Foto: Representación artística del asteroide 2024 YR4 en rumbo de colisión con la Tierra. (Tomada de la revista Scientific American)
Por Alejandro Jiménez Pérez y Raidel Sosa Armas
La cultura del zapping que prolifera en Internet ha fomentado tanto el abuso de titulares excesivos para atrapar el interés de los fugaces lectores, que ya no creemos en las afirmaciones tremendistas que vamos leyendo por ahí, aun cuando algunas pudieran encerrar cierta verdad.
El impacto de la Tierra por un asteroide, aunque sea en un filme de ficción, siempre será motivo de interés para la especie que domina el planeta, quizás porque la hace tomar conciencia, de la manera más brusca posible, de su verdadera fragilidad frente a la naturaleza. Leer un titular con estos términos, como los que hemos visto en los últimos días, siempre causará que nos detengamos: ¿Será, acaso, un gancho publicitario o existe una posibilidad real de impacto a tener en cuenta? Síguenos en los próximos párrafos si crees que vale la pena recapitular lo que se conoce sobre las probabilidades reales de que un asteroide con el críptico nombre de 2024 YR4 impacte nuestro planeta en un futuro cercano.
Si no habías escuchado antes sobre el asunto, la explicación es que se trata de un objeto recién descubierto. El 27 de diciembre de 2024, un telescopio ubicado en la región de Río Hurtado, Chile, perteneciente a la red ATLAS (Sistema de Alerta Temprana frente a Impactos de Asteroides Terrestres, por sus siglas en inglés) (fig 2), encontró un objeto cuyo tamaño se estima entre los 40 m y los 100 m. Dicho cuerpo pasó a una distancia de 800 000 km de la Tierra, lo que equivale a decir unas dos veces la distancia que existe entre nuestro planeta y la Luna.
Aunque parezca extraordinaria la cifra, ese cuerpo es uno de los cientos que recorren el Sistema Solar interior, entre el Sol y la órbita de Júpiter y se supone que provenga del cinturón de asteroides, una región profusamente poblada, entre las órbitas de Marte y Júpiter, donde los efectos gravitatorios de este último impiden la conformación de grandes planetas. Tales efectos gravitatorios de Júpiter establecen zonas vacías en el cinturón. Cualquier cuerpo que penetrara en ellas puede resultar expulsado fuera del Sistema Solar o bien cambiar su órbita hacia el interior de éste.

A partir de las observaciones realizadas, el Centro de Planetas Menores (MPC), la entidad adscrita a la Unión Astronómica Internacional que lleva el inventario de estos cuerpos, ha calculado los parámetros orbitales de este asteroide, los cuales lo sitúan en una trayectoria que va poco más allá de la órbita de Marte y se acerca al Sol a una distancia casi igual a la que se encuentra la órbita del planeta Venus. Dicha órbita tiene una forma elíptica muy alargada (fig. 3), pero con una inclinación de solo 3.450 respecto a la órbita terrestre.
En la figura se muestran dos posibles puntos de intercepción, que no son necesariamente puntos de colisión. En ellos, los planos de ambas órbitas se cruzan y es preciso estudiar la probabilidad de que ambos cuerpos puedan coincidir. A medida que se obtienen nuevas observaciones, es posible refinar la órbita calculada y tener una idea más certera de la posibilidad real de tal coincidencia. ¡Y en el caso de 2024 YR4, se ha determinado que existe una probabilidad no despreciable de que coincidan en sus órbitas…!

¿Qué probabilidad real existe de un impacto directo?
El 27 de enero de 2024, uno de los servicios de la NASA llamado Sentry, cuyo objetivo es monitorear el potencial de impacto de asteroides, le asignó a 2024 YR4 probabilidad 1,3%, que luego elevó 2,3%, para un posible encuentro con la Tierra el 22 de diciembre de 2032. La Agencia Espacial Europea le adjudicó un porcentaje similar de 1,2%, por lo que se hace necesario continuar la vigilancia.
Para hacernos una idea de cuán importante es tener en cuenta esta “baja probabilidad”, se evalúa el riesgo mediante una herramienta que los científicos han elaborado a tal efecto, conocida como la Escala de Turín. Esta va desde el número 0 (ninguna probabilidad de impacto, aunque los objetos se puedan quemar en la atmósfera terrestre, como sucede con los pequeños meteoritos), hasta el número 10 (colisión segura de un objeto de dimensiones considerables, que puede causar una catástrofe climática capaz de destruir la civilización tal y como la conocemos).
En dicha escala, el posible impacto del asteroide 2024 YR4 se enmarca en el número 3 (existe una probabilidad de 1% o mayor de que ocurra una colisión, con efectos desastrosos para una región localizada, como una ciudad). Si bien, los daños estimados de la explosión pueden ser semejantes a una bomba de 10 megatones, esto no alcanzaría a ser el final de la civilización, ni mucho menos.
Melissa Brucker, una científica planetaria de la Universidad de Arizona, indica que las observaciones sugieren que el asteroide es del tipo rocoso (no metálico), esto implica que podría explotar en las capas altas de la atmósfera, ocasionando daños semejantes a los provocados en el evento Tunguska, ocurrido en Siberia, el 30 junio de 1908 que incendió un área boscosa de 2150 km2. De ser así, un impacto directo sobre los océanos, afirman algunos científicos, no causaría tsunamis. Otro sería el caso, si el asteroide fuera metálico, por lo que los daños podrían ser mucho mayores.
Al tratarse de un objeto tan descubierto hace tan poco tiempo, todavía no se ha recopilado suficiente información. Actualmente viaja de regreso rumbo al cinturón de asteroides y se hace difícil conseguir nueva información. Una vez que se conozca más a fondo los elementos de su órbita, se puede establecer una probabilidad de impacto más fiable.
Es de señalar que, incluso, esta probabilidad puede decaer hasta casi cero, como ocurrió con el asteroide Apophis, que en 2004 había llegado a tener una probabilidad estimada 2,7 % de impactar la Tierra el año 2029. Observaciones ulteriores permitieron “refinar” su órbita y hoy se sabe que pasará a unos 32 000 km de nuestro planeta brindando un interesante espectáculo. Según Davide Farnocchia, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), Apophis “rozará” nuestro hogar, en lo que será un evento extraordinario que suele ocurrir una vez cada miles de años.
¿Existe un plan que nos proteja de una trayectoria de colisión?
Richard Binzel, científico planetario del Instituto Tecnológico de Massachusetts y creador de la escala de Turín, propone algo interesante: Probablemente, investigaciones posteriores refinen la órbita de 2024 YR4 y lo coloquen en una escala de 1 ó 0. ¿Pero, y si su lugar en la escala asciende al 8? Hay que tener en cuenta que un número 8 en la escala de Turín para un cuerpo de estas dimensiones implica un impacto seguro.
También hay que considerar que, para abril de este año, el asteroide ya será invisible para cualquiera de nuestros telescopios. La próxima ventana de visibilidad no llegará hasta 2028, cuando apenas queden cuatro años antes de una posible colisión. Con unas condiciones como estas, se hace necesario establecer un plan de contingencia y no es casualidad que la semana del 3 al 9 de febrero de 2025, se realice una reunión entre la Red Internacional de Alerta de Asteroides, el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales de la ONU y varias agencias espaciales, con el objetivo de tratar cuidadosamente este tema.
Si para abril próximo el refinamiento de la órbita no coloca a este asteroide en un número menor en la escala de Turín, una misión para desviar de su órbita a 2024 YR4 debe tomarse muy en serio, afirmó Juan Luis Cano, Coordinador de Defensa Planetaria de la Agencia Espacial Europea. Tomará de tres a cinco años llevar a cabo una misión como la que realizó la misión DART (Double Asteroid Redirection Test) en septiembre de 2022, que logró desviar al asteroide binario Didymos-Dimorphos, también dijo Cano.
Un choque de un impactador contra 2024 YR4 podría desviarlo ligeramente de su órbita, incluso desintegrarlo en partes más inofensivas, como mostró el experimento de DART, pero es preciso conocer más detalles sobre el comportamiento del material que compone estos cuerpos y sobre su dinámica. Para este fin, también se ha redirigido la sonda Osiris-REX hacia el asteroide Apophis, en nueva misión llamada Osiris-APEX, luego de haber conseguido obtener muestras del asteroide Bennu y entregarlas con éxito a la Tierra.
Optimistas, pero conscientes del riesgo
El choque de un tren de fragmentos del cometa Shoemaker-Levi 9 sobre Júpiter en 1994 permitió constatar que los impactos de esta naturaleza pueden tener consecuencias realmente catastróficas para la vida en el planeta. Las imágenes captadas en tiempo real por todos los grandes observatorios sirvieron como sólidos argumentos para convencer a la opinión pública y a los gobiernos sobre la urgencia de identificar este peligro como real y pasar a una fase activa, encaminada a habilitar una respuesta proporcional a la amenaza.
Una vez más, la política también ha desempeñado su papel y esta capacidad de respuesta se ha mostrado como una fortaleza a exhibir, que los gobiernos que compiten por el liderazgo planetario por supuesto quieren ostentar. Hay que decir que el saldo no es negativo. En poco más de tres décadas se han creado oficinas intergubernamentales de defensa planetaria que han diseñado protocolos de actuación y mitigación de daños, y han realizado simulacros internacionales. Se han articulado redes de observación con nuevos instrumentos optimizados para monitorear grandes sectores del cielo cada noche, tales como PANSTARR o la propia ATLAS.
Estas persiguen el objetivo de lograr inventariar los asteroides peligrosos para la Tierra y conseguir computar sus órbitas con la mayor celeridad (solo entre 1998 y 2010, el Programa de Observaciones de Objetos Cercanos a la Tierra ya había logrado identificar un estimado de 90% de los asteroides en esta categoría con diámetro superior a 1 km).
La investigación de muestras obtenidas de los asteroides y cometas, y su seguimiento y observación por sondas capaces de sobrevolarlos han cosechado notables éxitos de varias agencias espaciales en los últimos años. Estos resultados permitirán entender mejor con qué clase de objetos estamos lidiando y diseñar estrategias apropiadas para desviarlos de sus órbitas, no necesariamente detonaciones o impactadores, eventualmente podrían ser tan inocuas como pintarlos para cambiar su albedo, aprovechando el efecto Yarkovsky producido por la luz solar.

Si a esto se suma la disminución en los plazos de lanzamiento que obtiene la nueva industria espacial, se podría afirmar que cada año que pasa se gana en oportunidades para articular una respuesta temprana ante un posible impacto, si ello fuera necesario.
Vale decir que ante esta contingencia ya la ONU ha activado por primera vez el Protocolo de Seguridad Planetaria, que ha comenzado a realizar encuentros de alto nivel para decidir las próximas acciones. Incluso ya se haya propuesto a desviar de sus labores al Telescopio Espacial James Webb, instrumento que cuenta con una apretada agenda de observación preparada con mucha antelación. Todo ello es un claro indicador del nivel de prioridad que se le está dando a este tema, dentro de la comunidad científica internacional.
Este telescopio se sumará a los que ya laboran en la misión de seguir a este asteroide para, antes de abril, lograr conseguir información más completa sobre este cuerpo potencialmente peligroso y, en consecuencia, poder llevar a cabo un plan efectivo para desviarlo de un rumbo de colisión con nuestro planeta. La amenaza existe ¡Hará falta muchos ojos mirando al cielo, muchos cerebros y muchas manos colaborando para llevarlas a la obra en caso de que sea necesario!
Referencias
- 1- European Space Agency. (2025). European Space Agency actively monitoring near-Earth asteroid 2024 YR4.
- 2- International Astronomical Union. (27 de 12 de 2024). Minor Planet Center. Recuperado el 3 de 2 de 2025, de https://minorplanetcenter.net/mpec/K24/K24YE0.html
- 3- NASA. (s.f.). CNEOS. Recuperado el 3 de 2 de 2025, de https://cneos.jpl.nasa.gov/sentry/torino_scale.html
- 4- Scientific American. (2025). Newfound Asteroid May Hit Earth in 2032, Scientist Say .
- 5- Space Telescope Science Institute. (s.f.). Recuperado el 5 de 2 de 2025, de https://www.stsci.edu/jwst/science-execution/aproved-programs