Detectar planetas en zonas habitables alrededor de estrellas distantes es una actividad apasionante, para lo cual ha sido esencial el desarrollo de telescopios como el Kepler y el James Webb, que permiten identificar exoplanetas con condiciones de albergar agua en estado líquido.
Igualmente, con la utilización de técnicas de tránsito planetario y velocidad radial, los astrónomos han podido identificar a miles de estos exoplanetas, algunos ubicados en la “zona habitable” de sus estrellas.
Gracias a la Investigación de Ambientes Extremos en la Tierra se ha descubierto la existencia de microorganismos extremófilos (que pueden habitar en condiciones extremas) en lugares como Yellowstone o los ventisqueros de la Antártida, lo que sugiere la posibilidad de supervivencia en otros mundos.
Un ejemplo de avances en este campo son, definitivamente, los estudios realizados en hábitats terrestres como modelos analógicos para investigar la posibilidad de vida en planetas y lunas con ambientes similares.
Por otra parte, la búsqueda de biomarcadores en planetas y lunas del Sistema solar se pueden llevar a cabo gracias a misiones como la sonda Cassini de la NASA, la cual ha revelado indicios de actividad hidrotermal en la luna Encelado de Saturno, lo cual incrementa la posibilidad de que exista un océano subsuperficial habitable.
Los descubrimientos de percloratos en Marte y la presencia de agua en la Luna, son algunos de los estudios que sugieren la existencia de ingredientes esenciales para la vida y motivan la exploración más detallada de estos cuerpos celestes.
Estos detalles no hacen más que evidenciar la diversidad y profundidad de las investigaciones en el amplio campo de la astrobiología, abriendo, de esta forma, nuevas perspectivas sobre la posibilidad de la vida más allá de la Tierra.