En la foto Manuel Rivero Glean con el autor de la entrevista, Alexander Padrón
Por Alexander Padrón
Cuando en julio del pasado 2024 me abordaron para que editase la segunda versión del Catauro de seres míticos y legendarios en Cuba — Catauro, para abreviar — acepté sin ninguna duda, por varias razones.
La primera de ellas es que uno de sus autores, Gerardo Chávez Spinola, había fallecido en fecha reciente. Chávez había sido mi amigo personal y uno de los primeros que me impulsó a reunir mis cuentos sueltos en un libro como tal, a la vez que con mucho orgullo festejó por todo lo alto mi gran premio del Terra Ignota 2004. Así que reeditar una obra de la que él era autor constituía un merecido tributo a ese grande de la ciencia ficción cubana.
La otra es que ya conocía y apreciaba el valor enorme que tiene el Catauro para todo cubano y es obra de consulta obligada para cualquier escritor del género fantástico en este país.
La tercera y más preocupante razón era el convencerme a mí mismo que podía estar a la altura de tal tarea, máxime cuando tenía un margen de tiempo tan apretado como la próxima feria del libro del 2025, para celebrar así los 20 años de vida del Catauro. Ya saben: síndrome del impostor y eso.
Por fortuna, conté desde el mismo inicio con la ayuda y la confianza de Manuel Rivero Glean, el antropólogo cultural detrás de la obra. Hombre sencillo y de palabra fácil, que me extendió una suerte de “patente de corso” para llevar su obra a la modernidad de la era digital y que estuviese a la disposición de cualquiera que desease consultarla. Así pues, me tomé el atrevimiento de formular a Manuel algunas preguntas, que me surgieron mientras editaba esta genial obra de consulta.

— ¿En qué momento de su vida Manuel Rivero Glean comienza a interesarse por investigar los seres mitológicos cubanos?
— Chávez y yo comenzamos a investigar un animal misterioso, por 1967, denominado “El Yeti cubano”, “Bicho de María” o “Monocuaco” que, según los campesinos alrededor del poblado pinareño, hacía estragos entre animales de corral, perros y asustaba a las personas. Chávez se incorporó al Grupo Espeleológico Martel de Cuba, donde el difunto espeleólogo Francisco Prado y yo nos unimos para hacer una encuesta entre el campesinado. Chávez y Prado continuaron, yo me fui a Bulgaria a estudiar ingeniería biotecnológica. Al final, resultó que eran dos animales en uno, debido a una indebida introducción de fauna centroamericana en 1939, que hizo un latifundista de nombre Cortina; quedaron pululando por la zona un oso lavandero y un chacal.
— ¿Cuándo surge la idea de compilar el Catauro?
— Chávez nunca más entró en las cuevas, pero en 1999, nos volvimos a encontrar y, hablando del Yeti cubano, decidimos hacer un diccionario sobre este tipo de leyendas rurales y urbanas. Ya yo había publicado tres libros sobre la naturaleza cubana y él había publicado cuentos fantásticos y de ciencia ficción. Presentamos el proyecto al Premio Becas del Centro de investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello y lo ganamos. Con el dinero del premio, compramos una impresora y comenzamos a trabajar a cuatro manos.
— En estos tiempos el acceso a la información desde Cuba era relativamente fácil. Pero en el momento de su publicación original, internet no estaba a disposición de todos los investigadores cubanos. ¿Cómo Manuel y Gerardo sortearon este escollo?
— Gerardo tenía una moto y visitaba bibliotecas por toda la ciudad. También su mamá le recopilaba recortes de periódicos y de revistas sobre mitos y leyendas. Yo, por mi parte, desde muchacho estaba acostumbrado a la investigación bibliográfica y en ese año, por mi trabajo en el INRH, di la vuelta a Cuba como representante de este instituto ante las Brigadas Técnicas Juveniles de la UJC. Aprovechaba mi estancia en cada capital provincial para ir a bibliotecas, archivos y hacia consultas a ancianos, historiadores y la prensa local: así recolecté muchas leyendas y mitos.
— A pesar de las variadas fuentes consultadas como bibliografía, muchas leyendas que se mencionan en el Catauro son fruto de la narración oral o leyendas populares. ¿Todas las fuentes han sido contrastadas?
— Cuando regresé de mi periplo por toda Cuba, nos dedicamos a contrastar y enriquecer lo compilado con los libros de Feijóo, Fernando Ortiz y otros folcloristas cubanos y consolidamos cada leyenda: primero lo que había de real e histórico y al final, lo maravilloso.
— A veinte años de su publicación original, el Catauro se edita ahora por primera vez en forma de libro digital. ¿Qué ventajas, considera usted se tenga, al contar con esta obra de consulta en este formato?
— Esta obra tuvo tres ediciones posteriores, todas en el exterior y el público cubano tuvo poco acceso a los mil ejemplares de la primera edición del Catauro en el Centro Juan Marinello. Nosotros recibimos 50 ejemplares y las donamos a bibliotecas provinciales y colaboradores. La primera presentación en el Centro Juan Marinello fue un suceso editorial y obligó a la institución a fragmentar las ventas durante tres días consecutivos, siempre con avalanchas de público; en la FILH de ese año hubo incluso que llamar a la policía para organizar las ventas. Ahora, con esta edición ampliada y digital, todos los cubanos tendrán acceso a su contenido de forma libre y gratuita.
— ¿Considera Manuel Rivero Glean que el Catauro es una obra terminada o constituye un trabajo aún en progreso?
— Catauro es una obra en progresión permanente, con el descubrimiento de leyendas antiguas y el surgimiento de leyendas modernas. La mitología cubana está aún en pleno desarrollo, está viva. Yo he hecho tres separatas: dos dedicadas a los cultos y leyendas afro descendientes y una solamente a La Habana, hay otra no publicada para Matanzas.
— Luego de compilar una obra tan monumental como el Catauro, ¿Manuel se considera un investigador que escribe o un escritor que investiga?
— Soy un investigador que escribe sobre las cosas de Cuba (naturaleza y cultura) desde 1960. Como soy un divulgador, tengo que ponerlas en blanco y negro y eso me ha convertido en escritor y miembro de la UNEAC. Desde que comencé a escribir artículos sobre las cuevas de Cuba, nunca más he dejado de hacerlo.
— ¿Cuál ha sido la respuesta que como autor Manuel Rivero Glean ha recibido de los lectores y usuarios del Catauro y las obras que derivaron de él?
— Tanto Gerardo como yo hemos recibido una respuesta abrumadora y estimulante para continuar esta obra. Este ritmo ha disminuido un poco con el acceso a internet, pero volverá aumentar cuando Catauro esté en las redes sociales y en el sitio web del ahora Instituto Juan Marinello.
— ¿Algún mensaje que Manuel Rivero Glean quiera trasmitir a los futuros usuarios del Catauro de seres míticos y legendarios en Cuba?
— Que aporten nuevas leyendas rurales, periurbanas y urbanas, con el nombre del recopilador y las fuentes originales, para que Catauro sea una obra colectiva del pueblo de Cuba, nuestra identidad en movimiento y desarrollo
Quisiera agregar algunas reflexiones finales. Aunque quizás lo digital no sea el formato más feliz para una novela de ficción, en el caso del Catauro de seres míticos y legendarios en Cuba es una ventaja contar con un documento interactivo que permita ubicar con rapidez el término a consultar. La tarea ha sido ardua, pero para mí ha seguido el precepto de “encuentra algo que te guste hacer y no trabajarás en toda tu vida”. Luego de realizar esta entrevista tuve la dicha inesperada de que Manuel me incluyese como coautor por mis aportes a la obra, un honor que pocos editores reciben y que es doble debido a la naturaleza de esta enciclopedia.
Así que desde ya está hecha la invitación para que nos acompañes durante la Feria Internacional del Libro de La Habana al Instituto Cubano de Investigaciones Culturales «Juan Marinello» (Ave. Boyeros Núm. 63, Plaza de la Revolución), para que seas cómplice de este lanzamiento, que estamos seguros que será todo un acontecimiento para el fantástico cubano.