¿Cómo ha cambiado el Aedes aegypti?, ¿qué sabemos hoy sobre este vector y su comportamiento? y ¿qué nos falta?, fueron algunas de las interrogantes llevadas al Simposio Retos actuales para el control del dengue, zika y chikungunya en las Américas, desarrollado como parte de la IV Convención Cuba Salud.
La Dra. María del Carmen Marquetti, experta en dengue y entomóloga del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), señaló que el control de este insecto es llevado a cabo a través de un programa nacional y que su éxito está determinado por su organización y las herramientas de control utilizadas para combatir el mosquito, agente trasmisor del virus del dengue.
La especialista destacó a la vigilancia entomológica como uno de los componentes importantes del programa, la cual contempla aquellos estudios que deben efectuarse sistemáticamente a los insectos en su fase larvaria y adulta, en las localidades consideradas de riesgo.
“Entre estos se encuentran la identificación en los criaderos con Aedes aegypti de otras especies de insectos asociadas, así como la determinación de los recipientes con mayor presencia del mosquito, los de más productividad y el índice larval.
“De igual forma, es importante realizar la evaluación del grado de riesgo presente. Por lo general nos guiamos por los índices establecidos, pero está demostrada científicamente la poca relación que hay entre los larvales y la densidad adulta”.
Resultados obtenidos por el IPK en una vigilancia (desde 1988 a 2019) de Aedes aegypti en diferentes municipios de la capital cubana, muestran el comportamiento de este vector en cuanto a los principales sitios de cría y su ubicación en los locales, la plasticidad ecológica (número de hábitats que pueden utilizar para realizar sus puestas) y la importancia del uso de la estratificación de riesgo.
Según la Dra. Marquetti, un primer estudio hecho entre 1988 y 1993, en el municipio Boyeros, arrojó que los recipientes con mayor presencia del mosquito eran los de almacenamiento de agua, seguidos por los artificiales destruibles y no destruibles. “Casi el 70 por ciento de la positividad del insecto en ese territorio, se correspondía con esos dos grupos de recipientes”.
Investigaciones posteriores ratificaron que esos eran los envases preferidos por los vectores, incluso para poner sus huevos. Análisis más recientes (2019), realizados en áreas de salud de distintos municipios de la capital (Habana Vieja, Plaza de la Revolución, Playa y Arroyo Naranjo), volvieron a mostrar a los depósitos y almacenamientos de agua como los elegidos por los Aedes aegypti.
En esta ocasión, la novedad radicaba en que se sumaron los recipientes que tenemos en casa, como las gavetas de los refrigeradores, los bebederos de los animales, floreros y una alta incidencia en vasijas religiosas.
También se demostró que la plasticidad ecológica de los mosquitos es grande, pues son capaces de criar en 50 tipos diferentes de depósitos. Igualmente se halló que la mayor parte de los envases positivos con el vector se encontraban en el interior de las viviendas y no en los patios, como antes.
“Esto es resultado del incremento en la urbanización, de utensilios de todo tipo, desechados en los terrenos traseros de las casas, como chatarras de automóviles, gomas, cubetas de pintura…, y que no se logra una participación activa de la población, para evitar los sitios de cría del insecto”.
Ellos también se adaptan
“Para comprender cómo evoluciona una epidemia de esta arbovirosis es necesario saber qué sucede con el mosquito y cómo cualquier variación en las temperaturas, la humedad y la luminosidad tiene un efecto directo sobre su población, favoreciendo su proliferación y el aumento de las picadas, pues necesita alimentarse más. Lo que significa que habrá un mayor riesgo de trasmisión de la enfermedad.
“El cambio climático ha exacerbado las condiciones de clima tropical en nuestro país, haciéndolas favorables para que el Aedes viva más tiempo. Antes se decía que en el periodo invernal disminuía su presencia, y es cierto, pero en Cuba prácticamente no hay invierno.
“Por lo tanto, se ha expandido el espacio de buenas condiciones para la producción del vector. No nos debe extrañar que tengamos altas poblaciones de mosquitos, en meses como noviembre o diciembre porque los comportamientos del régimen de humedad, de precipitación y temperatura no son los mismos de hace unos años atrás.
“Por eso abogamos desde la ciencia, que para manejar integralmente la estrategia del Aedes aegypti deben tenerse en cuenta también los elementos de clima. No solo los componentes sociales, conductuales, el ecosistema urbano, sino cómo el clima modula cada uno de ellos.
“De la misma manera que los humanos nos adaptamos a condiciones extremas, el mosquito hace lo mismo para mantenerse y perdurar en el tiempo.
“Al aumentar su capacidad de adaptación, ya lo podemos encontrar en cualquier cuerpo de agua y no solo en agua limpia como se expresaba hace unos años”.