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Beatriz Martínez Daranas: Pasión y mar

Jorge Alejandro Ortega Márquez
05 abril 2025 | 0 |

El cenizero de la mesita central tiene varias colillas de cigarro fuerte. A la derecha, un mueble guarda la colección de discos de vinilos y soporta el tocadiscos junto al equipo de sonido. Más al fondo una muchacha mira el mar, es el cuadro más grande de esta casa, donde el conjunto de objetos dibuja un retrato de Beatriz.

Los libros del hogar están colocados sin mucha organización, congelados a mitad de un efecto dominó. Aun así, tras la madera y el cristal de la antiquísima vitrina que los guarda, se distingue el nombre de Eduardo Galeano y sus Venas abiertas de América Latina. Sobre el mismo mueble, la estatuilla del Premio Ciencias del Mar, puesto allí hace solo unas semanas.

Beatriz Martínez Daranas es doctora en Ciencias Biológicas, profesora auxiliar e investigadora titular de la Universidad de La Habana, suma 36 proyectos, 64 artículos y 6 libros vinculados a la conservación y estudio del medio ambiente marino-costero.

Macroalgas marinas de Cuba y Coral Reefs of Cuba, dos de los libros donde Angelito y Beatriz han compartido fotografía e investigación científica. (Foto: del autor)

Además, dirige el grupo de investigación de Ecología Marina del Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana (CIM-UH). Es miembro de la Academia de Ciencias de Cuba y de la Sociedad Cubana de Botánica, como también de la Organización para las Mujeres en Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD).

También es madre, y esposa de Angelito, el hombre de quien se enamoró al instante de verlo nadar, un apasionado de la fotografía submarina que se covertiría en el autor de las imágenes de corales y pastos de sus libros, pero también en su soporte en el hogar.

Suyos son los discos de vinilo y el tocadisco. Ambos comparten su pasión por The Beatles, pero Beatriz Martínez Daranas muestra más entusiasmo que él al hablar de Irakere y Los Van Van. La colección era mucho mayor, pero han tenido que vender algunos discos desde que los precios de alimentos comenzaron a crecer.

El transporte también afecta a Beatriz cuando tiene que trasladarse al CIM-UH. Antes iba en bicicleta y pedaleaba los kilómetros desde su casa hasta el trabajo a pesar de sus 68 años. Ahora un derrame sinovial de rodilla le impide hacer el viaje de esa forma y depende de carros y guaguas.

Años atrás, una situación similiar marcó un punto de cambio en su vida. Trabajaba en el Centro de Investigaciones Electroenergéticas, de la entonces Industria Básica, estudiando como disminuir y tratar las larvas y organismos que penetran mediante el sistema de enfriamiento a termoeléctricas por el agua del mar.

Fue su primer trabajo después de graduada, hasta que le fue imposible continuar allí porque no tenía como trasladarse a las termoeléctricas a causa de la falta de combustible. Luego, en 1993, entró al Instituto de Oceanología, uno de sus sueños.

Así comenzó a profundizar en el estudio de los ecosistemas de pastos marinos, y se inició, junto a otros especialistas, en el Proyecto Sabana-Camaguey para identificar la biodiversidad en el territorio costero de la zona, más los problemas medio ambientales que causaban sectores productivos, como la agricultura, la pesca y el turismo.

Entre los resultados del proyecto estuvo la reducción de contaminantes de la industria azucarera, la abertura de espacios en el pedraplén de Cayo Coco para permitir el flujo continuo del mar y disminuir la hipersalinidad del agua entre cayo e isla.

Beatriz Martínez Daranas en el mar, junto a jóvenes investigadores
Foto: Massiel Santos Valiente

Beatriz define este estudio como uno de los más importantes de su trayectoria profesional, junto a ese solo compara el estudio en el que se encuentra ahora: el proyecto Thalassia.

Thalassia es un género de plantas acuáticas originaria de las zonas costeras y subtropicales, que nuestro país estudia desde el año 2000 por sus potenciales propiedades medicinales.

Al principio, ni siquiera valoró estar en el proyecto porque pensaba que la utilidad de la extracción de la planta era solo para la industria cosmética, pero al saber que la especie puede poseer propiedades antitumorales, comenzó a estudiar las formas en que podía utilizarse la Thalassia sin afectar ecosistema marino.

Para Beatriz la conservación del medio ambiente es prioridad, comparte en su perfil de Facebook contenido educativo y trata siempre en sus clases y tutorías transmitir, como prioridad, el cuidado del mar y la naturaleza.

Si no hubiese sido bióloga hubiera estudiado Geografía, pero los talleres a los que asistía desde niña la hicieron tener la completa seguridad de que quería estudiar ciencias naturales, específicamente biología marina.

Con este propósito llegó a la Vocacional Lenin, escuela donde cursó el duodécimo y décimo tercer grado, hasta ser parte de la primera graduación del centro, que ayudó a construir, bien haciendo mezclas, cargando hierros, pintando paredes…

Actualmente a Beatriz le cuesta trabajo usar y entender el VPN del celular, el cual está obligada a usar porque solo de esa manera puede acceder a programas e información científica bloqueada para Cuba.

Pero así sigue haciendo ciencia Beatriz Martínez Daranas, Premio Ciencias del Mar 2024: se adapta y se reinventa ante las dificultades con el transporte, la economía en su conjunto y otras adversidades, para continuar enseñando e investigando los pastos y plantas marinas. Y como la muchacha del cuadro en su casa, seguir mirando con pasión el mar.

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