Foto: Igor Guilarte Fong
Con el propósito de construir de la mayor participación posible lo que será la futura Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), autoridades del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente se encontraron con buena parte de la comunidad científica de las provincias de Artemisa, Ciego de Ávila, Holguín y Camagüey. Sobre los resultados de ese diálogo, conversamos con el titular del organismo, el Dr. Armando Rodríguez Batista.
“En los intercambios se percibe la sensación de que estamos teniendo un gran acompañamiento en la construcción de la futura Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación, y ello, evidentemente, legitima esta propuesta”, valoró.
“En las cuatro provincias ha habido propuestas con muchas similitudes, pero también con particularidades, porque es evidente que la discusión sobre el sistema de ciencia e innovación cubano se parece a lo local, se parece a las instituciones que hay en los territorios y a la forma en que se articulan”.
De manera general, dijo, “existe un consenso en que la propuesta debe ser capaz de captar toda la política revolucionaria en materia de ciencia, tecnología e innovación y el pensamiento de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro de ser un país de hombres y mujeres de ciencia. Por ende, la ciencia tiene que ser coherente con la sociedad que queremos construir”.
Por otro lado, “se ha promovido la idea de que no hay un actor menor en el sistema de CTI. Es tan importante una universidad o un centro de investigación como una empresa, o una cooperativa”.
En ese sentido, habló sobre las muchas herramientas clave que no están lo suficientemente articuladas hoy con el desarrollo científico. Por ejemplo, ” la gestión de la calidad, la gestión del conocimiento, la propiedad industrial, la comunicación social y el diseño son elementos muy relevantes para el sistema de CTI”.
En cuanto al sector privado, se refirió a que “hay una menor percepción de su contribución y nos hace falta construir la responsabilidad de la empresa privada con la ciencia y la innovación porque, aunque nuestro país fomenta el impulso desde el presupuesto del Estado, evidentemente este tipo de actores son una fuente importante dentro del prefinanciamiento empresarial”.
Otro aporte en los diálogos estuvo relacionado con la necesidad de impulsar nuestra economía: “se ha hecho referencia a las estructuras dinamizadoras de la innovación, de las cuales ya hemos estado impulsando, desde momentos anteriores, los parques científicos-tecnológicos, las empresas de transferencia, las fundaciones, las universidades, y por ende, hay un salto que puede dar la ley en el reconocimiento de figuras como la empresa en incubación”.
En particular, destacó a las empresas de base tecnológica en la innovación, que hasta ahora no se han desarrollado lo suficiente y que permiten desde el Estado promover la incubación empresas, mayores incentivos, integración, confianza y deben hablar de los riesgos que puedan aparecer en este proceso.
“La Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación busca dejar plasmadas las conquistas que tenemos hasta el momento y no hablo conquistas en abstracto, que ha sido muy claro el hecho de defender la ciencia como una conquista de la Revolución, sino también de algunos logros asociados a normas jurídicas”. Por ejemplo, aquellas que favorecen la remuneración económica de los investigadores, los estudiantes universitarios, los profesores y los tecnólogos.
“La idea general, concluyó el Dr. Armando Rodríguez, es que en la medida en que generamos confianza en la innovación entre los diferentes actores económicos sobre por qué vale la pena arriesgarse a innovar, estaremos dando pasos hacia el fortalecimiento de nuestro sistema de CTI”.