La IPhO es la Olimpiada Internacional de Física por sus siglas en inglés. Una olimpiada que convoca a jóvenes de hasta 20 años de edad que no hayan matriculado estudios superiores.
La primera de estas olimpiadas se organizó en Polonia en 1967 y desde entonces han ocurrido 55. La IPhO de 1991 ocurrió en nuestra tierra, algo que aún se recuerda. La Olimpiada de este año tuvo lugar en París, abrió sus puertas el 17 de julio y concluyó el 24 del propio mes, organizada por la Sociedad Francesa de Física en conjunto el Ministerio de Educación de ese país, tuvo como sede la Escuela Politécnica de esa ciudad.
La cantidad de naciones participantes en estos eventos ha ido creciendo; de ocho en la primera, ahora estuvieron presentes 94, dos de ellas en calidad de observadoras. De los 412 jóvenes participantes, dos fueron los cubanos Sergio Daneel Santiesteban Sarmiento del IPVCE “V. I. Lenin” y Roimer Capote Brizuela del IPVCE “Ernesto Che Guevara” de la provincia de Villa Clara.
La IPhO es la Olimpiada de las olimpiadas de Física que ocurren en el planeta, la competencia más importante por su magnitud e historia a la que asisten jóvenes interesados en esa especialidad. Este evento se ha convertido en un escenario altamente competitivo, no solo entre los jóvenes estudiantes, sino entre los países de los competidores. La IPhO es una competencia élite en el dominio de los conocimientos preuniversitarios de Física y dada la relevancia de esta ciencia para el desarrollo científico y tecnológico de cualquier país, los resultados obtenidos dan crédito sobre el desarrollo en este terreno de los países o instituciones que preparan a los jóvenes que participan.
No por gusto a las IPhO acuden agentes de las principales universidades o institutos politécnicos de todo el planeta a captar a los mejores talentos del mundo, conscientes de que allí pueden encontrar verdaderas promesas, valiosos “recursos humanos” que prestigien sus instituciones y aporten el desarrollo científico y tecnológico de las empresas que las sostienen.

La competencia en la IPhO consta de dos ejercicios de cinco horas cada uno, un temario teórico y uno experimental. El ejercicio teórico en París consistió en tres tareas: la primera trató sobre la presencia de hidrógeno en las galaxias, la estructura fina e hiperfina de su espectro y ciertos fenómenos que permiten usar el hidrógeno como marcador para estudiar la evolución de las galaxias en el tiempo. Esta tarea también incluía el estudio del movimiento de las galaxias, estructura y forma. Un destacado astrofísico francés elaboró y presentó este problema.
La segunda tarea trató sobre el funcionamiento de un producto de la inventiva del fabricante de relojes británico, Tim Cox. Este relojero construyó en 1765 un reloj que supuestamente obtendría la energía necesaria para su funcionamiento interrumpido de los cambios frecuentes de la presión atmosférica. Es un problema ilustrativo de la conexión entre física y tecnología, que requirió estudiar y fundamentar el funcionamiento de mencionado dispositivo.
La tercera, por su parte, consistió en el estudio de la formación y evolución de burbujas dentro del champàn, cuando la botella que contiene esta mundialmente conocida bebida francesa, es abierta. Un problema termodinámico que conecta con fenómenos físicoquímicos.
El temario experimental tuvo dos ejercicios: el primero pedía medir el campo magnético de la Tierra con un muy interesante método que involucró un sistema de adquisición de datos en tiempo real empleando un sistema electrónico a propósito, denominado Arduino. El segundo ejercicio trató sobre la modelación del impacto de meteoritos en la superficie de planetas sin atmósfera y de la rodadura de sólidos sobre el suelo seco y arenoso de tales planetas, un problema físico sobre medios granulares.

Cuba ha participado en las IPhO desde finales de la década de los 80 y acumula tres medallas de plata, diez de bronce y 13 Menciones Honoríficas con la obtenida este año por Sergio Daneel. En una actuación igual de meritoria, Roimer quedó a menos de un punto de la Mención Honorífica. La última vez que Cuba estuvo entre los países con resultados laureados fue seis años atrás, en 2018, con la Mención Honorífica obtenida por el entonces estudiante de preuniversitario Martín Ávila González, quien hoy figura entre los graduados más destacados de la Facultad de Física de la Universidad de la Habana.
El entrenamiento para la IPhO 2025 tuvo su escenario en la propia Facultad de Física, entre el 3 de marzo y el 25 de junio. En su etapa final estuvo dedicado más intensamente a la preparación para el ejercicio experimental.
El entrenamiento de los muchachos tuvo continuación en el Instituto de Física y Tecnología de Moscu (MIPT), Rusia, entre el 8 y el 15 de julio, posterior a la participación de Sergio y Roimer en la ISPhO, organizada y celebrada en Rusia entre el 29 de junio y el 8 de julio por el propio MIPT. De hecho, el entrenamiento recibido por los muchachos en la institución rusa fue decisivo para los resultados obtenidos.
Ya pocos recuerdan que esta olimpiada nació en el seno del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) al que pertenecían los entonces miembros del denominado campo socialista liderado por la extinta URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). El CAME era un mecanismo de colaboración diferente a cualquier otro que después existió o existe. Tenía muy en cuenta las diferencias de capacidad y desarrollo económico de cada miembro del bloque procurando un intercambio justo que impulsara a todos.
En sus inicios, la participación en la IPhO era gratuita, todos sus costos eran asumidos por el país anfitrión, pero en un momento de su evolución, se decidió cobrar una cuota de inscripción a cada país. La decisión, a la larga, terminó marginando a países de menos ingresos e influyó en el programa de los temas admitidos para los exámenes que resultó desplazado hacia el de los países con mayor desarrollo, lo que hizo crecer la brecha entre estos y las posibilidades de los países desfavorecidos.

En tal escenario, la participación de Cuba y los resultados obtenidos este año tienen una connotación mayor y más significativa. Nuestros muchachos se batieron con los de las grandes ligas y salieron airosos. Los resultados por países de la IPhO 2025 pueden ser consultados directamente en el sitio WEB de la Olimpiada https://www.ipho2025.fr. Los mejores resultados quedaron en el continente asiático y como regularmente ocurre, entre los países de más alto desarrollo. En el área latinoamericana solo resalta Brasil con dos platas y dos bronces.
En los resultados de la IPhO se encuentra de todo, desde escuelas privadas que dedican cualquier cantidad de recursos para asegurar el crédito, los países que aseguran la élite con la élite, que tienen la posibilidad de buscar jóvenes de entre cientos de miles y los que los buscan en su territorio y fuera de su territorio. Están aquellos que trabajan de manera sistemática y bien pensada desde temprano y los que, como nosotros, siguen haciendo lo mismo. Están los que no tiene que preocuparse por lo recursos, los que tienen que buscarlos por cuenta propia y los que, como nosotros, encuentran al menos un mínimo indispensable para estar y mucha solidaridad respaldada por el prestigio de la enseñanza en Cuba.
El destacado papel hecho por estudiantes cubanos en las IPhO a lo largo de la historia de estas fuertes competencias es reconocido. Se siente sano orgullo cuando en el plenario de su Comité Internacional se nos mira y trata con respecto y admiración. Tales resultados se han debido a una peculiaridad significativa: mientras, en mayoría, los países participantes eligen a sus concursantes entre un número reducido de jóvenes identificados como “talentos”, a los que imparten una preparación especializada para la competencia, los concursantes cubanos eran seleccionados entre decenas de miles de jóvenes que recibían una atención especializada como parte del plan de estudio de sus escuelas.
Fue el resultado, a la postre, de la creación, a inicios de la década de los 80, del Instituto Preuniversitario Especializado en Ciencias Exactas (IPECE), semilla y origen de los actuales Institutos Vocacionales de Ciencias Exactas (IPVCE). Idea de principio a fin de Fidel. Fue su visión y propósito ofrecer a decenas de miles de jóvenes cubanos la más alta preparación para el estudio de las ciencias, asegurar la formación de igual cantidad de científicos e ingenieros que posibilitaran el crecimiento y desarrollo futuro del país. Esa es la esencia de su pensamiento cuando expresó que el futuro del país debía ser inevitablemente de hombres de ciencia. Fidel comprendía muy bien que para Cuba, la “economía del conocimiento” es la única opción de desarrollo y prosperidad.
En las IPhO, Cuba opone a los modelos de élite, un modelo inclusivo. La fértil idea de desarrollar el talento y la inteligencia entre muchos contra la idea de que el talento y la inteligencia es privilegio de algunos, generalmente de los que, por su suerte o fortuna entran en un selecto grupo.
Es por esto, entre otras razones, que lograr resultados relevantes en estas olimpiadas internacionales es tan importante. Nunca como en estos tiempos fue tan necesario asegurar los mejores resultados en estas difíciles competencias.
Pero nuestro escenario ya no es el mismo de 15 o 20 años atrás; la idea que posibilitó que un país pequeño y de pocos recursos estuviera entre los de la punta necesita volver a realizarse. El mérito de los jóvenes que ahora obtienen resultados en estas olimpiadas, ya sea de Física, Química, Matemática o cualquier otra es mucho mayor. Es indispensable encontrar una fórmula a medio camino entre el tipo de entrenamiento que emplean los que están en la punta y las ideas inclusivas que hemos estado defendiendo y practicando. En Física hemos estado preparando y ensayando una aproximación a una alternativa, pero este tema será mejor dejarlo para otro momento.
La IPhO, dada la cantidad de participantes y su importancia no está ajena a otros asuntos. Aunque sus estatutos definen claramente que ella es un escenario para la Física, la promoción de la amistad, el intercambio pacífico y enriquecedor entre jóvenes de todo el planeta, también allí se reflejan los conflictos de este mundo que habitamos.
Jóvenes israelíes compiten con equipo completo bajo su bandera; sin embargo, los estudiantes rusos no pueden hacerlo, tienen que competir sin ella, como parias. Palestina, lamentablemente, no está. En la Olimpiada del año pasado, en Irán, solo participaron o se atrevieron a participar 44 países, en la de este año estuvo presente medio planeta. El año pasado se aprobó que la sede de la IPhO del 2030 fuera Rusia; este, la delegación de Ucrania pugnó por revertir la decisión alegando que no estuvieron presentes en Irán suficientes países para oponerse. El asunto se ventilará en el 2026, en Colombia, la próxima sede de la IPhO.

Pero la Olimpiada de este año en París no pudo tener mejor colofón. La ceremonia de clausura terminó con la entrada en escena de los más de 200 estudiantes voluntarios de universidades francesas que trabajaron como guías de las delegaciones de cada país o atendiendo la multitud de detalles que surgen en una olimpiada de esta magnitud. Cuando los jóvenes franceses y de otros muchos países, me atrevería decir de casi todo el planeta, que allá estudian entraron al anfiteatro, entre los aplausos de gratitud de los muchachos que concursaron y la alegría del momento traían consigo y colocaron delante, en medio del escenario, acompañada de un globo rojo en forma de corazón, la bandera de Palestina.