Imponente, aparentemente inmune al paso del tiempo, El Centro de Aplicación Tecnológicas y Desarrollo Nuclear (CEADEN) cubre toda una esquina en la arbolada zona de Miramar, en el municipio de Playa de la capital. La construcción está despintada y sus paredes, cubiertas por una ligera capa de moho, en medio de las nubes bajas de un día de lluvia, no hacen más que resaltar lo tétrico del lugar.
Árboles enraizados a las aceras, a veces levantadas, carros parqueados en los alrededores, una pendiente inclinada y charcos de agua, la estela de las pertinentes lluvias de los últimos días hace casi imposible el acceso, pero, por supuesto ¿quién querría hacer fácil la entrada a una instalación nuclear?
La institución es tan grande que se lleva casi una cuadra entera. Al atravesar la enorme cerca que rodea la propiedad, una vegetación, tal vez decorativa, tal vez funcional, recibe al visitante. La vista choca de repente con la puerta principal, abierta, dando una sensación de bienvenida, que contrarresta con las ventanas de la edificación que están enrejadas en su totalidad.
Allí trabaja él, Luis Felipe Desdín García, Doctor en Ciencias Físicas y especializado en los campos de Nanotecnología y Ciencias Nucleares. Atraviesa la herrumbrosa puerta vestido de una manera muy sencilla: una camisa a cuadros rojos, un pantalón azul y unos zapatos bajos. Sus espejuelos dan entender lo gastada que tiene la vista, una señal quizás de lo vasto de su conocimiento. El pelo encanecido cae perfectamente acomodado, recortado a la altura justa para que no roce el cuello de la camisa.
Llega a pie, cansado del largo camino, acompañado únicamente por una pequeña mochila negra, donde solo unos pocos saben lo que guarda. Documentos, agua para el largo camino, un libro para entretenerse durante los tediosos momentos del día…
Al adentrarse en los muros del CEADEN se llega a un lugar “de descanso”, techado y con unos bancos de maderas donde los trabajadores pueden sentarse a debatir o simplemente a pasar un buen rato entre colegas. Rodeado por la misma flora de la entrada, corre allí una brisa agradable que facilita la conversación fluida.
Desdín es sincero y no duda en confesarse un poco escéptico con respecto al tema de ser entrevistado: “yo no tengo una trayectoria relevante ni nada por el estilo”. -Pero- poco a poco, (después de inquirir por qué había sido seleccionado), fue compartiendo su vida. El Doctor toma asiento y de manera pausada comienza a hablar:
“Creo que (por haber trabajado aquí 42 años) lo más importante es hablar de la ciencia. En Cuba se promueven muy poco los temas científicos. Eso está dado por el propio subdesarrollo que tenemos como país, eso no pasa en otras regiones. Uno de los problemas que tenemos es que no se le da la importancia necesaria al ámbito científico.”
“Hay un fenómeno de desconexión entre la ciencia y la cultura. Son una parte la una de la otra. Es como una moneda de dos caras: por un lado, está el arte y por otro, la ciencia”, dice el entrevistado.
El profesor cita el clásico literario La montaña mágica, ganador del Premio Nobel de literatura. Este texto trata las incógnitas científicas de la época y lo usa como el ejemplo perfecto de su teoría de la moneda: el arte y la ciencia no son contrapartidas, sino complementos. Comenta además el libro El péndulo, sobre el cual asevera: “para entender las cosas de las que habla Humberto Eco hay que tener ideas fundamentales de las ciencias”.
“Detrás de los aspectos de la cultura siempre hay tecnología y ciencia. Los grandes pintores del Renacimiento no solamente tenían dominio del arte, sino también la preparación de los pigmentos y eso era química práctica. Era básicamente alquimia”.
“En el siglo que estamos viviendo se puede saber toda la poesía romántica, la historia de la Gracia Antigua, las corrientes literarias, los estilos pictóricos, pero si se desconoce una serie de respuestas a preguntas elementales tales como ¿cómo surgió el universo?, ¿cuál es el origen de la vida?, no se puede llamar a una persona culta”.
“Cuando se enseña matemática no se hace con el objetivo de que seas un experto en el campo, se hace con la meta de que aprendas a razonar, ya que los métodos matemáticos son universales. Un ejemplo es el Tratado Teológico Político de Spinoza, que hace un análisis del Antiguo Testamento mediante un procedimiento matemático y su ética la construye con la base de geometría euclidiana”, aclara el profesor.
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Mientras continúa la conversación habla con un deje nostálgico de su infancia. Como todo buen cubano, tiene de todo un poco. Sus raíces se pierden en tiempos ancestrale. Incluso él, a veces, pasa un poco de trabajo para recordar (aunque sí es capaz de hacer un recuento de la mayoría). Nació en la provincia de Holguín y sus padres tenían un apetito voraz por la lectura, por lo cual creció rodeado de todo tipo de libros.
Confiesa que la literatura es uno de sus mayores placeres. Entre sus autores favoritos se encuentra Mark Twain y Edgar Allan Poe. Resalta entre sus lecturas más recientes un ensayo titulado “La misión de Sigmund Freud” de un sociólogo alemán. Trata de salirse del ámbito científico ya que argumenta que los libros no pueden consumirse solo por trabajo sino, además, por entretenimiento.
“Ahora tengo muy poco tiempo para leer entonces filtro según el momento. Esa es una de las insatisfacciones que tengo ahora mismo. Trato de diversificar. La historia siempre me ha llamado mucho la atención y de adolescente leí mucha poesía. Sin embargo, intento leer siempre una dosis de filosofía, te ayuda a organizar tu cosmovisión. Es muy interesantes y a los jóvenes les recomiendo un libro que se llama El mundo de Sofía”.
La rectitud del ambiente familiar en lo referente a los estudios académicos y el amor inculcado a la literatura fueron precisamente algunos de los aspectos que inclinaron a Desdín al camino científico. Cuenta que sus padres nunca lo premiaron por estudiar y sacar buenas notas, sin embargo, las veces que le hacían un regalo, iba siempre acompañado de un libro.
Comparte entonces una vieja anécdota: “Una vez cuando estaba en noveno grado le dije a mi padre que ya no quería estudiar. Mi padre se sentó y dijo: para ser feliz no hay que ser universitario, pero, yo le recomiendo a usted que estudie todo lo que pueda porque lo que se estudia no se pierde, no se quema, nadie te lo roba”, dice él mientras pierde su mirada, tal vez en recuerdos, tal vez en el paisaje nublado del día.
Decidió seguir el consejo paterno y se marchó a la ciudad de Leningrado (antigua Unión Soviética), donde estudió Física Nuclear. Mas, se ríe y dice: “Mi título dice que soy graduado de Física-Matemática. Después estuve en una cátedra que se llamaba Flexiones Nucleares y la maestría la hice en otro lugar.
“Las casualidades desempeñan su papel en la vida. Había una asignatura que era bastante complicada, a mis compañeros no les interesaba porque ellos sabían que iban a trabajar en una especialidad donde no la iban a utilizar. La materia era Electrodinámica Cuántica y a mí me gustaba, aparte, de que el profesor era toda una personalidad en el campo, un maestro de esos que enamoraba.Tiempo después el mismo catedrático me propone hacer una maestría con un amigo suyo que trabajaba en el instituto de investigaciones, y hasta allá fui”, narra mientras saluda a los compañeros que van llegando.
El profesor habla con preocupación de los cambios que se han efectuado con el paso de los años en el país: “He tenido que irme adaptando a las realidades porque la desaparición del programa nuclear hizo que las prioridades cambiaran en el centro. Yo trabajaba física nuclear y después en las cuestiones de aplicaciones técnicas nucleares. En los últimos veinte años uso las herramientas de conocimiento nuclear en nanotecnología, pero lo principal es que tengo un grupo de investigación que es multidisciplinario”.
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Habla con una gran pasión de la nanotecnología. Explica gesticulando lentamente las facilidades que le ha traído esta área de estudio: “Es un campo en el que están haciendo una revolución industrial. Al mismo tiempo, desde el punto de vista material, es más realista la ejecución de proyectos que los de física nuclear y pueden tener aplicaciones más inmediatas”.
“Nanotecnología no es más que aprender a manipular objetos muy pequeños. Estamos acostumbrados a interactuar con el mundo que nos rodea, que es un mundo macroscópico de elementos que son más o menos de dimensiones semejantes a la de nosotros y que están gobernadas por leyes (las leyes de Newton) pero, cuando la materia tiene dimensiones que son inferiores a cien mil millones y más de metros las leyes que gobiernan a ese mundo cambian”.
“La causalidad se manifiesta, pero son leyes estadísticas. Una causa puede dar varias consecuencias, no obstante, una probabilidad está gobernada por ley y entonces ahí la materia cuando adquiere esos tamaños tiene propiedades espectaculares que son diferentes a lo que normalmente vemos”.
“En el campo de la nanotecnología hay dos maneras de producir las cosas: una es top-down (de arriba hacia abajo) que consiste en modificar un material e ir disminuyendo su tamaño hasta llegar al objetivo. Hay otro método llamado bottom-up (de abajo hacia arriba) y radica en ensamblar las cosas”.
“¿Cómo tú le explicas eso a la gente? Una de las vías más fáciles es ver cómo trabajan los escultores. Miguel Ángel, por ejemplo, cogía un pedazo de mármol y empezaba a esculpir de arriba hacia abajo (top-down) y después está Bernini, otro grande italiano, que derretía el metal para construir sus esculturas (bottom-up)”.
Explica el entrevistado, además, la variación de las propiedades que puede tener la materia en el mundo nanométrico con un ejemplo: “Los colores de los vitrales de las grandes iglesias (por ejemplo, el rojo), en su gran mayoría, están compuestos por oro, ya que los artesanos aprendieron a manipularlo, dado que, si estuviera hechos con otras sustancias, el color ya no existiría”.
“El ser humano ha hecho grandes descubrimientos gracias al método de prueba y error. Hasta mediados del siglo XIX, esta práctica fue lo que empujó la ciencia. A partir de entonces, a mediados del siglo XX, empezó el auge de una ciencia capaz de predecir y los papeles se invierten; ahora es la ciencia la que empuja la tecnología”.
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La revista cubana Nucleus guarda un lugar especial en la memoria del profesor Desdín García. A pesar de ya no formar parte del consejo editorial desde hace cuatro años, sigue apareciendo en los créditos a modo de tributo. “Es una revista seria, que aborda muchas temáticas. Satisface unas necesidades en el campo científico cubano, los asuntos nucleares”, dice el Doctor en Ciencias.
Hombre con apetito de conocimiento y de hacerlo llegar, no se conforma con investigaciones. Luis Felipe Desdín tiene publicado más de 90 artículos, 140 presentaciones en eventos y tres patentes, entre otras actividades en el mundo científico internacional.
“Muchos de esos trabajos se deben a colaboraciones. Como investigador a veces se me ocurre una idea, pero no está precisamente vinculada a mi campo así que recurro a los expertos en esas áreas”. Comenta que muchos de sus textos pasan por distintas manos de diversos especialistas antes de siquiera ser enviados a cualquier revista.
El Doctor en Ciencias afirma que las consultas interdisciplinarias son sumamente importantes a la hora de publicar cualquier artículo y que es preferible buscar el apoyo de un experto en la materia, que puede validar o desacreditar la investigación antes de que sea publicada.
Una vivencia del profesor fue precisamente, relacionada a este tema. Encontró en una revista de alto nivel una investigación que contenía incoherencias y errores, por lo cual, envío un artículo para su corrección. Sin embargo, fue rechazado y poco tiempo después, publicado por la propia revista para evitar que otros medios competidores tuvieran la primicia de la corrección del error.
Relata, además, una experiencia que es considerada bastante típica en el mundo de la investigación y la publicación científica. Envió un artículo a una revista y los tres “árbitros” de The American Institute of Physis le enviaron unas observaciones críticas (cinco o seis cada uno).
“El editor me dijo que le gustaba mi trabajo pero que también me iba a mandar unas observaciones. En total eran 26. Ese trabajo me llevó las vacaciones de un año y cuando lo vine a enviar fue el año siguiente. Hay que acostumbrarse al rigor de la ciencia, a la crítica y al trabajo en equipo”.
“Es muy importante en la ciencia contemporánea la inteligencia emocional, hay que tener capacidad para interactuar con las personas. En un equipo de investigación tiene que haber el optimista (que genera ideas), el pesimista (que cuestiona todo) y el quisquilloso (que analiza todos los datos). Hay que saber lidiar con las contradicciones dentro del grupo porque pueden ser sujetos muy competentes pero sus personalidades simplemente no combinar”, argumenta el entrevistado.
A pesar de ser un hombre entrado en años, no ha culminado sus investigaciones. Continúa sus estudios a base de una curiosidad que salta a la vista que es insaciable. Respecto al tema comenta: “Encuentro placer al enfrentarme a estas cosas complicadas. Publicar en las revistas de alto impacto (que es un trabajo muy serio) lleva un rigor y una seriedad.”
Sin embargo, varias veces sus artículos han sido rechazados por diversos motivos, ya sea por la competitividad existente en el mundo de las ciencias, por la rigurosidad y seriedad del ambiente (que el profesor disfruta) o por el simple y mero hecho de provenir de una pequeña isla caribeña.
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Los méritos de Luis Felipe Desdín no se remiten únicamente al campo internacional. En Cuba, fue galardonado en el año 2002 con la Orden Carlos J. Finlay por su actividad científica. No solamente se dedicaba al estudio de las ciencias, sino, además, a la gerencia. Fue vicedirector científico del CEADEN y actualmente forma parte de Tribunales y Comités Tutoriales (UH, ISPJAE, UPH, UNAM(México), entre otros).
Recientemente fue nombrado Miembro de la Academia de Ciencias de Cuba. Desdín comenta: “La institución me propuso, pero nosotros hemos tenido aquí anteriormente miembros de la Academia. Ser parte de la Academia depende de muchos matices, de la especialidad en la que te desarrolles. Conozco a expertos que son brillantes en sus áreas de estudio y, sin embargo, no forman parte de la institución como tal. Es un reconocimiento al trabajo, pero no es un mérito mayor a otro”.
El trabajo de divulgación científica del Doctor en Ciencias ha sido un recorrido largo. Con una extensa serie de artículos e investigaciones publicadas, cuenta también en su haber con libros científicos. Entre ellos se encuentra uno titulado Magia diminuta: Nanociencia y Nanotecnología, en el cual aborda la temática a la cual se ha dedicado los últimos 20 años de su carrera profesional.
“Yo tengo eso como un entretenimiento. Tengo varios libros publicados sobre divulgación científica. Sin embargo, no hay estímulo para que los investigadores escriban; ese es otro de los grandes problemas que hay”, indica el entrevistado mientras comenta brevemente algunos de sus textos publicados.
El científico ha tenido a lo largo de su trayectoria profesional una inclinación al intercambio del conocimiento que considera fundamental para el desarrollo del campo de las ciencias en Cuba. Por estas razones, fundó los eventos Técnicas Relacionadas con la Nuclear (NURT en inglés) y Nanosinergia.
“El objetivo es principalmente intercambiar. Eché a andar el primer evento, pero aquí trabajamos en equipo y después dejé que caminara solo con supervisión. No existe una ciencia cubana; la ciencia es una sola para todo el mundo. Los métodos son los mismos; no obstante, tiene sus matices y sus interpretaciones y gracias al desarrollo que vamos alcanzando todos esos aspectos van confluyendo”.
Los campos de la biotecnología y la nanotecnología son los principales ejemplos que usa el entrevistado como argumentos de la importancia de estos encuentros científicos. Debido a la manipulación de los objetos vivos es posible mejorar el nivel de vida humano y lograr progresos en diversos campos, ya sea en el nivel de vida de calidad del hombre, en la agricultura, en la medicina o en la cría de ganado, simplemente. A nivel mundial ya se está hablando de posibilidad de un cyborg (un hombre mitad humano, mitad robot), ya que en el 1993 se implantó un chip en el cerebro de un hombre cuadripléjico y fue capaz de mover un mouse.
“Están convergiendo los campos de la biotecnología, con la nanotecnología, las ciencias de la información y con las ciencias cognitivas. Con las tecnologías estamos logrando ´arreglar errores de la naturaleza´. La sociedad seguirá avanzando y no faltará mucho para que entremos en un conflicto ético”.
“La ciencia es un fenómeno social y gracias a estos encuentros, grupos sociales y líderes científicos se ponen en contacto, en colaboración y eso es muy importante para el avance de la tecnología. Tenemos que impulsar la ciencia, la cosmovisión del mundo y el diálogo”, asevera Desdín García.
“Uno de los principales problemas que tenemos en el país es que casi no hay redacción de espacios de ciencias en la televisión y en la radio creo que son inexistentes. Hay de cultura, de deporte, y las pocas veces que aparece el área científica suele ser breve o con errores”, argumenta el entrevistado como una razón más para los encuentros del NURT y Nanosinergia.
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A pesar de no impartir clases en un aula, Luis Felipe Desdín García, tiene muchos estudiantes. Habla de ellos con aprecio y con severidad, reconociendo la brillantez que presentan al igual que las dificultades. Argumenta que muchos son espectaculares a la hora de realizar un experimento en un laboratorio, pero, cuando llega el momento de redactar un informe, tiran sus monedas al aire y preguntan cómo será el fin.
“Uno de los problemas que yo tengo con mis estudiantes es que no saben expresarse. No tienen dominio de la lengua española y cuando se enfrentan a la escritura de un artículo o una tesis, se paralizan. Si no tienen capacidad de transmitir conocimiento, pierde sentido enseñarles”, argumenta.
“Estoy con ellos en el laboratorio, trato de despertarles la creatividad, de transmitirles un espíritu, que sean rigurosos y exigentes. Es una dinámica muy interesante, me ayuda a mantenerme al tanto de las cosas, de cómo se mueve el mundo. Son lógicas diferentes, tienen capacidades nuevas.
“Muchos tienen habilidades de computación, sin embargo, tienen que leer mucha literatura para dominar la lengua. Hay veces incluso que la parte del laboratorio la tienen débil y trato de que choquen con eso. Son debilidades que tiene nuestra enseñanza y que de alguna manera tenemos que superar.
“Tengo estudiantes que son coautores de trabajos y los sometemos a presiones que son fuertes. Los ponemos a escribir artículos (en inglés). Por supuesto, después lo revisamos, pero hacemos que sientan la tensión. Eso los ayuda a crecer”, explica con una sonrisa pícara que a cualquier estudiante universitario haría estremecer.
“Son muchachos inteligentes y no hacemos nada con no exigirles, tenemos que llevarlos a lo máximo que podamos. Está también el que es trabajador y a ese también hay que ayudarlo dentro de lo posible porque se esfuerza por superarse”, aclara el profesor con orgullo por aquellos por los cuales trabaja y, a la vez, realiza la labor de tutor.
“El conocimiento es como un edificio. Hay que sentar bien las bases o no se logra después una construcción sólida. Sin embargo, hay problemas con los libros de textos. Hace años tuvimos textos excelentes, antes de que se cayera la URSS, que eran una verdadera motivación para los estudiantes”.
“Después se fueron perdiendo y luego autores cubanos (de renombre, profesores universitarios) empezaron a escribir la bibliografía para las universidades. No obstante, ahora cualquiera escribe un libro”, exclama Desdín cabizbajo, con un deje de decepción por lo que alguna vez fueron los manuales de textos en las universidades cubanas.
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Luis Felipe Desdín García es, sin lugar a dudas, una personalidad en el campo científico, querida y respetada. A pesar de contar con méritos, premios, canas y aprecio de sus colegas se ve a sí mismo de una manera humilde y sencilla. Al preguntarle ¿Cómo se describiría?, simplemente arquea las cejas, mira al frente y dice:
“Soy una persona optimista, arraigada a mi país. Por razones de trabajo he visitado otros lugares del mundo, pero siempre regreso. Soy introvertido, no me gusta ser el foco de atención, me gusta el bajo perfil. Eso suele ser una regla general, a las personas de ciencias no les gusta ser el centro de atención.
“Tengo buenas relaciones personales con el grupo, sin embargo, soy exigente con las personas que trabajan conmigo, trato de que crezcan (profesionalmente). La importancia del conocimiento es que influya en otros, sino ¿dónde está la gracia?”.
Excelente artículo. Gracias a Juventud técnica por compartir algo de la vida de Luis Felipe Desdin, uno de los científicos más cultos que he conocido. Un ejemplo de intelectual universal, de los que ya no abundan en nuestro pais, lamentablemente.