Los estudios científicos, y particularmente las ciencias naturales en la Cuba del siglo XIX, contaron entre sus principales protagonistas con Ramón de la Sagra, quien cultivó con sumo cuidado estas ciencias, principalmente durante su estancia en la Isla.
Nombrado en España Profesor de Historia Natural en Cuba tras un viaje a la Isla, marcó el comienzo de sus actividades científicas en Cuba. Aquella designación respondió a los intereses del Reino, cuyas disposiciones habían sido aprobadas en las Cortes del propio año, con el objetivo de llevar a cabo reconocimientos de producciones naturales y propiciar la enseñanza de las ciencias.
Desde su llegada a Cuba y hasta 1835, desarrolló una activa labor, dedicándose por entero a su misión principal: la apertura de la Cátedra para la que había sido designado. A ella se sumó otras actividades como la creación y dirección del Jardín Botánico y de la Institución Agrónoma de la Habana, cuya fundación se debió al propio Sagra.