque es un proceso cíclico natural de acumulación y liberación de energía en las zonas de fallas como consecuencia de la dinámica permanente de las placas tectónicas. Nos enseña que no podemos olvidar la historia sismología en ningún lugar donde anteriormente han ocurrido terremotos fuertes.
—¿Hay alguna señal de que este sismo haya modificado el comportamiento de la placa tectónica en esa zona?
—Por supuesto que tiene que haberla modificado, porque se rompieron alrededor de 400 km de la zona de fallas. En este caso se modifican ambas placas, tanto la que subduce como la que es subducida. Esta última, al rebotar en sentido vertical trata de recuperar las deformaciones a que fue sometida y es precisamente este rebote el que provoca el tsunami. En estos momentos no contamos con los datos, pero en algún momento serán publicadas las deformaciones medidas con estaciones GNSS en el territorio emergido.

Foto: Cortesía del entrevistado
—¿Hay una relación directa entre los terremotos y las erupciones volcánicas en la península? ¿Uno puede desencadenar al otro?
—Por supuesto, los volcanes y las erupciones volcánicas están directamente relacionadas a los procesos físico químicos que ocurren en la interacción de la litósfera y la astenósfera en el proceso de subducción. En estas zonas la litosfera oceánica se recalienta y “cocina”, provocando el ascenso por fracturas de la litosfera de los fluidos volcánicos.
“Los volcanes, en su mayoría, se originan en las zonas límites de placas convergentes donde “chocan” placas oceánicas con placas oceánicas que dan origen a los llamados Arcos de Islas (por ejemplo las islas del Caribe, Japón), o donde “chocan” placas oceánicas con placas continentales donde se forman cadenas volcánicas en el borde de los continente (por ejemplo toda la costa de sury Centroamérica). En algunos casos, en dependencia del contexto, velocidad de penetración de la litosfera oceánica que subduce entre otros factores, la reacción puede ser a corto o largo plazo.

Foto: Cortesía del entrevistado.
—¿Cómo funciona la conexión entre este terremoto y la ocurrencia de tsunamis en zonas como Japón, Hawái o incluso un lugar tan lejano como la costa de América?
—Para conocer las causas y consecuencias de un tsunami se deben tener en cuenta tres aspectos importantes: la generación (donde y como ocurrió el terremoto que le dio origen), trayecto de las olas (características del medio por donde se desplazan las olas) y el impacto (morfología del fondo marino y de la costa).
“Para que ocurra un tsunami deben presentarse una serie de factores, entre ellos: la magnitud del terremoto, por lo general superior a 7.5; el terremoto debe estar situado cerca de la costa, a poca profundidad y en una zona de falla inversa. Mientras más fuerte es el terremoto significa que el ´rebote´ vertical de la placa subducida es mayor, provocando igualmente un movimiento del mar vertical del mar mucho mayor.
“Un terremoto fuerte como el de Indonesia en diciembre de 2004 generó un tsunami que viajó por prácticamente todo el planeta, provocando muchos daños materiales y humanos en costas de países situados a cientos de kilómetros de distancia. La trayectoria de las olas no es homogénea en todas direcciones; en primer lugar hay un efecto direccional, las olas viajan con mayor energía en dirección más o menos perpendicular al lugar de origen del terremoto. Aunque un territorio esté más alejado, puede ser más afectado que un territorio cercano, pero situado de manera lateral a la zona de origen del terremoto. También influye de manera importante el relieve del fondo marino.
“Por último, y no menos importante, es el relieve del fondo marino (batimetría) y de la costa. Por lo general, donde el mar es más profundo hay menos posibilidades de desarrollo de grandes olas en la costa e igualmente en un terreno elevado sobre el nivel del mar hay menos posibilidades de penetración de las olas. En una zona de playas donde el fondo marino tiene un desnivel suave y el territorio emergido es llano, las olas de tsunami impactaran más.
“Por estas razones todos los territorios cercanos a un lugar donde se ha generado un tsunami por un terremoto fuerte no son impactados de igual manera”.
—¿Por qué el tsunami generado por el sismo fue más débil de lo esperado?
—Quizás se sobreestimó inicialmente su magnitud. Los tsunamis potentes como el de Indonesia de 2004 y el de Japón de 2011 se generaron por terremotos de magnitud mayor a 9.0, muchas veces más grandes en liberación de energía que el recientemente ocurrido en Rusia.
Este terremoto en Kamchatka no solo nos recuerda la fuerza de la Tierra, sino la importancia de estar preparados. Como destaca el Dr. Arango, “la clave no es predecir, sino construir con inteligencia”. ¿Lecciones? Los sismos son inevitables, pero los daños no. La ciencia avanza, pero nuestra mejor estrategia sigue siendo la prevención.