El vaivén de la jaula apenas deja distinguir a su obligado inquilino. Nervioso por el constante movimiento salta de un lugar a otro, es tan breve el espacio que resulta imposible volar.
Un adolescente de poco más de 13 años muestra orgulloso a un conocido recién encontrado en la parada la pequeñísima ave. Ajenos al resto de los viajeros, comparan ejemplares y relatan sus “hazañas”.
─¿Los echamos a pelear? ─pregunta el muchacho mientras levanta la armazón donde se encuentra el “desaliñado” azulejo.
─Mejor no ─responde el joven que a simple vista le dobla la edad.
─¡Es bravo! ─esgrime como último recurso. Sin embargo, el otro mueve negativamente la cabeza y se aleja despacio.
Hechos como estos ocurren con mayor frecuencia cada día y las peleas de pájaros, sean de canto o empleando picos y garras, encuentran su sitio en la privacidad de patios o terrazas.
Las aves constituyen uno de los grupos de la fauna más admirado debido a sus diferentes figuras, colores y trinos. La conservación de esos animales silvestres es una prioridad a nivel mundial y también para Cuba.
Disímiles son las leyes, decretos y resoluciones que regulan y, en algunos casos, prohíben la caza o colecta de especies consideradas vulnerables o en peligro de extinción.
No obstante, existen personas que hacen caso omiso a las medidas y disposiciones establecidas y aprisionan sin piedad a estas coloridas canoras.
Tradición cultural alegan unos, mientras otros se amparan detrás de las dificultades económicas por las que atraviesa el país para dilapidar, de forma cruel, el patrimonio natural.
Aves en el tintero
En Cuba, la desafortunada práctica de encerrar a las aves en diminutas jaulas surgió en el siglo XIX. Heredada de los españoles, la actividad fue acogida con beneplácito en el campo y la ciudad.
Por aquel entonces, no representaba un grave daño a la diversidad biológica del archipiélago porque había gran abundancia de esos animales, y el número de cazadores no era alto.
Tampoco constituía un acto furtivo, pues como señala el Dr. Martín Acosta Cruz, investigador titular de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, “se ejercía desde la época de la colonia, cuando no existían regulaciones en cuanto al uso de la biodiversidad. Por lo que, si no estaba prohibido por ley, no era clandestino”.
La nueva centuria cambió la percepción y comportamiento de quienes se dedicaban a la cría de pájaros. Ya no bastaba cazarlos para disfrutar de su belleza y canto. La venta de estos ejemplares proveía sustanciosas ganancias a sus captores. Nacía una nueva “tradición”.
En la actualidad, la colecta de aves silvestres con fines lucrativos ha aumentado exponencialmente con respecto a épocas anteriores. Y aunque ahora sí constituye un delito, quienes se dedican a esta práctica eligen hacer oídos sordos y llenarse los bolsillos.
“Las capturas son masivas y eso es debido a la impunidad”, refiere Xochitl Ayón Güemes, curadora del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).
“Este es un fenómeno que está pasando a la vista de todos. A diario transitan por las calles personas con las jaulas, y casi no hay una acción adecuada. Las leyes dictadas no se han aplicado en tales casos o simplemente, no resultan evidentes las sanciones imputadas a esas violaciones”.
El Dr. Roberto Alonso Bochs, presidente de la Sociedad Cubana de Zoología manifiesta que el motivo detrás de este comercio es claro. “El negocio no requiere una inversión significativa de recursos. Para algunos, la extracción de ejemplares de la naturaleza implica una fuente importante de ingresos, a juzgar por los precios en que son vendidos ilegalmente los animales que son recolectados de forma ilícita”.
Alta tensión
El comercio de vida silvestre es considerado el tercer mercado ilegal más grande del mundo, después del tráfico de drogas y armas, y está valuado entre los diez billones de dólares por año.
Un estudio publicado en la Revista de Biología Tropical, en septiembre de 2017, sobre el empleo de aves como mascotas en la región central de Cuba exponía que, cerca de la tercera parte de las capturas tienen ese final.
Aunque esto sobresale como una amenaza notable para muchas especies en peligro de extinción, las investigaciones realizadas son insuficientes para evaluar la realidad.
El texto también planteaba que según “el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente cerca de cien especies desaparecen diariamente del planeta por la destrucción del hábitat, la caza indiscriminada y el comercio ilegal.
“El tráfico ilícito causa impactos directos sobre la biodiversidad, y reduce a muchas poblaciones hasta cerca de la extinción. La extracción de aves de sus entornos naturales, igualmente podría afectar a las plantas, de las cuales son sus dispersores principales de semillas. Por otra parte, las condiciones del comercio son degradantes”.
Xochitl Ayón, curadora del MNHN acentúa que “hay mucho maltrato detrás de esta práctica. Cada ejemplar convertido en mascota ha sufrido un recorrido de abusos, hacinamientos, violencia y mala praxis en cuanto a su alimentación.
“Incluso algunos son mutilados (los dejan ciegos) y dopados con sustancias que estimulan su trino, con dosis que muchas veces los captores ni conocen. Además, los medicamentos que emplean son para mamíferos no para aves.
“Ellos van experimentando hasta que el pájaro aguante y eso es realmente una tortura. Los que sobreviven a ese ‘tratamiento desastroso’ cantan mucho y son los que, al final, participan en las competencias”.
La captura de estos animales constituye otro acto de violencia. Nuevos métodos se han sumado a la conocida jaula trampa, entre ellos las redes de nieblas (empleadas en la investigación) y la lira, una resina que cuando se procesa es un pegamento natural.
“Esta goma la colocan en las ramas de los árboles o en varas y cuando las aves se posan quedan adheridas. El problema radica a la hora de colectarlas, pues al halarlas las patas o alas pueden fracturarse.
“Las mallas se ponen en el bosque y son tan finas que los pájaros no las ven. Entonces se enredan en ellas. Por lo general, existe una metodología que los especialistas usan y que les permite extraer los ejemplares (para medir y anillar) sin lastimarlos, pero están siendo utilizadas por personas que no saben manipularlas y la mortalidad es realmente alta.
“Es cierto que no todos los cazadores actúan así. Sin embargo, es algo que está sucediendo de manera muy frecuente, y muchos de ellos lo ven como algo normal”, subraya Xochitl.
Mucho más que dos
Cuba está compuesta por más de mil 600 islas, islotes y cayos. Sus características insulares han propiciado la evolución de una diversidad biológica exclusiva y con altos valores de endemismo (se estima un endémico por cada 12,02 kilómetros cuadrados).
De igual forma, más del 70 por ciento de la avifauna está conformada por especies migratorias (algunas utilizan el territorio nacional de forma causal o transitoria) que pasan más de seis meses en el país, acumulando reservas para la migración de regreso y reproducción en el norte. Por lo que decir que no son cubanas es erróneo.
“Lo primero es aceptar que las aves como otros muchos grupos (insectos, mamíferos…), no entienden de barreras políticas, ni fronteras entre países”, apunta el Dr. Alonso Bochs.
“Sus desplazamientos y migraciones tienen lugar a través de espacios geográficos naturales, en virtud de su capacidad de dispersión, en busca de garantizar recursos, su supervivencia y reproducción. De hecho, sin quererlo, con sus viajes conectan diferentes ecosistemas, posibilitando el flujo de nutrientes y genes a través de ellos”.
Por su parte, el Dr. Martín Acosta, investigador titular de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, argumenta que “la migración es el movimiento cíclico y estacional entre dos dominios vitales, que son aquellos hábitats en los que desarrollan su existencia.
“Para las aves que vienen del norte, los ecosistemas de los Estados Unidos y Canadá constituyen el lugar ideal para la reproducción, ya que en la primavera y el verano se origina una explosión de vida, expresada en gran cantidad de frutos, insectos, que aseguran la cría de los pichones.
“No obstante, con la llegada del otoño y el invierno, esta disponibilidad de alimento desaparece y se ven obligadas a moverse al sur para obtener los recursos que el trópico les ofrece, sin tener en cuenta los límites políticos de cada país.
“Así que decir que una especie migratoria no es nuestra, es ignorar el funcionamiento de la naturaleza. Y debemos respetarlas y protegerlas como a cualquier otra especie”.
De leyes
La agudización de los problemas ambientales, a causa del impacto de un desarrollo humano aún basado en la maximización del “extractivismo” afecta a los ecosistemas y las especies que lo habitan.
Las actividades antrópicas han contribuido a la reducción de la biodiversidad a escala mundial, regional y nacional. Una situación que continúa y se manifiesta en la pérdida de las poblaciones vegetales y animales.
Esto menoscaba la calidad del medio ambiente y provoca alteraciones en la estabilidad de los ecosistemas, disminución de la riqueza natural, descenso de la cantidad de agua potable disponible, propagación de especies plagas, incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera y proliferación de enfermedades, entre otras.
Para contrarrestar estos daños y evitar el uso descontrolado de los recursos naturales, Cuba es signataria de convenios internacionales y posee un sólido marco legislativo.
La Constitución de la República, en su Artículo 75, plantea que “todas las personas tienen derecho a disfrutar de un medio ambiente sano y equilibrado”, mientras el Artículo 90 inciso j), dispone como uno de los deberes de los ciudadanos “proteger los recursos naturales, la flora y la fauna y velar por la conservación de un medio ambiente sano”.
Por su parte, la Ley del Sistema de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente (aún no publicada en Gaceta), aprobada en mayo de 2022, perfecciona los instrumentos de la política y la gestión ambiental de acuerdo al contexto internacional y nacional, actualiza los componentes que tributan a la calidad ambiental y las obligaciones de los diferentes Organismos de la Administración Central del Estado (OACE) e incorpora una definición clara del daño ambiental significativo y la responsabilidad del que lo causa, estableciéndose las sanciones en el recién aprobado Código Penal.
Igualmente se articula con todas las disposiciones vigentes relativas a los recursos naturales, entre las que se encuentran las leyes de Aguas Terrestres, De Pesca, del Patrimonio Cultural y el Patrimonio Natural.
Sin embargo, el Dr. Roberto Alonso, presidente de la Sociedad Cubana de Zoología señala que “en relación con esta ley aún queda pendiente su reglamento y saber cómo será su implementación.
“Por fortuna hace poco entró en vigor el reclamado Decreto Ley de Bienestar Animal (2021) y sus disposiciones, unas de las pocas armas para lograr combatir estas malas prácticas, pues el resto de las herramientas jurídicas vigentes no están atemperadas al contexto económico, social y ambiental que vive el país”.
Estos documentos legales promueven la protección y cuidado de todas las especies animales, prohíben la comercialización de las declaradas como de especial significación para la diversidad biológica, establecen las autorizaciones para el uso de algún ejemplar (en dependencia de la actividad) y marcan las contravenciones en caso de incumplimiento de lo regulado.
“Del mismo modo fue aprobada una nueva Ley del Código Penal, donde ya aparece tipificado el delito ambiental y en particular, los actos en perjuicio de la biodiversidad, con sanciones más severas (privación de libertad de tres a ocho años) para quienes la violen al atentar contra la supervivencia de especies de la flora y fauna silvestre o provoquen un daño significativo al ecosistema”.
Como bien advierte el Dr. Alonso, no pocos expertos, naturalistas y activistas, “no hacemos nada solo con la legislación si existe desconocimiento tanto en los que deben hacerla cumplir como en quienes tenemos la obligación de acatarla.
“Esa será otra dura y larga batalla. Captar, formar y capacitar a los encargados de hacer valer nuestras leyes en favor de la flora y fauna, y lograr que la población en general comprenda la necesidad de tomar acciones más severas ante estas costumbres, que pronto serán consideradas delitos”.
A esas dudas respondió Jorge Álvarez Álvarez, director de la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental (ORSA) del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA). “Contamos con la Resolución 160/2011 que relaciona las especies de especial significación y los procesos de autorización para cualquier acción con ellas.
“Esta norma, complementaria de la actual Ley 81 de Medio Ambiente, está siendo actualizada a tono con la aprobada recientemente en el Parlamento”.
El directivo puntualiza que “las violaciones de lo regulado son sancionadas por el Decreto Ley 200 De las Contravenciones en Materia de Medio Ambiente.
“Y nuestra oficina aplica, en el caso de la fauna silvestre de especial significación, cuando procede, el Decreto 38 que establece las contravenciones a las violaciones sobre bienestar animal. Además, otros cuerpos de inspección (Guardabosques, Centro Nacional de Sanidad Animal…) que integran el Sistema de Inspección Estatal Ambiental imponen otros decretos.
“Solo en el año 2021 fueron imputadas 16 mil 836 contravenciones en materia de vida silvestre. Se incluyen 14 mil 582 multas y mil 605 acciones de decomisos. En el periodo se confiscaron seis mil 144 especímenes de fauna, entre ellos 667 aves.
“Mientras que en el primer semestre de 2022 fueron puestas cuatro mil tres contravenciones. Con dos mil 972 multas y 975 operaciones de decomisos. Fueron incautados mil 898 animales, de esos 349 pájaros”.
Añade Jorge Álvarez que, pese a los resultados obtenidos, “una de las problemáticas presentes, más allá de las carencias y limitaciones de transporte y combustible, radica en el reducido cuerpo de inspección que tenemos. Además, el encargo no es muy atractivo para profesionales jóvenes.
“El equipo no solo efectúa la fiscalización, otorga autorizaciones y hace controles en todos los temas ambientales que competen a esta oficina, así como los de seguridad química y biológica.
“Un gran obstáculo lo constituye enfrentar los ilícitos por las redes sociales. Los inspectores no son investigadores para identificar dónde y cuándo actuar y tienen restricciones legales para acceder al interior de las viviendas”.
Entonces toca preguntarse, ¿de quién es la responsabilidad de revisar estas plataformas y tomar medidas con los infractores? De los OACE encargados de enfrentar las violaciones contra la flora y fauna silvestres (Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, de la Agricultura, de la Industria Alimentaria, Ministerio del Interior…), ¿cuál o cuáles tienen la responsabilidad de velar porque la impunidad con la que parecen convivir estos sujetos termine?
En diciembre de 2021 el sitio www.birdscaribbean.org publicaba una lista recogida en The Cuban Birder, “con 36 grupos en Facebook compuesto desde unos pocos de cientos hasta más de 49 mil miembros, que vendían abiertamente aves silvestres” en la Isla.
Mas este no es el único lugar donde los “pajareros”, como se hacen llamar, proponen sus capturas para la comercialización. La red social WhatsApp también sirve de plataforma para el ilícito negocio. Datos llegados a nuestra redacción reflejan que actualmente existen, al menos, 28 grupos con entre 120 y 300 personas.
“Desafortunadamente desconocemos el por ciento de extracción anual. Para ello habría que saber cuáles son los tamaños efectivos de las poblaciones afectadas”, declara el Dr. Roberto Alonso.
“No obstante, cuando uno escucha o incluso ve el número de individuos apresados o a la venta (a veces cientos de animales en el caso de las aves), resulta imposible aceptar que las poblaciones naturales logren sostenerse en el tiempo ante tales tasas de capturas”.
Desinformación, contrastes y des (acuerdos)
Comunicar el problema y hacerlo bien es uno de los reclamos de los especialistas. No basta con crear novedosas reglamentaciones o endurecer las existentes, si en la práctica estas no se conocen ni se cumplen adecuadamente.
De las escuelas y los programas educativos se demanda más proactividad en este asunto. Hay que informar a niños, adolescentes y jóvenes el daño que causan a la biodiversidad, las reiteradas y masivas extracciones de cualquier especie animal o vegetal.
“Un pájaro sacado de su medio natural, aunque se mantenga vivo en una jaula está muerto para el ecosistema, pues deja de cumplir con su función (dispersores de semillas, polinizadores, controladores de plaga…).
“Aun cuando la gente dice que los están salvando de los depredadores, ser comida de un depredador también es importante porque ellos tienen un rol importante”, explica Xochilt Ayón.
La captura de aves, por lo general, ha sido una actividad realizada por hombres adultos. Pero participando de este negocio “hay una generación nueva que va desde los 18 hasta los 30 o 40 años, mucho más arriesgada, agresiva y temeraria.
“Esos son los que cazan en grandes cantidades y mutilan a los pájaros. Asimismo, exponen las fotos de sus colectas en las redes sociales. Se sienten con total impunidad porque llevan tiempo haciendo esto y nunca se les ha castigado”.
La especialista alerta que en las últimas épocas “han visto a niños incorporándose a esa actividad”. Por eso es necesario trazar una estrategia comunicativa, que permita educar a la sociedad sobre este tema y la importancia de no apresar a las aves.
Con esa idea en mente, miembros de la Sociedad Cubana de Zoología, la Sociedad Cubana de Botánica, la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, la Fundación Ariguanabo y otras instituciones, redactaron y presentaron al CITMA, un proyecto de comunicación encaminado a ahondar en los valores de nuestra biodiversidad y otras cuestiones asociadas.
“Hace cuatro años que los científicos intentamos comunicarnos, por varias vías, con las autoridades. Cada uno tiene una noción del problema, mas, nosotros como investigadores estamos muy preocupados”, indica Xochilt.
“Ha sido difícil sumar al CITMA. No porque no sepan de la magnitud de la gravedad, sino porque la solución es compleja, ya que hay otros problemas ambientales. Quizá no han interiorizado que este puede ser, en estos momentos, tan peligroso como los demás”.
En este aspecto el presidente de la Sociedad Cubana de Zoología afirma que “se ha creado un grupo, con representantes de varias entidades, para ir organizando el trabajo. Esperamos que pronto comiencen a verse los resultados, pero siento que vamos muy lento para la urgencia requerida.
“Ha habido comprensión, respeto y voluntad de colaborar desde el primer momento. Incluso hay acciones conjuntas; no obstante, siguen sin tener la constancia, visibilidad e impacto precisos”.
La máster Lourdes Coya de la Fuente, experta en política ambiental de la Dirección General de Medio Ambiente del CITMA, esclarece que, “el ministerio cuenta con un plan de comunicación aprobado por resolución ministerial”.
El texto (Resolución 365/2020) instituye las pautas generales para acompañar la implementación del Plan Gubernamental para la prevención y enfrentamiento de los delitos e ilegalidades que afectan a los recursos forestales, la flora y la fauna silvestre y otros recursos naturales.
Con objetivos enfocados en dar a conocer las actividades consideradas ilegales y desarrollar una cultura que permita el cuidado y protección de la naturaleza, expone líneas de mensaje específicos para cada problemática ambiental planteada.
Según la especialista, a raíz de este plan, “se han realizado múltiples acciones audiovisuales, a nivel nacional y de los territorios, que incluye la realización de un programa Mesa Redonda para explicar la nueva Ley del Sistema de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente, un Observatorio científico relacionado con la captura de aves, además de post frecuentes en las redes Facebook y Twitter sobre este y otros temas”.
Traslados prohibidos, indolencia asegurada
Si bien la mayor parte del comercio ocurre al interior de la Isla, el incremento de las capturas y las propuestas de venta parecerían indicar otros destinos.
Es sabido que ha existido históricamente una fuerte demanda de estas especies fuera de Cuba. Sobre todo, “en países como Estados Unidos y España donde tienen un precio muy elevado”, dice Yaima Tirador, jefa de Gestión de riesgo y enfrentamiento de la Aduana General de la República.
“Realmente las aves no son del tipo de infracciones más detectadas en delitos de flora y fauna. En los últimos cinco años solo han ocurrido seis incidentes (para un total de 499 ejemplares). El problema radica en que cuando ocurre una violación de este tipo, las cantidades son grandes”.
─¿Cómo detectan que están sacando especies de manera ilegal?
─Nosotros aplicamos un chequeo radiológico a la totalidad de los equipajes a la salida y entrada al país. Asimismo, empleamos para los viajeros el arco estacionario y un detector manual de metales.
“En este caso, pegamos el aparato al cuerpo para descubrir protuberancias, pues cuando llevan las aves encima estas sobresalen y se nota. Las personas utilizan fajas con bolsillitos o simplemente las colocan en pomos de desodorante y se los ciñen al abdomen o los muslos, con esparadrapo o precinta.
“Normalmente, las sacan en las maletas facturadas. Arman unas especies de guacales y las colocan ahí adormecidas. Los preferidos son los Tomeguines, Negritos, Azulejos y Sinsontes”.
─¿Qué sucede cuando detectan a una persona o un equipaje con aves?
─Las especies son decomisadas y entregadas a los fitosanitarios. A la persona se le impone un acta de advertencia y una multa porque está cometiendo una infracción aduanera, y después se le deja continuar viaje. Con el nuevo Código Penal nos dirigiremos al Ministerio del Interior (MININT) y ellos actuarán en consecuencia.
Por su parte, Yosvany Bárcenas González, director de Gestión y Control de Riesgo de la Aduana, asegura que nada sucede al azar.
“Nosotros tenemos un sistema de gestión de riesgo, en el que intervienen todos los factores inmersos en el Plan Gubernamental aprobado en 2020 para prevenir y enfrentar los delitos e ilegalidades contra los recursos naturales, la flora y fauna silvestres, entre otros.
“Por lo que hacemos una evaluación de cuáles son las principales tendencias, circunstancias y condiciones que favorecen la extracción de aves, las áreas donde se cazan, comercializan ilegalmente, el tipo de personas, los países hacia donde las dirigen. A partir de esa actividad, la aduana realiza su cometido de conjunto con órganos como el cuerpo de guardabosques y otras estructuras del MINNIT, con los que trabajamos para mantener la seguridad de la frontera”.
En la actualidad, diversas especies de las que habitan permanente en nuestros ecosistemas ocupan alguna categoría de amenaza, entre ellas el Gavilán colilargo, la Paloma perdiz, el Catey, la Cotorra, el Ruiseñor, el Negrito y el Tomeguín del Pinar.
En cuanto a las aves silvestres, pensar que porque hay muchas pueden capturarse sin control es un despropósito. “Las grandes poblaciones también sucumben ante un uso desmedido”, advierte el profesor Martín Acosta Cruz.
En Cuba, la caza y comercialización se han generalizado tanto que es imperativo detenerlas o, al menos, frenarlas. Para ello es preciso poner mayor empeño. No basta con conocer las áreas de extracción y venta si no se toman medidas más enérgicas.
En este tema aún quedan cuestiones por resolver. En un país con problemas económicos evidentes, ¿quiénes pueden demandar tantas aves y pagar precios exorbitantes por ellas? ¿Cómo es posible que los autores de esos delitos se expongan en las redes sociales con total impunidad, con nombres y números de teléfonos, y no haya consecuencias? ¿Son suficientes una multa y un acta de advertencia y que puedan seguir viaje quienes son identificados en los controles aduaneros traficando estas especies? ¿Por qué pese a las legislaciones vigentes el problema lejos de menguar sigue creciendo?
Para ser mejores cubanos y humanos tenemos el deber de preservar y alentar el cuidado de nuestra flora y fauna silvestre, les apoyaría con todo mi esfuerzo. ¿Qué sería del mar si le faltara esa/esta gota?. ¡!GRACIAS¡!