Desmedidas emisiones de plásticos desechados atoran hoy los vertederos terrestres y extrañas acumulaciones suspendidas en los océanos, cuya desintegración en pequeños fragmentos representa un nuevo riesgo para la salud animal y humana y un reto para los estrategas de la conservación del medio ambiente, por la complejidad de su limpieza. Diversas acciones intentan paliar el daño ya causado y evitar que este se acreciente, mientras se apela a métodos que privilegian la reutilización y reciclaje de los residuos, metas que también se han propuesto entidades cubanas y de otros países. A la vez, esperados acuerdos internacionales pueden fijar reglas del juego para evitar un mayor deterioro. ¿Podrá la humanidad encontrar una solución definitiva y sostenible para el aún poco valorado desafío?
Por Keira Sánchez, Susana Antón Rodríguez, Yanel Blanco, Dianileysis Santa Cruz y Toni Pradas
Seamos sinceros: si algo nos hace temblar con placer es el cine de terror. Lloramos con los romances, saltamos con las aventuras, sufrimos con las tragedias. Pero apocalípticos e integrados, como nos filosofó a todos Umberto Eco en materia de cultura de masas, sucumbimos ante cualquier provocación –solo artística, por supuesto– de nuestros miedos.
No en vano los escritores, directores y productores de películas se afanan en encontrar nuevos argumentos asombrosos, sean satánicos, sangrientos o de personajes espiritualmente retorcidos. Todo por un susto, parecen apostar. Y siempre lo consiguen, caramba… o casi siempre.
Más recientemente han podido presentar una idea nunca antes explotada en la ficción y, aunque no es el centro del conflicto, lo desarrolla con efectividad, y hasta podría pensarse que funciona con indirecta moralina.
Echando a un lado las geografías tenebrosas donde suceden catástrofes de todo tipo; tirando al cesto las historias predecibles que ocurren en casas encantadas o sobre antiguos cementerios profanados por urbanizaciones; dejando desempleados a insólitos monstruos de aquí, alienígenas y hasta del más allá de ultratumba, una reciente peliculilla francesa ha conseguido sacar de debajo de la manga un hasta ahora inexplorado argumento. O al menos, para ser exactos, una parte de su trama, igualmente nunca vista.
Dicho a la carrera, a riesgo de que se trabe la lengua, el filme de gran impacto y poca monta En las profundidades del Sena, dirigido por Xavier Gens y estrenado a mediados de este año, nos recreó un supertiburón tiránico. No es una novedad, claro, después que Spielberg nos asustó hace medio siglo con el suyo, pero este atemoriza a la mismísima ciudad de París de jorobados y decapitaciones, justo antes de comenzar las recientes olimpiadas y en el propio río donde se realizó la competencia de triatlón.
En el audiovisual, algunos personajes recomendaban no desarrollar esa modalidad, por la amenaza que representaba la ira de Lilith, una hembra de tiburón mako. Y mire usted, en la vida real también hubo llamados a prohibir que superdotados deportistas nadaran en el Sena, pero por un terror mayor, aún no filmado en un mundo acuático: la contaminación por intrigantes gérmenes procedentes de las cloacas y desagües citadinos.
Precisamente en las catacumbas de la ciudad, entre aguas residuales, pernoctaba la odiosa Lilith, y a su búsqueda fue la heroína de la película, Sophia Assalas, quien, bióloga marina, en verdad no podía evitar tener sentimientos encontrados respecto a la dientuda especie.
Pero era necesario matar a la asesina. Tenía Sophia, además, motivos personales: años antes, cuando todavía no había mutado el bicho como especie de mar hacia el entorno fluvial, la pérfida Lilith mató a Chris, su esposo, buzo del equipo investigador al que pertenecían ambos. Ocurrió cerca de un lugar conocido como la gran mancha de basura del Pacífico. Excitantes escenas mostraron a la valiente protagonista perdiendo un duelo, de tú a tú contra el animal, atrapada entre redes de pesca y asquerosas acumulaciones de plásticos y otros desperdicios.
No se cuente más, que este texto no va de pantallas. Solo subrayemos que por primera vez el cine de ficción eligió como escenario la llamada isla de la contaminación y no podía ser en otra cuerda que no fuera el género terrorífico que tanta vergüenza nos da aplaudir públicamente.
Si cree que los desechos contaminantes no son lo suficientemente tenebrosos como para estimular nuestros temores, sepa que no estamos hablando de un amontonamiento de desechos cualquiera, ni siquiera del basurero más grande que se haya visto en una ciudad.
La también llamada gran zona de basura es un gigantesco vertedero oceánico con gigantescas concentraciones de plástico suspendido y otros desechos atrapados en las corrientes del giro oceánico del Pacífico norte. Se calcula que esta área remota, comúnmente llamada Horse Latitudes, puede contener cerca de cien millones de toneladas de retales.

Esta, formada por un vórtice de corrientes oceánicas, es tan inmensa que todavía ningún nombre, de los tantos que mediática y científicamente se manejan, la describe con justicia. Los más conservadores le llaman continente de plástico, y otros, menos correctos políticamente, lo han bautizado como isla de basura, isla tóxica, remolino de basura del Pacífico o el ya mencionado término de isla de la contaminación.
Tan descomunal es que a los propios estudiosos les resulta espinoso precisar la extensión de su superficie, relativamente fija. Apenas coinciden al estimarla entre 710 mil y 17 millones kilómetros cuadrados, según la vara de medir que utilicen para definir la concentración de plásticos. En lo que no hay duda es que sus aglutinaciones son excepcionalmente elevadas.
Salidos de aquí o desde allá, arrastrados por afluentes, ríos y corrientes marinas, los desechos han derivado hasta este vertedero oceánico y como si se tratara de nenúfares, que al pairo terminan arrinconados en un espacio específico de su lago, se reúnen a escala global los plásticos en aquella zona donde las cámaras de televisión no suelen llegar.
A pesar de su tamaño y densidad, la isla de basura no puede ser localizada con radares y es difícil de, incluso, ver mediante fotografías satelitales. Es que no son exactamente botellas de plástico u otros recipientes los que conforman estas islas, sino, más bien, microfragmentos del tamaño de un grano de arroz, o menor, por demás engorrosos de limpiar, pero contaminan y destruyen lentamente el ecosistema oceánico.
A pesar de estar expuesta buena parte de la humanidad a los riesgos que pueden provocar estas fracciones de plástico, ya que pueden ser transportados a las entrañas de peces que son parte de la dieta alimenticia humana, esta mancha es prácticamente desconocida por muchas personas.
Pero su conocimiento por parte del sector académico no es nuevo. Fue descrita por primera vez en 1988 en una publicación de administración oceánica y atmosférica estadounidense (la famosa NOAA, sus siglas en inglés). A sus científicos de Alaska un día se les antojó medir en sus laboratorios, entre 1985 y 1988, la cantidad de plástico flotante en el océano Pacífico norte y quedaron pasmados al encontrar altas concentraciones de fragmentos de desechos marinos acumulados en zonas caracterizadas por ciertas corrientes oceánicas.
Es más, a partir de resultados obtenidos en el mar del Japón, los investigadores llegaron a la conclusión de que condiciones similares a estas podrían ocurrir en otras partes donde las corrientes predominantes fueran favorables a la creación de masas de agua relativamente estables.
Entonces se alarmaron específicamente con el giro del Pacífico norte, del que hemos estado hablando hasta esta línea de texto.
Pero como mismo en las películas de terror –en las que el peligro, una vez se creyó vencido, inexplicablemente apareció en otra parte; o los tiburones parientes de Lilith emigraron y se adaptaron a vivir en otros ríos importantes del planeta–, en 2009 se descubrió otra sopa de basura en el Atlántico norte, emparentada con el giro oceánico de esa región, y más tarde se identificó, en 2011, otra isla de desechos en el Pacífico Sur.
Bienvenidos, pues, a lo que se ha ganado el sobrenombre de plastisfera, la más indeseable de las capas que conforman nuestro planeta y que, según la Conferencia del Océano de 2017 de Naciones Unidas, podría hacer que los océanos, para el año 2050, contengan más peso en plásticos que peces.
De boca en boca
Los residuos plásticos afectan, por lo menos, a 267 especies alrededor del mundo y la gran mayoría de estos recala en la mancha de basura del Pacífico norte. Eso han demostrado acuciosos estudios de investigadores.
Los plásticos en el mar, desde luego, se van descomponiendo. Pero, a diferencia de otros productos, no son biodegradables. El proceso que sufren es la fotodegradación, que los convierte en pedazos más pequeños (microplásticos) hasta indeteniblemente alcanzar una escala molecular (nanoplásticos). Aun así, siguen siendo polímeros, suspendidos en la superficie del agua, hasta que a fuerza calendarios se desintegran.
Siendo trozos tan minúsculos, la mancha de basura no se caracteriza por ser una zona visible. Así, las partículas, que caprichosamente se asemejan al zooplancton, pueden accidentalmente ser comidas por golosos organismos, como algunas medusas que viven cerca de la superficie del océano. Luego terminan procesadas por los jugos gástricos de un predador. A la vez, muchos desechos acaban en los estómagos de las aves marinas y animales del mar, incluyendo tortugas oceánicas y albatros de patas negras.
De esta manera, los plásticos entran en la cadena alimenticia que puede tocar a un consumidor humano amante de un buen pescado grillé.
Según los estudiosos, el riesgo para la vida marina no reside solo en los propios residuos, sino que estos traen consigo otros contaminantes como bifenilos policlorados, DDT e hidrocarburo aromático policíclico, los cuales, en algunos casos, provocan problemas hormonales en los animales.

Expertos consideran que más de 16 mil sustancias químicas existen asociadas a los plásticos, muchas de ellas con elevada toxicidad, y pueden repercutir en la salud humana y en la naturaleza. Algunas de esas sustancias químicas se pueden lixiviar a lo largo del ciclo de vida completo del plástico y aparecer en el aire, el agua y el suelo.
El plástico marino también facilita la propagación de especies invasivas que se adhieren a la superficie de los materiales flotantes y se desplazan a grandes distancias, colonizando nuevos ecosistemas.
Aunque parezca imposible, algunas especies han logrado prosperar en la gran mancha flotante, entre California y Hawái, un hecho que fue constatado por los científicos hace más de un año. En tal marginalidad ecológica han podido sobrevivir y reproducirse comunidades de decenas de organismos invertebrados, ciertas algas, cangrejos y anémonas, en la mayor parte del territorio compuesto por basura.
¿Sin final feliz?
Organismos multilaterales, gobiernos, instituciones públicas y privadas, universidades, comunidades científicas, organizaciones no gubernamentales y activistas pro naturaleza se han planteado seriamente poner fin a este innecesario e inmerecido riesgo para la salud humana y animal, así como para la sostenibilidad el medio ambiente.
La pregunta es cómo lograrlo. Entonces todos nos rascamos el cogote.
Notables esfuerzos emprendidos han conseguido los dineros necesarios para financiar algunas expediciones, las cuales han puesto proa hacia el sucio continente flotante. Estas, por ejemplo, han podido colectar una significativa cantidad de residuo y las más productivas han podido sacar más de 100 mil toneladas en una travesía. Pero el éxito mejor reconocido de esos empeños ha sido probar tecnologías de limpieza y métodos de trabajo. Lamentablemente, sigue siendo prácticamente insignificante, si se compara con los volúmenes que hoy flotan a sus anchas y la velocidad creciente de polución con la entrada al mar de nuevos desechos.
La tarea de saneamiento urge. Es necesaria y hasta impostergable, pero la solución mejor manejable será, por supuesto, cortar la generación de desperdicios plásticos a fin de evitar que puedan llegar a ser incontrolados.
La contaminación por plásticos ha sido abordaba habitualmente como un problema de gestión de residuos, pero el concepto abarca hoy todos los efectos nocivos y las emisiones resultantes de la producción y el consumo de materiales y productos plásticos a lo largo de todo su ciclo de vida. Desde la extracción y transformación de las materias primas hasta su diseño, fabricación, distribución, uso y eliminación, los plásticos repercuten en la salud de las personas y del planeta.
Es decir, la solución más sensata puede encontrarse al reducir la contaminación y el desperdicio en cada una de las fases del ciclo de vida de los plásticos, y no necesariamente en su final, cuando sus dimensiones alcanzan una talla oceánica. De momento, dos tercios de los plásticos producidos son efímeros y pronto se convertirán en residuos.
Precisemos que las fases antes mencionadas se refieren a la extracción de materias primas –petróleo y gas– y a la producción de plásticos; a la etapa de diseño, fabricación, embalaje, distribución y uso; y, por último, a las actividades enfocadas a la gestión de los plásticos al final de su vida útil (segregación, recolección, clasificación, reciclaje y eliminación).
En principio, esta economía circular debería aportar soluciones tangibles para manejar los 430 millones de toneladas métricas de plástico que anualmente el mundo produce y que, de mantenerse la tendencia actual, se estará triplicada en el año 2060.

TONI AULÉS / PNUD)
Un tratado mundial ambicioso sobre plásticos sería la mejor variante para acabar con la contaminación por este material. Para finales de 2024, se espera que los Estados Miembros de la ONU lleguen a un acuerdo global para acabar con la contaminación por plásticos, Cuba entre estos.
Pero una audaz idea no deja de dar vueltas en la cabeza. ¿Y si se eliminaran definitivamente los plásticos? Hoy parece un planteamiento loco, sí. A falta de materiales sustitutos, dicen unos, y por la inconveniencia para los monopolios asociados al petróleo, gritan otros.
Eso, hasta que la crisis de la plastisfera no tenga más piedad con la humanidad y sea inminente su extinción. Como sucedió con el agujero de la capa de ozono, que obligó a la ciencia a crear sustancias no dañinas en reemplazo de los freones y pudo evitarse, al fin, ese apocalipsis.
Contaminación invisible
Como sus pares del mundo, científicos cubanos se adentran en el estudio de los fragmentos de plásticos en el ambiente y su impacto en animales y humanos, mientras otros aceptan el desafío de eliminarlos desde la educación y la conciencia

En tiempos donde la contaminación ambiental alcanza niveles cada vez más elevados, el ser humano está en una lucha contra la sombra de su progreso. Islas de basura, vertederos, muerte de animales, son escenarios comunes en el mundo de hoy.
Sin embargo, no es correcto generalizar. Existen personas que contribuyen a la lucha contra la contaminación. El niño que guarda una envoltura en su mochila para no arrojarla en la calle. La mujer que, a través de la ciencia, estudia los daños provocados al medio ambiente por los desechos sólidos. De distintas formas, cada uno ayuda a la supervivencia de un planeta aparentemente en fase terminal.
Rubén Parra Cabrera es una de estas personas. Desde el laboratorio de Química Inorgánica, perteneciente a la Facultad de la Universidad de La Habana, que forma a los profesionales de estas ciencias, ha dedicado sus tres años de graduado al estudio de los plásticos, específicamente los microplásticos. Siendo estudiante, escribió un artículo relacionado con el tema, y después de titularse comenzó a dirigir esta línea de investigación, compleja y con recursos limitados.
“Trataremos de utilizar nanopartículas de óxido de hierro para que puedan unirse a los microplásticos y nanoplásticos que están en el agua. Esto facilitará el análisis químico de determinadas muestras”, explicó Parra Cabrera. Aunque aún no constituye un proyecto, concluirá con la tesis de una estudiante tutorada por él.
Por su parte, el Centro de Estudios Avanzados de Cuba, CEAC, dedicado a las nanociencias y las nanotecnologías, desarrolla una línea de investigación sobre los plásticos y, específicamente, los procesos de degradación.
Famosos plásticos de estructuras poliméricas se utilizan para hacer diferentes objetos de la vida cotidiana, desde casi todo un automóvil hasta un pomo de agua o una bolsa de tienda, comenta Yorexi González Alfaro, doctor en Física de la especialidad de materiales avanzados en nanotecnología, investigador titular y director general del CEAC.
El problema más complejo de estos materiales radica en el proceso de degradación en el medio ambiente. “Se dividen, rompiéndose en pequeñas estructuras. No en sus estructuras elementales, sino como si el polímero se fragmentara muchas veces.
“Por eso se habla de microplásticos, un pedacito pequeño del tamaño de un micrón, es decir, uno por diez a la menos seis metros”, precisa el doctor. Incluso pueden seguir deteriorándose y llegar a escala nano: “un pedacito de uno por diez a la menos nueve metros. Extremadamente pequeño”, especifica.
Estos minúsculos fragmentos pueden formar parte de la alimentación. La contaminación se encuentra en cualquier medio acuático, no solo en el mar. Hasta se han hallado microplásticos en botellas de agua de alta pureza, y todo el mundo se pregunta cómo ha sido posible esto.
Puede ser que los filtros utilizados en la purificación del agua no retengan, por su tamaño, los microplásticos y nanoplásticos, aclara el investigador, por lo que habría que cambiar el proceso para evitar la concentración y establecer normas que limiten la cantidad permitida.

En el mar, estos pedacitos pueden ser ingeridos por los peces y quedar en sus tejidos. Si son consumidos por humanos u otros animales, estos se pueden contaminar. Con los nanoplásticos el problema es más complicado.
Los diferentes seres vivos tienen barreras como la piel, la barrera hematoencefálica y la barrera placentaria, que normalmente evitan la entrada de contaminantes. Sin embargo, los nanoplásticos pueden atravesarlas debido a su tamaño extremadamente pequeño, pudiendo alojarse en el flujo sanguíneo. Aún no se ha investigado profundamente dónde se retienen estos nanoplásticos en el cuerpo humano, pero se sabe que están presentes en alimentos, peces y agua.
El Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos es líder en Cuba en investigaciones sobre la contaminación en el medio ambiente y sus científicos colaboran en proyectos nacionales e internacionales para caracterizar y estudiar los nanoplásticos. Utilizan microscopía electrónica para observar y seguir la evolución de estos fragmentos en la naturaleza.
Los estudios incluyen la creación de nanopartículas poliméricas de plástico en laboratorio para analizar cómo afectan a los animales y realizar estudios exhaustivos. Es necesario realizar estudios más profundos y específicos para determinar el impacto real de estos contaminantes en la salud y el medio ambiente.
Economía circular, ¿el camino?
La economía de los plásticos está altamente fraccionada. A su vez, ha proliferado en materiales, formatos, etiquetado, esquemas de recolección, modelos de clasificación y sistemas de y para reprocesar. Aun así, existen voluntades para el desarrollo de mercados de reciclaje efectivos.
Uno de los caminos, tal vez el único viable hasta el momento, es la evolución hacia la economía circular, para acabar con la contaminación de las aguas, destino final de los residuos del material.
En Cuba, bajo el principio de no generar residuos en los procesos productivos y de servicios, sino más bien reutilizarlos, varias empresas y proyectos forman parte de la causa por la protección del medio ambiente.
Es el caso de Ecomadera, una solución ecológica que combina varios residuales plásticos para la sustitución de la madera tradicional, del cual ahondaremos más adelante en este dossier informativo.
Por otra parte, está el Plastic Tide Turners (PPTC) o Desafío de Volteadores de Mareas de Plástico, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUD). Bajo la campaña Mares Limpios, busca crear conciencia entre los jóvenes sobre los plásticos de un solo uso.
Hasta el momento, se ha implementado en siete islas del Caribe. Cuba no será la excepción y este 2024 comenzará el programa. El PPTC pretende concientizar a dos mil jóvenes.
Mientras existan personas que vean más allá de sí mismos y sean capaces de influir positivamente en quienes los rodean, aún queda esperanza. Desde un laboratorio o en las situaciones más cotidianas, todos pueden darle otro respiro a este planeta que, lentamente, se desmorona.
Un camino seguro para el reciclaje en Cuba
Entidades nacionales apuestan por mejorar la identificación de fuentes generadoras de residuos, a fin de reducirlas; así como el procesamiento de los productos recuperados que se constituyen como materias primas para nuevos materiales

En los años previos a la pandemia por la Covid-19, el Grupo Empresarial de Reciclaje (GER) de Cuba lograba recuperar y comercializar unas cinco mil toneladas de plásticos, cifra que ha disminuido debido, fundamentalmente, al decrecimiento en la circulación de este material. Tanto es así que, hoy se recuperan solo entre 1900 y dos mil toneladas, según nos explica Isabel Alfonso González-Abreu, directora de no metálicos del GER.
Es por ello que el Grupo cuenta con propuestas concretas para incrementar la recuperación de los desechos plásticos; entre ellas, aumentar los niveles de captación en los sectores estatal y no estatal y en la población. Sin embargo, no son proporcionales en todas las formas.
Por ejemplo, la MSc. Odelmis Gómez Salina, directora de desarrollo de la Empresa de Recuperación de Materias Primas (ERMP) de Villa Clara, refiere que el sector estatal mantiene una tendencia estable referente a los valores de recuperación de plástico, no así en el sector privado, que evidencia un incremento en su utilización en los últimos años, una tendencia previsible, en sintonía con ese despliegue de la economía no estatal
Dentro de las principales fuentes generadoras de plásticos en el sector estatal se incluyen las fábricas productoras de envases y las envasadoras de refrescos, bebidas, cosméticos, entre otros productores de residuos industriales.
También entran en esta categoría los polos turísticos, que generan desechos a partir del consumo en las instalaciones, así como del deterioro de los muebles.
A consideración de Isabel Alfonso, “muchas entidades violan la legislación, fenómeno que lamentablemente tiene alcance nacional”.
El propio GER trabaja de manera diferenciada en la identificación de las fuentes generadoras de residuos plásticos en cada territorio, fundamentalmente de un solo uso, ante la falta de cultura de entrega de materia prima por parte de la población.
Y justamente, para disminuir la contaminación provocada por los plásticos desechables o de un solo uso y su impacto sobre el medioambiente, en particular en el medio marino, se ha establecido su reducción paulatina a partir del año 2030, en todo el territorio nacional.
Asimismo, explicó la directora, el GER vela por la correcta clasificación de los plásticos, según su origen, pues si se mezclan los surtidos no sirven para determinadas funciones.
El Grupo impulsa, además, el completamiento de los equipos para el proceso de los residuos plásticos en las Empresas Recaudadoras de Materias Primas (ERMP), teniendo en cuenta el aumento del uso de este material como materia prima secundaria para un producto semejante o nuevo.
Anteriormente –precisó– solo se llegaba al triturado, lavado y secado del plástico y ahora, con el objetivo de agregar valor, se tienen inyectoras y otros equipos que permiten hacer, en las propias ERMP, conexiones, mangueras y otros productos finales.
Por otra parte, Isabel Alfonso comentó que se actualiza la demanda de productos plásticos en los territorios, así como sus requisitos, pues existen proyectos de desarrollo local y micro, medianas y pequeñas empresas (mipymes) que solicitan este tipo de desechos.
Una de ellas es la Cooperativa No Agropecuaria (CNA) ATRES, la cual obtiene residuos de plásticos reciclados por industrias, empresas o instituciones y recolectores privados mediante relaciones contractuales; por organizaciones y grupos ambientalistas que limpian espacios naturales; y por trabajos de saneamientos propios en lugares vulnerables del territorio matancero o la propia actividad de reciclaje de los socios de la cooperativa, explicó su presidente José Antonio Soto Valle.
Procesar, también desde las provincias
La directora de no metálicos del GER precisó que las empresas provinciales de recuperación de materias primas desarrollan su actividad dirigida a la recuperación de todos aquellos residuos que son entregados por las entidades estatales, no estatales y población para dar respuesta a su principal función: sustituir importaciones y exportar los excedentes de las materias primas recicladas.
Para el procesamiento, el GER dispone de cuatro plantas ubicadas en La Habana, Villa Clara, Cienfuegos y Granma, las que cuentan, además, con equipamiento propio o en producción cooperada con otras empresas.
Isabel Alfonso señaló que en el manejo integral de residuos plásticos en el país también intervienen otros actores, no vinculados con las ERMP.
Desde el Grupo también se trabaja en la madera plástica a partir de los desechos, donde se incluye el plástico de un solo uso que se desarrolla en la empresa de Villa Clara, y actores privados a los que se les vende para que realicen sus productos.
En caso de esta provincia, Odelmis Gómez apuntó que, desde los años 90, se adquirió una planta para trabajar el plástico. “En los inicios, se procesaba de casi todo el país, pero en ese entonces solo trituraba y era vendido a las industrias locales, ahora grupo VICLAR”.
Acotó que en estos momentos cuenta con el equipamiento necesario ( triturador, molinos, prensas, líneas de secado y lavado), al que se han realizado algunas reparaciones generales, y se trabaja en el montaje de una nueva máquina que será empleada para fabricar madera plástica.
Más de 90 por ciento del equipamiento, resaltó, es propio de la entidad, pero mantienen relaciones cooperadas con trabajadores por cuenta propia para la fabricación de la madera plástica, platos, potes, vasos y percheros. Asimismo, incursionan con estos en la fabricación de rejillas para sistemas de drenaje de las piscinas.
“Madera” ecológica, sostenible y sustentable
La idea de la madera plástica en la ERMP de Villa Clara surge ante la necesidad de disminuir los altos inventarios del producto.
En 2021, explicó la directora de desarrollo, se realiza una asociación con un productor de madera plástica que estaba afianzado en el mercado y comienza a trabajar con la entidad de forma cooperada y, al año siguiente, la empresa inicia la producción con sus trabajadores y equipamiento.
Esto ha reportado a la entidad ingresos considerables con el servicio de montaje de pasarelas en las zonas turísticas del propio territorio y Cienfuegos, con planes de extensión hacia otras zonas.

La directora Odelmis Gómez destacó el proceso de selección de las materias primas, ya que evita inestabilidad en la alimentación del material a la hora de reciclar. En ello coincide el presidente de la CNA ATRES, pues se trabaja con una temperatura de fundido distinta, de forma tal que se hace necesario la segmentación para garantizar el éxito en los pasos siguientes, hasta llegar a la extrusión y facilitar el trabajo de los operarios.
Ecomadera, precisó el cooperativista Soto, es un producto que se construye a partir del reciclaje de toneladas de desechos de plásticos contaminantes para la confección de mobiliario, cestos, estructuras, decoración de interior y exterior, pasarelas y muelles, cercas, quioscos, entre otros elementos utilitarios, resistentes y duraderos.
Es, además, cien por ciento reciclada y reciclable, no genera ningún tipo de desperdicio y para su producción se utilizan todas las familias de plástico.
El directivo subrayó que es el material ideal para reanimar espacios exteriores, por sus ventajas y fortalezas. “Estamos hablando de un material con una durabilidad certificada superior a 50 años, resistente al salitre, la lluvia, los rayos ultravioletas; no sufre ataques biológicos y genera poco mantenimiento”.
Agregó que el equipamiento empleado en cada proceso para hacer ecomadera es propio, recuperado y adaptado para estos fines. De igual manera, el crecimiento en la línea se ha sustentado sobre la innovación en la tecnología para ampliar las potencialidades de uso del plástico reciclado.
José Antonio Soto afirmó que, en los inicios, los clientes estuvieron reacios al cambio, hasta que entendieron las potencialidades del material. Hoy en día, la aceptación es muy buena y se confecciona más de un centenar de objetos de obras en la categoría de estructuras e igual número en categoría de mobiliarios para varios territorios del país.
Alianzas en función del reciclaje
Como resultado del trabajo de la CNA y con la intención de compartir la experiencia acumulada, el Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial estableció una alianza de trabajo con ATRES, la cual ofrece la posibilidad de transferir la tecnología y todo el conocimiento a los países que tuvieran interés en desarrollarla.
De esta propuesta, expresó Soto, surgió el proyecto de transferencia de conocimiento y tecnología en la gestión y reúso de los desechos plásticos, a comunidades de Belice y Honduras. Este contribuye a incrementar el nivel de involucramiento de las comunidades seleccionadas en ambos países, en la atención y solución de un problema ambiental: la contaminación por plásticos.
Al mismo tiempo, señaló que las plantas de reúso de desechos plásticos instaladas por el proyecto servirán de sitios demostrativos y centros de capacitación para extender y replicar a otras localidades y regiones.
El presidente de la CNA remarcó: “Esta iniciativa de cooperación sur-sur, contribuye a diversificar las opciones de empleo digno y seguro en todo el ciclo productivo (desde la recolección hasta la elaboración final de los perfiles), por lo que se espera una mejora en la calidad de vida (tanto económica, como ambiental) de las comunidades involucradas”.
Posibles imposibles

Antonio Guilarte, director general de la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental de Cuba, considera que, si bien los plásticos representan un serio problema, abandonarlos completamente será difícil al no existir alternativas para sustituirlos
La contaminación por plástico está ocasionando serios daños en los hábitats, al reducir la competencia de los ecosistemas para adaptarse al cambio climático. De igual forma, la salud humana y animal se está viendo afectada, pues las sustancias químicas con las que están compuestos estos polímeros o los microplásticos son perjudiciales para el organismo.
Sin embargo, lograr una solución que erradique estos problemas requiere reducir la fabricación y el consumo de los plásticos, mejorar los sistemas de reciclaje, promover la investigación y el desarrollo de materiales alternativos biodegradables, y aplicar políticas más estrictas y efectivas para la gestión de los residuos.
Para conocer lo que acontece en el mundo en relación con los acuerdos y políticas internacionales, y cuál es el actuar de Cuba ante esta problemática, JT conversó con el máster en Ciencias Antonio Guilarte Casanova, director general de la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental (ORSA), adscrita al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
Según el especialista, debido a la creciente preocupación por la contaminación que generan estos polímeros, en marzo de 2022 se adoptó, en la 5ta. Asamblea Mundial de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, la Resolución 5/14.
En el texto se acordó convocar a un comité intergubernamental de negociación, para elaborar un instrumento internacional, sobre contaminación por plásticos, que fuera jurídicamente vinculante.
“El documento dio inicio, desde el punto de vista legal, a la atención de este problema en cada uno de los escenarios nacionales de los países. No obstante, uno de los principales debates es el relacionado con la prohibición de los plásticos, versus velar por la contaminación que provocan durante todo su ciclo de vida.
“Los volúmenes de generación han crecido exponencialmente, y ya rondan los 400 millones de toneladas anuales. Y hoy se estima que solo existe disponibilidad para reciclar 10 por ciento de ellas”.
Para el máster Antonio Guilarte, este fue uno de los argumentos tomados en cuenta para solicitar la reducción de las producciones de artículos que contengan este material.
Mas, un elemento a atender con mayor urgencia es “la pretensión de las naciones desarrolladas de omitir el principio 7, acordado en la Cumbre para la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, donde se establecen responsabilidades comunes, pero diferenciadas.
“Se plantea que estas deben ser iguales para todos porque, en relación con los plásticos, los desechos se generan en cualquier país. Pero no es tanto así. Si bien hay territorios que originan grandes volúmenes de residuos, eso está dado por los justos anhelos de progresar”.
Cuatro han sido los encuentros celebrados hasta el momento para la adopción de este instrumento, no obstante, el consenso no llega. Guilarte explica que la aspiración es que, por fin, concluyan en el segundo semestre de 2024, pero “no creo que sea posible, y esto es una percepción personal”.
Según explica, existen dos escenarios posibles: que se alarguen las negociaciones o que se adopte un instrumento prácticamente vacío, donde solo se recoja aspiración y no compromiso.
̶ ¿Cuál ha sido la posición de Cuba?
̶ Cuba ha estado activa en las reuniones anteriores y se prevé que se mantenga igual en la quinta. Sobre todo, defendiendo los principios de la Cumbre de Río de Janeiro, en particular el de las responsabilidades comunes, pero diferenciadas.
“También hará énfasis en las circunstancias nacionales, no solo las nuestras sino la de los pequeños estados insulares y sus aspiraciones al desarrollo”.
Alea jacta est
Independiente de las negociaciones y acuerdos internacionales para conformar un instrumento vinculante, Cuba ha decidido incorporar en su legislación disposiciones y acciones concretas para reducir la contaminación por plástico.
La Ley 150 del Sistema de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente, que entró en vigor recientemente, establece la creación de un “programa nacional para reducir la producción y el uso excesivo de plásticos desechables, elevar el reúso y reciclaje en aquellos casos en que es inevitable su utilización, y promover reemplazos de su uso por productos y medios que no generen altos niveles de contaminación en el medio ambiente”.
Asimismo, la Resolución 96 del 2023 (parte del paquete legislativo para la implementación de la Ley 150), ya reconoce, desde el título, la necesidad de reducir paulatinamente los plásticos desechables o de un solo uso.
“Y prepara al país ̵ señala el director general de la ORS ̵ para los retos y compromisos que puedan derivarse de la negociación internacional. Igualmente, se identifica con la solución de problemas que conocemos su existencia en el ámbito nacional, y que están reflejados en la Estrategia Ambiental Nacional 2021-2025. Sin embargo, estos documentos no pueden verse de forma aislada, sino como parte de un mismo esfuerzo por establecer sinergias alrededor de un tema semejante.

aplicación en Cuba de la economía circular. (FOTO: TONI PRADAS.)
“Es lo mismo que se pretende con la Alianza integrada ʻJuntos por menos desechos plásticosʼ, aprobada por el Consejo de Ministros: preparar el camino nacional para los compromisos internacionales que se vislumbran”.
El máster Guilarte Casanova comenta que llevar a la par el posible compromiso internacional con la actualización del marco legal cubano y sus normas complementarias, “nos ha permitido prepararnos. Insertar, adecuadas a nuestro complejo contexto, determinadas visiones que íbamos teniendo de por dónde iba el mundo o cuáles eran las aspiraciones en cuanto a la gestión de los plásticos.
“Cuando pensamos en estos polímeros nos llegan a la mente las bolsas de nailon, los vasos y cubiertos, pero hay otro grupo de elementos, de los que la humanidad no puede prescindir de un día para el otro y que también están hechos con esos materiales. Tal es el caso de los ‘nasobucos` O mascarillas (muy empleados durante la pandemia de Covid-19), medios de protección, equipamiento médico, entre otros”.
Por menos desechos plásticos
“No es un secreto que la gestión de desechos en el país representa un problema y causa impactos ambientales negativos”, asegura Guilarte.
“Dentro de esa generación de residuos, los plásticos ocupan un lugar primordial, pues por su volumen y amplia distribución forman parte de esas corrientes de desperdicios. Para paliar esto, uno de los mecanismos que se está poniendo en práctica es la responsabilidad extendida al productor.
“En Cuba tenemos la experiencia de la cerveza Parranda. El fabricante no finaliza con la elaboración de la bebida, el control de la calidad y la venta a un tercero, sino que continúa con el seguimiento del envase”.
Otra acción de la Alianza integrada es impulsar el cambio de determinados plásticos por alternativas sostenibles y fomentar la introducción de soluciones propias a través de la ciencia y la innovación.
“Mas no podemos pretender sustituir los plásticos de un solo uso con materias primas importadas, que hoy son más caras que las utilizadas para su confección. En el contexto cubano y la realidad actual y de los próximos años, sería utópico. Tampoco aspirar a que una misma solución resuelva el tema de los plásticos de un solo uso, desde Pinar del Río a Guantánamo.
“Habría que vincular esta idea con el desarrollo local y el fortalecimiento del papel de los municipios en cada una de sus estrategias. Eso es algo que también busca visualizar la Alianza: la ejecución de soluciones puntuales, enfocadas a determinadas esferas, fundamentalmente en áreas protegidas y en los principales eventos que se hagan en el país. Aun cuando no existe una prohibición efectiva sobre estos tipos de envases”.
Antonio Guilarte subraya que “no puede lograrse una efectividad en la gestión de plásticos, solo con decisiones de ʻrégimen duroʼ, de prohibiciones. “Los actores de la economía deben ver que eso es factible económicamente, porque acceden a un mercado nuevo y aumenta sus posibilidades de venta al turismo internacional, que reconoce en los plásticos un problema.

“Y ahí está presente otra de las acciones trazadas: diseñar experiencias piloto a nivel local, donde haya mecanismos no solo de sustituciones, sino de separación en el origen, recogida diferenciada de plástico, y de todo el flujo que permita su reutilización y reciclaje en otros procesos productivos y de servicios.
“Es muy difícil lograr que desde la casa se segreguen los desechos, porque en la práctica un único camión de basura, con las complejidades que hoy tiene la recogida, los une. Pero al menos si no es en el origen, en un punto intermedio, y hacer uso del plástico, del vidrio o de otros materiales. Además, tiene un beneficio a posteriori, pues aporta un mayor tiempo de vida a los vertederos que tenemos.
“Y ahí está una de las contradicciones que vemos en el entramado económico nacional. No disponemos de muchos recursos. Sin embargo, sí poseemos muchos recursos como desechos.
“Es verdad que muchas de esas veces su recuperación es compleja, costosa, pero también le daría soberanía al país. No dependería de un mercado o de flete.
“Si se posee la capacidad nacional de aprovechar parte de esos materiales que hay en el flujo de los desechos, pues liberaría gran parte de la divisa a la hora de importar”.
̶ ¿Podríamos en un futuro abandonar los plásticos de un solo uso, o reutilizarlo, reciclarlo?
̶ Yo pienso que el mayor consenso internacional está en el reconocimiento de la problemática, que generan hoy los plásticos de un solo uso.
“La tendencia es que vayan desapareciendo y eso es algo a lo que el país no puede estar de espalda. La empresa nacional, sea privada o estatal, tiene que tenerlo presente en su estrategia de desarrollo.
“En el caso de los otros polímeros, imagino que sería seguirlo desde su origen hasta el destino final. Incrementar las tasas de reciclaje, aplicar mecanismos y, en la medida que vayan surgiendo alternativas, ir tratando de ajustarse a ellas.
“¿Pero desaparecer? No creo, que vaya a desaparecer. Prácticamente todos los materiales contienen plástico: la ropa, los maquillajes, los implementos de oficina y no hay alternativas para cada uno de ellos”.